Desde Santiago
Sorprendentes fueron los resultados de las primarias en Chile, que abren oficialmente el camino a las elecciones presidenciales del 21 de noviembre. Por el conglomerado de “Apruebo Dignidad”, Gabriel Boric (Convergencia Social-Frente Amplio) venció a Daniel Jadue (Partido Comunista) por un 60,24% frente a un 39,76% con el 94,5% de las mesas escrutadas. A pesar de que este último, desde hace dos años lideraba todas las encuestas, siendo la última la Criteria de junio donde llegó a marcar 18% por sobre el derechista Joaquín Lavín con un 13%. Por la derecha agrupada en “Chile Vamos” sucedió lo mismo: Lavín fue derrotado por el exministro de Desarrollo Social, Sebastián Sichel con un 48,96% frente a un 31,49%, dejando por lejos al resto de candidatos: Ignacio Briones (9,62%), Mario Desbordes (9,93%).
Para explicar esto se manejan varias hipótesis, una de ellas es que la derecha fue a votar en masa por Boric para bloquear a Jadue, olvidando a Lavín quien ve fracasada su tercera aventura presidencial en manos de un candidato independiente que abandonó la DC en 2005 para convertirse en partidario de la derecha que actualmente gobierna Chile. Lo cierto es que fueron más votantes los de la primaria de izquierda, cerca de un millón y medio de ciudadanos frente a 1.130.000 de votantes de derecha.
Aunque no se puede asegurar en este nuevo escenario que de acá salga el nuevo presidente de Chile, ya que la centroizquierda que gobernó al país durante gran parte del retorno a la Democracia —DC, PPD y PS— aún no define oficialmente un candidato único, el nombre de actual presidenta del senado Yasna Provoste (DC) suena fuerte. Y también hay cartas con relativo arrastre en núcleos más radicales de la derecha como José Antonio Kast (Partido Republicano) que podrían desequilibrar la balanza.
El proceso constituyente
Lo importante es que el nuevo presidente de Chile será el que sellará el proceso Constituyente, todo en medio de un desconfinamiento masivo —el lunes Santiago y la mayoría del país pasará a fase “3” que permitirá el libre desplazamiento y la apertura de locales comerciales los fines de semana—, un fin de semana largo que comenzó el viernes y una Convención Constitucional que redactará la nueva Carta Magna que reemplazará a la de 1980 ya instalada.
“Les quiero transmitir que a pesar de esta alegría, que no sé como expresarla-- señaló Boric en un tono emocionado mientras sus adherentes gritaban por él-- es un proceso colectivo. Y quiero aprovechar esta instancia para agradecer a nuestro compañero Daniel Jadue, con quien tal como dijimos, vamos a trabajar juntos desde esta noche. Ratificamos nuestro pacto y alianza para construir una fuerza política y social para cambiar Chile. Esta es una convocatoria para los. Jóvenes de todas las generaciones. No le tengan miedo a cambiar el país”, dijo. “Si Chile fue la cuna del neoliberalismo, también será su tumba”. Y cerró con un cita a Allende, en un tono cada vez más agudo y afectado: “Mucho más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pasará el hombre libre”.
Boric, líder de las protestas estudiantiles
El liderazgo de Gabriel Boric (35) ha surgido durante las protestas universitarias de 2011, milita en Convergencia Social, que pertenece al Frente Amplio y ha sido diputado por Magallanes desde 2014. Acusado de “amarillo” (centrista) por la izquierda que apoyaba a Jadue, en esta campaña se lo criticó por haber impulsado el Acuerdo por la Paz de noviembre de 2019 que, aunque permitió comenzar el Proceso Constituyente, de alguna manera, evitó que Piñera fuera acusado constitucionalmente tras la violenta militarización de Chile durante el Estallido Social de octubre de 2019. Incluso el mismo Jadue le recordó haber apoyado la Ley Antibarricadas que facilitaba el procesamiento a los participantes de las protestas convirtiéndolos en “presos políticos” y la versión en castellano de la revista estadounidense Jacobin lo llamó como “el niño terrible del liberalismo chileno”.
Lo cierto es que Boric fue hábil en buscar el voto de los sectores menos radicalizados de izquierda e incluso de la derecha, con un programa centrado en un Estado protector, el cuidado al medio ambiente, el feminismo, la descentralización y la salud mental. Algo que, aunque similar, distaba del tono más reformista de Jadue que buscaba explícitamente en un cambio en la estructura estatal basado en impuestos a industrias extranjeras y superricos que acercara a Chile a un modelo homologable a los países nórdicos.
Boric fue más calmado, etéreo si se quiere, apelando a su origen sureño, a los sueños de su generación y a un nuevo Chile que comienza con él, por supuesto. Su habilidad le permitió por ejemplo responder sobre su autopromocionado Transtorno Obsesivo Compulsivo que, según un periodista que lo encaró en un debate televisado, lo imposibilitaría de ejercer un cargo como el de presidente.
La derrota de Jadue
“El triunfo de Gabriel (Boric) ha sido contundente y claro. La ciudadanía se ha expresado”, señaló un sereno Jadue, quien aprovechó de hacer un análisis de la situación con tintes de autocrítica señalando que “nadie quiere un gobierno de derecha”, aunque tampoco “como la Concertación”, definiendo su derrota como “temporal”. Cabe destacar que cuando alguien del público gritó “amarillo” cuando mencionó a su contrincante, Jadue rio de buena gana.
“Vamos a tener que cambiar el comportamiento entre nosotros. No es que la derecha haya salido a votar. Son nuestras propias debilidades. Hace seis meses los que estamos y estábamos acá nos tratábamos de adversarios y no estábamos unidos. Esta unidad es la base fundamental de cualquier campaña que quiera llegar a puerto. Y llegamos tarde.Lo que les quiero plantear es que para los desafíos futuros incluidos la batalla presidencial de noviembre, donde espero que Boric sea presidente de Chile. En vez de pelear entre nosotros, espero que empecemos a construir la unidad por el pueblo. El pueblo no puede perdonarnos que esta falta de unidad los tenga esperando los cambios que el país necesita”.
Jadue de todas formas seguirá como alcalde de la santiaguina comuna de Recoleta donde lo más seguro es que aprenderá a capitalizar las lecciones de este proceso. Como por ejemplo, a enfrentar los ataques que su propia compañera de partido, la diputada Camila Vallejo —de la misma generación que Boric— consideró extremos. El arquitecto y sociólogo descendiente de palestinos, incluso fue acusado por gran parte de la comunidad judía chilena por sus cuestionamientos a la política exterior israelí llegando a filtrarse un anuario escolar donde sus compañeros del colegio bromeaban sobre su poca simpatía con Israel.
A pesar del apoyo de figuras como Roger Waters de Pink Floyd, el premiado poeta Raúl Zurita o el ex líder de Los Prisioneros, Jorge González, bajo un eslogan que suena perfecto como hashtag: “Venceremos y será hermoso” no pudo lograr el hito de tener un comunista como candidato y, si nos hubiéramos guiado por la encuesta, como presidente de Chile.
Sichel, el exministro de Piñera
Tatuado, sonriente y de pasado sufrido. Así se presenta públicamente el abogado Sebastián Sichel (43). Aunque este tema, el de haber surgido desde abajo, sin influencias y a puro esfuerzo ha sido objeto de bromas, destacando la de Kramer, un imitador chileno de gran popularidad, también fue parte de su campaña. Independiente y supuestamente alejado de la elite, su programa, buscaba apoyar a los emprendedores y mejorar la situación laboral de los chilenos afectados por la pandemia, sin mayores modificaciones al modelo económico ni afectando los impuestos de las empresas que operan en Chile.
“Ahora Chile Vamos es uno solo, somos una coalición que se prepara para ganar la elección presidencial” aseguró sobre su triunfo ante sus partidarios. “Nos preparamos para ganar porque sentimos que nuestro proyecto de justicia y libertad es el mejor proyecto para los chilenos". Que haya derrotado al ex ministro de Hacienda Ignacio Briones (Evopoli, el ala más “progresista” de la derecha) que apareció en la franja televisiva tapando con tierra la tumba de Pinochet no es una sorpresa. Tampoco que lo haya hecho con el abogado, ex carabinero y ex ministro de Defensa, Mario Desbordes (Renovación Nacional) que representa al mundo más militarizado de la derecha. La gran sorpresa es que haya vencido a Lavín, economista y ex alcalde de Las Condes, defensor de las políticas de la dictadura reconvertido en “socialdemócrata”. Con una sonrisa que jamás desaparece y un mensaje que busca solucionar los problemas reales de la gente, ya sea con drones que persiguen a los delincuentes o apariciones continuas en televisión, el candidato de todas formas no transa en los temas valóricos (es miembro del Opus Dei): no al aborto, no al matrimonio homosexual, no a la marihuana e incluso negó la maldad de Pinochet en un extraño momento televisivo.
“Llamé hace minutos atrás a Sebastián Sichel para felicitarlo por su victoria, decirle que haremos todo lo posible para que él sea el próximo presidente de Chile. Creo que como pacto, Chile Vamos obtuvo un gran resultado y así es la democracia”, señaló cuando su derrota era irreversible.