El tenis argentino atesora un recorrido lleno de gloria en los Juegos Olímpicos. De aquella recordada medalla de plata que lograra Gabriela Sabatini en Seúl 1988, cuando cayó en la definición ante la alemana Steffi Graf, hasta los terceros puestos que consiguieran las duplas Frana-Miniussi en Barcelona 1992 y Suárez-Tarabini en Atenas 2004.

La historia reciente, sin embargo, arroja dos medallas que colocaron el listón bien arriba con vistas al futuro inmediato. Juan Martín Del Potro construyó, pese a las innumerables lesiones, una carrera desbordada de logros que tiene un condimento especial: el espíritu olímpico. Además de haber conquistado el Abierto de Estados Unidos y la Copa Davis, entre otras gestas relevantes, el tandilense tiene un vínculo indeleble con el olimpismo.

En Londres 2012, disputado en el césped de Wimbledon, se llevó la medalla de bronce tras caer en una semifinal de antología ante Roger Federer y arrebatarle la medalla del cuello al número uno Novak Djokovic en el choque por entrar al podio. En Río 2016, después de su enésima resurrección, apareció en el bolillero, sacó al serbio en la primera ronda y escaló hasta la final olímpica, instancia en la que se colgó la presea plateada después de perder la final con Andy Murray.

Dos de las cinco medallas totales que tiene el tenis argentino en toda su historia olímpica descansan en el cuello de Del Potro. Ante la ausencia del tandilense, siete argentinos tendrán el desafío de tomar su legado en Tokio 2020. Diego Schwartzman, Federico Coria, Facundo Bagnis, Francisco Cerúndolo, Nadia Podoroska y los doblistas Horacio Zeballos y Andrés Molteni cargan con las asperanzas de la delegación nacional. ¿Qué aspiraciones tiene cada uno?

Schwartzman, la carta ganadora

El cuadro de singles masculino, como gran parte de la conformación global de los Juegos, sufrió bajas de peso a raíz de las restricciones por la pandemia. La deserción de jugadores de la talla de Rafael Nadal, Roger Federer, Dominic Thiem y Matteo Berrettini, por caso, podrían abrirle una posibilidad a Schwartzman de cumplir un sueño: pelear por una medalla.

"Estar en los Juegos Olímpicos es cumplir otro de mis objetivos. Necesito la experiencia y no la quiero dejar de vivir, aunque soy muy competitivo y me desespera ganar. Espero que el cuadro me permita ir de menor a mayor; sería un sueño poder ganar una medalla. Ojalá cuando termine mi carrera pueda ver una en mi vitrina”, expresó el 13º del mundo.

Las chances de Schwartzman pueden sostenerse en dos razones. Las bajas le permitieron entrar como el octavo favorito, preclasificación que le permitirá evitar a los mejores en los primeros partidos: debutará ante el peruano Juan Pablo Varillas (122º) y recién se cruzaría con un top en cuartos de final, instancia en la que podría aparecer Stefanos Tsitsipas (4º). Las canchas duras del Ariake Tennis Park, no demasiado rápidas, y el formato de juego al mejor de tres sets, más propenso a las "sorpresas", quizá lo puedan impulsar.

Zeballos, el doblista top con Molteni y Podoroska

Reciente finalista de Wimbledon junto con su habitual compañero Marcel Granollers,  Zeballos llegó a Tokio como el número cuatro del mundo en la especialidad y actuará en dos disciplinas: dobles masculino junto con Molteni (64º) y dobles mixto al lado de Podoroska, la número uno argentina del tenis femenino.

"La prioridad que les pongo a estos Juegos es altísima. Los miré toda mi vida y hasta leí mucho sobre la historia. Desde chiquito que los tengo inculcados y por eso luchar por una medalla sería el logro más grande de mi carrera", explicó el zurdo de 36 años, quien tendrá un duro debut en la modalidad masculina: enfrente estarán los británicos Jamie Murray, 22º y ex 1º del mundo, y Neal Skupski, 16 del ranking.

El marplatense ganó dos títulos en el máximo circuito junto con Molteni, con quien se complementa de manera óptima: Atlanta 2016 y Buenos Aires 2018. Con 17 trofeos es el argentino más ganador en la modalidad a nivel ATP -este año superó los 16 de Guillermo Vilas-. El oficio que tiene para jugar dobles y la capacidad de adaptación para rendir con diferentes compañeros lo convierten en una doble chance de medalla para el tenis nacional.

Podoroska, la ilusión

Nadia Podoroska arribó a Tokio y, de inmediato, cumplió un anhelo de toda la vida. Se acercó al objetivo de estar en los Juegos Olímpicos tras consagrarse campeona panamericana en Lima 2019 y lo corporizó, sin dudas, después de la explosión del año pasado que la llevó a semifinales en Roland Garros y la catapultó directo a la elite.

La rosarina de 24 años, actual 38ª del mundo, hará su presentación ante una conocida: la kazaja Yulia Putintsetva (35ª). Los dos antecedentes fueron en canchas lentas: la derrotó en aquel maravilloso camino en París y perdió en la Billie Jean King Cup este año en Córdoba. El cemento podría abrirle una puerta, aunque el sendero será espinoso: en caso de ganar se mediría con la belga Elise Mertens (17ª) y, más adelante, la esperaría la peligrosa polaca Iga Swiatek (8ª).

"El cemento es una superficie que me gusta. Tengo un tenis para poder jugar bien en canchas rápidas y hasta ahora mi rendimiento fue muy bueno. En Australia me sentí muy cómoda. Además mejoré mucho el saque y el juego en la red", analizó Podoroska, quien registra un récord de 6-7 este año en canchas duras, con un triunfo incluido en Melbourne, en enero, ante la checa Petra Kvitova, por entonces la 9ª del ranking.

Coria, Bagnis, Cerúndolo, los luchadores

Coria arribó a la capital de Japón con un envión que lo llenó de confianza. Después de alcanzar tres definiciones de Challenger el último mes, el santafesino de 29 años llegó a su primera final de nivel ATP en Bastad y escaló a su mejor ranking: 62º. En la primera ronda se topará con el experimentado Mikhail Kukushkin (123º), de vasta trayectoria en Copa Davis, quien se impuso en el único choque previo en Lyon 2018.

Bagnis, de 31 años, tendrá como primer rival al alemán Dominik Koepfer (57º), mientras que Francisco Cerúndolo, quien ingresó al cuadro por la baja de Federer, deberá medirse con el británico Liam Broady (142º). Ambos también vienen de alcanzar su primera final de ATP durante esta temporada.

El oriundo de Armstrong, actual 80º del mundo, fue subcampeón en Santiago de Chile y atraviesa una suerte de recuperación en busca de su mejor versión -fue 55º en noviembre de 2016-. El mayor de los hermanos, de 22 años y ubicado en el puesto 116, llegó a la final en el Argentina Open en marzo y vive el momento más destacado de su carrera. Nadie les quitará el derecho a soñar.

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