El Gobierno pondrá en marcha un Programa para la Promoción e Inclusión de Mujeres en la actividad del Transporte Automotor. La iniciativa apunta a desarmar los obstáculos que históricamente han excluido a las mujeres del trabajo de conductoras de colectivos y responde a un fallo de 2018 que reconoció la discriminación por razones de género enquistada en el sector y obliga al Estado a tomar medidas para eliminarla. Durante la gestión macrista se hizo poco en ese sentido. Con este nuevo programa, creado por una resolución del ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, se asesorará y capacitará a las aspirantes a conductoras y se les subsidiará el monto de la Licencia Nacional de Transporte Interjurisdiccional (LiNTI), que es uno de los requisitos excluyentes, y por su alto costo –ronda los 30 mil pesos-- termina siendo para aquellas que están desempleadas, una barrera infranqueable. Además, se le ofrecerá a las empresas incentivos económicos –con descuento de cargas patronales— si le dan empleo a mujeres y personas trans. “La idea es que al menos haya un cupo femenino del 30 por ciento en cada empresa de colectivos”, indicó a este diario la subsecretaria de Políticas de Inclusión en el Mundo Laboral, Pamela Ares.

El flamante programa se creó bajo la órbita de Ares, politóloga feminista salteña. Al asumir a fines de 2019 Ares se encontró con la implementación del fallo pendiente, contó. Y decidió escuchar primero a Érica Borda, la mujer que había impulsado la demanda. De aquella conversación surgió la necesidad de implementar una serie de medidas para combatir la discriminación en el sector y se resolvió llevarlas adelante en el marco del Programa para la Promoción e Inclusión de Mujeres en la actividad del Transporte Automotor.

“El Programa que creó el Ministerio de Transporte excede ampliamente los alcances de la sentencia de Érica Borda. Estamos muy satisfechas. Porque reconoce tanto la responsabilidad del Estado que tiene en la materia pero también es un buen ejemplo de las distintas políticas que se pueden impulsar desde el Estado para promover reformas en sectores donde las mujeres son excluidas”, analizó en diálogo con Página/12 la abogada Raquel Asensio, coordinadora general de la Comisión sobre Temáticas de Género de la Defensoría General de la Nación, desde donde se patrocinó a la mujer.

"No tomaban mujeres"

Borda es actualmente conductora de la Línea 130. Hace el recorrido del barrio porteño de La Boca a la localidad de Boulogne, en Vicente López. La tomaron luego de ganar el juicio. Fue la primera chofer en esa empresa: ahora hay 8. “Me inicié en 1999 en la Línea 140 que pertenecía a lo que era el Grupo Plaza. Trabajé durante 12 años hasta que fui despedida sin motivos y me quedé sin mi fuente laboral. Después de golpear varias puertas, sabiendo que las empresas no tomaban mujeres, me sentí discriminada”, contó a este diario. Con el patrocinio de la Defensoría General de la Nación inició un litigio en contra del Estado y contra tres empresas de colectivo por discriminación laboral. Presentó un recurso de amparo individual, por su situación particular pero también uno colectivo, por la discriminación general a las mujeres para acceder a ese tipo de trabajo

Después de seis años, en 2018, la Sala II de la Cámara Nacional del Trabajo hizo lugar al reclamo y ordenó a las compañías demandadas –Transporte Escalada (línea 169), Transporte Los Constituyentes (líneas 78, 87, 111, 127) y Transportes Bernardo Ader (línea 130) tomar un 30 por ciento de mujeres conductoras. Además, le ordenó al Estado crear un registro para inscribir a las que querían un empleo al volante de un colectivo, para que las compañías no dijeran que las mujeres no se presentaban cuando había vacantes.

Ese Registro de Mujeres Aspirantes a Choferes de Colectivo (REMACC) se creó en 2019 durante el gobierno de Mauricio Macri. Pero más allá de esta decisión la gestión anterior no generó otra medida para favorecer el ingreso de mujeres al sector. Por ahora en el REMACC hay 49 mujeres inscriptas.

“Desde que salió el fallo a la actualidad han entrado a trabajar unas veinte chicas. Sinceramente no está tan ágil el tema de la incorporación de mujeres porque hay una traba que es la licencia LINTI que tiene un valor bastante elevado y a las mujeres les cuesta llegar a sacarla porque no tienen trabajo y si lo tienen, es precarizado o en negro”, contó Borda. Por esa razón, una de las premisas que planteó ante el Ministerio de Trabajo fue que se ofrezcan becas o la cobertura del costo para sacar la LINTI. 

“Estamos muy contentas por la creación del Programa. Es un logro personal y colectivo”, destacó Borda. Tiene 50 años, está en pareja hace casi veintidós años con otros chofer de colectivo –se conocieron en la línea 140-- y tiene cuatro hijos el mayor de 28 años también es conductor, dos hijas, de 26 y 24 son enfermeras y el menor, de 20, ya empezó a hacer los trámites para sacar la licencia también para manejar colectivo.

La creación del Programa se articuló con los ministerios de Mujeres, Géneros y Diversidad y de Transporte y también con la UTA, el sindicato del sector. Una de objetivos será asesorar a quienes quieran inscribirse en el REMACC a través de las 44 agencias territoriales del Ministerio de Trabajo. Es decir, tendrá alcance federal. Además de brindarlas a las aspirantes capacitación y formación a través de la UTA, y a las empresas se les ofrecerá el acceso al Programa de Inclusión Laboral (PIL), que funciona en el ámbito de la Secretaría de Empleo, y que consiste en la reducción del 80 por ciento de las cargas patronales de las trabajadoras mujeres y mujeres trans en el primer año, del 50 por ciento en el segundo, y del 30 por ciento en el tercero, explicó Ares.


Discriminación histórica

La discriminación hacia las mujeres en el sector es histórica. En algunas provincias como Córdoba, La Rioja, Salta y Tierra del Fuego hay más conductoras. Otros tres fallos fueron abriendo camino para desarmar una exclusión que persiste.

Uno de los litigios más antiguos lo inició la salteña Mirtha Sisnero en 2009. Estaba divorciada y tenía dos hijos a cargo. Se ganaba la vida con un maxikiosco. Pensó que convertirse en chofer de colectivos de líneas urbanas podía ser una buena alternativa laboral, porque le aseguraba un sueldo estable y obra social. Se capacitó, sacó la licencia y se presentó en las siete empresas de colectivo que tenían la concesión del servicio en ese momento en la capital salteña pero ninguna la convocó a pesar de que sí tomaban a varones como conductores. Con el patrocinio de la defensa púbica, inició una demanda por discriminación. El reclamo recorrió todas las instancias judiciales en la provincia hasta llegar a la Corte Suprema de Justicia en 2011 y en 2014 el máximo tribunal del país se pronunció, le dio la razón y dictaminó que el 30 por ciento de la plantilla de todas las empresas salteñas tenían que ser mujeres. ¿Qué pasó luego? Las empresas de transporte empezaron a contratar mujeres en Salta: a Mirtha le dieron empleo, pero “por quilombera” –porque había roto el statu quo machista-- la mandaron a barrer una terminal.

Por el momento, en Salta, hay menos del 10 por ciento de mujeres conductoras (aproximadamente un centenar), según información en el Ministerio de Trabajo de Nación. Los otros dos fallos son:

* Uno en Rosario (fallo contra Movi, de 2018). Por un reclamo de 7 mujeres que no eran efectivizadas como permanentes en una empresa, un tribunal provincial dictaminó la creación de un registro de postulante y una ordenanza municipal estableció un cupo del 50 por ciento en todas las empresas.

* Otro de la Cámara de Apelación en lo Contencioso Administrativo de Mar del Plata, en el que se hace lugar a la medida cautelar presentada por otra mujer, Cecilia Bravo, que obliga a las 3 empresas de Bahía Blanca a informar ante cada una de las convocatorias a cubrir puestos de conductor el resultado de tales procesos de selección y las razones que lo apuntalan.

Un detalle: Érica Borda contó que prefieren nombrarse como conductoras y no “colectiveras” porque en la jerga del transporte –como no había mujeres al frente del volante-- así se nombra históricamente a la novia o amante del colectivero.