“Siempre volvemos a releer sus obras”, asegura el director y actor Alejandro Vizzotti en referencia al dramaturgo inglés Harold Pinter, a la hora de iniciar la búsqueda de material de trabajo para su compañía, De Carencia Virtú, con quien había realizado en 2012 la puesta de un clásico del autor, Los Sketches de Revista. El inicio del aislamiento obligatorio sorprendió al equipo dos semanas antes del estreno de El Montaplatos, obra de 1959, estrenada en Buenos Aires diez años después por Jorge Petraglia, uno de los introductores del llamado teatro del absurdo en el país. Con la actuación de Claudia Mac Auliffe y Sonia Novello, la obra puede verse en El extranjero (Valentín Gómez 3380) los domingos a las 18. El vestuario y la iluminación son obra de Gabriella Gerdelics y Mariano Dobrysz, respectivamente, y la escenografía es de Ariel Vaccaro. Por su parte, Rafael Sucheras tuvo a su cargo el diseño sonoro.

El montaplatos es una de las primeras obras de Pinter perteneciente a la etapa creativa que la crítica llamó Teatro de amenaza, una modalidad que fue muy productiva en la dramaturgia local de los ’70, si se toman en cuenta algunas de las obras que por entonces estrenaron Ricardo Monti y Eduardo Pavlovsky. El Sr.Galíndez, de este último, es un claro ejemplo. Aunque en esta pieza Pinter no opta por derivaciones violentas, sí las sugiere. Los protagonistas son dos hombres armados (en este caso, dos mujeres) que, mientras conversan sobre futbol y actualidad en ese lugar inhóspito, esperan instrucciones de un jefe a quien no han visto nunca.

Vizzotti señala en la entrevista con Página/12, que las actrices abordan sus personajes desde una perspectiva ligada al clown. “En mi opinión esta pieza nos recuerda el carácter revolucionario y, hasta me animo a decir, subversivo que ha tenido la obra del autor en relación con el teatro”, opina el director. Y en referencia al hecho de haber elegido actrices para interpretar roles que en el original asumen actores, agrega: “Estos pequeños actos de subversión vuelven a poner la obra en funcionamiento, la desempolva y la preserva de ser considerada una pieza de museo”.

-¿Qué los llevó a elegir esta obra en este momento?

-Volvimos a leerla, casi te diría que un poco en broma, jugando con lo que nos provocaba el cambio de género de los personajes. De manera inesperada, se nos multiplicaron los sentidos. Nos parece que hoy estos textos no están solo reservados a varones sino que podemos hablar desde allí de lo que irrumpe y de lo que nos habilitan las cuestiones ligadas a la identidad de género. Sabemos que esta operación no es algo novedoso. Ya Brecht pensaba que los personajes debían ser “interpretados por actores de sexos opuestos”. En mi opinión, esta operación, un tanto irrespetuosa o irreverente, también parecía darnos pie para abordar ciertas facetas del humor presente en este texto, pero desde un lenguaje más explícito.

-Estaban por estrenar cuando comenzó el aislamiento. ¿Cómo siguieron ensayando?

-Durante los primeros meses seguimos ensayando por Zoom y para despuntar el vicio hicimos, lo que llamamos “experimentos audiovisuales” con ese soporte. Como esta situación comenzó a prolongarse, fuimos espaciando los encuentros hasta que, hacia fines de noviembre, pudimos retomar los ensayos presenciales. Nuevamente, poco antes de la nueva fecha de estreno, debimos volver a suspender.

-En el pasado, esta obra de Pinter nos remitía a los grupos de tareas. ¿Cuáles son las lecturas posibles en la actualidad?

-Pinter, y sobre todo El montaplatos, nos permite hoy reconectar con algo del orden de la fragilidad humana. Podemos dudar de la inteligencia de estos personajes porque casi no reflexionan y se olvidan de cosas que hacen a su supervivencia. Están en un sótano que por momentos se vuelve agobiante y hay referencias a un afuera desconocido. Como nexo, hay un artificio mecánico, manejado por alguien misterioso. En todo momento, la obra establece un juego de encierro e incertidumbre entre un adentro y un afuera.

-¿Influye en el sentido de la obra el cambio de género de los personajes?

-En cierto modo el cambio del género de los personajes le otorga a la pieza nuevos sentidos porque nos interroga no solo sobre el mundo de lo masculino y lo femenino, sino que, a la vez, conmueve esas fronteras.

*El montaplatos, de Harold Pinter, Teatro El Extranjero (Valentín Gómez 3380) domingos, a las 18.