Mark Fisher vivió rápido y murió por propia voluntad relativamente joven (48 años). Consumió su vida útil en una vorágine de euforias y depresiones. Unas y otras contribuyeron -cada cual a su modo- para crear una obra brillante y heterogénea: fue crítico cultural, filósofo, docente, rockero y bloguero. Todas esas facetas confluyen en la serie de libros K-Punk, que el sello Caja Negra fue publicando en los últimos años. El tercer volumen de esta saga salió el mes pasado y es un compendio notable de ideas del teórico y activista británico, expresadas en su blog (que se llamaba K-Punk: la "k", se aclara para evitar malos entendidos en la Argentina, alude alorigen de la palabra "cyber" en griego, es decir, "kuber"), a través de entrevistas y en el prólogo de lo que hubiera sido su siguiente libro de no haberse suicidado: Comunismo ácido

Fisher fue citado hasta el hartazgo por una frase-slogan (en rigor, un sampleo de ideas expresadas por Jameson y Zizek) engañosa, incluida en su libro más famoso, Realismo capitalista: “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”. Podría interpretarse como una expresión de pesimismo, pero Fisher la da vuelta y la instala como punto de partida para activar precisamente lo contrario: la necesidad de buscar una alternativa al neoliberalismo. Propone "inventar nuevas formas de involucramiento político, revivir las instituciones que se han vuelto decadentes, convertir la desafección privatizada en ira politizada".

En varios de los textos de K-Punk 3, el autor reivindica la "hauntología", un concepto acuñado por Jacques Derrida en su libro Espectros de Marx

Parte de la importancia de este concepto radica, según Fisher, en "la idea de los futuros perdidos, de las cosas que nunca ocurrieron pero podrían haberlo hecho". La hauntología designa el carácter espectral, recurrente, de ideologías del pasado que han sido descartadas por el fatalismo neoliberal. Escribe Fisher: "El fracaso del futuro asedia al capitalismo: luego de 1989, la victoria del capitalismo no consistió en haber conquistado el futuro, sino en negar que el futuro sea posible. Lo único que podemos esperar, se nos ha hecho creer, es más de lo mismo, pero en pantallas con mayor resolución y con conexiones más rápidas. La hauntología expresa una insatisfacción con esta clausura del futuro". 

Fisher fue un crítico feroz del Partido Laborista de Tony Blair. Le endilga haber producido una generación apática atravesada por lo que definió como una "impotencia reflexiva". La sensación de que no hay ninguna alternativa viable frente a la hegemonía capitalista. Esas tendencias desmovilizadoras surgidas inclusive de la propia izquierda europea, son descriptas de manera maravillosa en el que acaso sea el mejor ensayo del libro: "Salir del Castillo de Vampiros".  

La capacidad retórica y analítica de Fisher es apabullante. En el mismo párrafo puede aludir a Spinoza y a un cantante pop sin que la lógica interna del texto zozobre. Habla de la "privatización del estrés" como síntoma del capitalismo tardío (utiliza la expresión "hedonia depresiva", para referirse a "la forma que toma la depresión en un mundo en el que los estímulos están siempre disponibles").

Fisher propugnaba un "modernismo popular", una amalgama entre cultura popular y vanguardia. Decía que el concepto de comunismo ácido era una provocación y una promesa: "Señala algo que en un momento parecía inevitable, pero ahora aparece como imposible: la convergencia de la conciencia de clase con la autoconciencia feminista y la conciencia psicodélica, la fusión de nuevos movimientos sociales con un proyecto comunista, una estetización sin precedentes de la vida cotidiana". Llamaba a "recuperar el optimismo de ese momento de los setenta, del mismo modo que debemos analizar cuidadosamente toda la maquinaria que desplegó el capital para transformar la confianza en abatimiento".

Pero Fisher no pudo soportar, finalmente, ese mundo al que combatió. Hasta último momento luchó contra fantasmas propios y ajenos. Dejó una frase que hoy suena -si se la quiere oír- ligeramente "peronista": "Sigo sosteniendo la esperanza de una civilización postcapitalista racionalmente organizada".