La pandemia de la covid-19 no solo puso en evidencia las desigualdades en torno a las tareas de cuidados, sino que también las agravó. Y ante esta asimetría histórica, una vez más las feminidades, afectadas además por la pérdida de trabajo y de ingresos, fueron quienes se vieron sobrecargadas. La alimentación es una parte fundamental de esos cuidados. Una pandemia previa pero mucho más silenciosa asociada a las enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación (cardiopatías, accidentes cerebrovasculares, diabetes, cánceres) fue volviéndose cada vez más visible en las voces de madres, activistas de la salud, del medio ambiente y organismos nacionales e internacionales dedicados a proteger los derechos de la población en general y de las infancias y las adolescencias en particular. Qué comer, cómo elegir (cuando se puede) los alimentos, saber qué contiene cada alimento, son acciones que se ven dificultadas por la falta de información clara y precisa. La ley de etiquetado frontal hoy espera su sanción en la Cámara de Diputados. "Es fundamental que se implemente, porque de lo contrario los problemas nutricionales de las nuevas generaciones se van a seguir agravando", dice Olga Isaza, Representante Adjunta de UNICEF Argentina. 

Según la OMS, las enfermedades no transmisibles matan a 41 millones de personas por año, lo que equivale al 71 por ciento de las muertes que se producen en el mundo. Por estas enfermedades, cada año mueren 15 millones de personas de entre 30 y 69 años, y más del 85 por ciento de estos fallecimientos prematuros ocurren en países de ingresos bajos y medianos.

La Encuesta Nacional de Factores de Riesgo advierte que la mala alimentación y la malnutrición son dos de los motivos centrales de estas enfermedades que hoy representan la principal causa de muerte tanto en Argentina (687 fallecimientos diarios) como en el resto del mundo.

Las desigualdades económicas, sociales y de género agravan esta problemática, afectando especialmente a mujeres, niñxs y adolescentes: “Los grupos que enfrentan mayor vulnerabilidad, como la población que vive en situación de pobreza, los niños y niñas, las mujeres, los miembros de los pueblos indígenas y los habitantes rurales, tienden a presentar problemas más severos de hambre y malnutrición”, asegura un informe de Naciones Unidas.

Este informe también destaca los porcentajes de la malnutrición en las feminidades: “En América Latina, el 8,4 por ciento de las mujeres sufre inseguridad alimentaria severa, en comparación con el 6,9 por ciento de los hombres, mientras que la tasa de obesidad de las mujeres es mayor a la de los hombres en toda la región, a diferencia de lo que sucede en otras partes del mundo”.

Sumado a estos datos, un estudio de UNICEF y FIC, demuestra que lxs adolescentes de nivel socioeconómico más bajo tienen un 31 por ciento más de probabilidad de sobrepeso en comparación con lxs de nivel socioeconómico más alto.

La lucha por instalar en la agenda pública una ley integral de promoción de la alimentación saludable que combata estas enfermedades y ayude a proteger los derechos de las infancias y adolescencias está en el inicio del proyecto de Ley de Etiquetado Frontal: una propuesta recomendada por los principales organismos internacionales que ya funciona en otros países y que el año pasado logró la media sanción del Senado pero recién la semana pasada la Cámara de Diputados le dio dictamen favorable luego de haber estado estancada nueve meses por el fuerte lobby de las empresas trasnacionales de alimentos.

De ser aprobada, uno de los puntos más importantes es que los alimentos y bebidas analcohólicas que se comercialicen envasados incluyan, de manera obligatoria, información nutricional en el frente de los envases con un sello de forma octogonal de color negro que indique el exceso de azúcares, grasas, sodio y demás contenidos que son los principales causantes de riesgos graves para la salud.

Para Olga Isaza, esta ley será un avance importante en la lucha contra las enfermedades no transmisibles que, además, son agravantes de la covid.

--¿Por qué es importante que se apruebe la Ley?

--Está demostrado que el consumo de alimentos ultraprocesados se relaciona directamente con el sobrepeso y la obesidad, dos problemáticas en las que Argentina hoy tiene el peor índice de América Latina en niñxs menores de 5 años; mientras que en niñxs de 5 a 17 años este porcentaje es del 40 por ciento, y en la población mayor de 18, es del 70 por ciento. Si no empezamos desde la infancia a ocuparnos de estas cuestiones, las consecuencias después van a ser mucho más graves.

--¿En qué favorece esta ley a las feminidades?

--En Argentina existe una gran proporción de familias de bajos recursos cuyas jefaturas son femeninas, y está demostrado por diferentes estudios que la mayor pobreza se concentra en los hogares monomarentales, en los que las mujeres son las únicas responsables, por lo que el consumo de alimentos está a su cargo. Esta ley es un derecho al que ellas como consumidoras tienen que poder acceder, porque a diferencia de los términos complejos que hoy figuran en los ingredientes de los productos, la información será totalmente sencilla y legible, y eso ayudará a tener mucho más conocimiento de lo que se está consumiendo.

--Hubo muchas dilaciones para llegar al dictamen y ahora hay temor de que el lobby de las empresas intente hacer modificaciones…

--En todos los países donde la ley fue aplicada generó una gran resistencia de ciertos sectores de la producción, pero estos sectores van a tener que adaptarse y fortalecer su compromiso social para mejorar las condiciones de toda la población. Esta ley tiene que ser aprobada sin modificaciones porque si eso no ocurre, se van a perder todos los beneficios que el proyecto ya tiene y va a volver otra vez al Senado, o va a quedarse en la Legislatura donde habrá que empezar todo de cero.

--¿Qué otras acciones hacen falta promover para seguir tratando la problemática de la malnutrición?

--Hay que empezar a regular el manejo del marketing y la publicidad de los alimentos ultraprocesados en esos sectores: hoy hay una gran batalla comercial que está dirigida a lxs niñxs y que no se menciona en ningún lado. En UNICEF acabamos de publicar un estudio sobre esto, y el nivel de exposición que lxs chicxs tienen a las propagandas es muy alarmante; los comerciantes lo saben y están sacando muchísimo provecho. También hay que revisar los ambientes donde suelen comenzar estas problemáticas: los quioscos escolares, los hábitos alimentarios en las familias, la falta de actividad física, la sustitución de la lactancia materna... todo esto también está contemplado en el proyecto, por eso es fundamental que se implemente, porque de lo contrario los problemas nutricionales de las nuevas generaciones se van a seguir agravando, y eso tendrá implicancias muy dramáticas para la salud de toda la población en general.