"No podemos devolverle los años perdidos; no tenemos la máquina del tiempo que para ella sería la única reparación posible; pero sí podemos acercarnos a algo que se parezca a lo más justo para María Eugenia". Así se expresó la fiscal Luciana Vallarella, que ayer elevó a 26 años el pedido de prisión para Oscar Alberto Racco, por los delitos de privación ilegítima de la libertad, reducción a la servidumbre y abuso sexual agravado contra María Eugenia, durante 23 años. Fue en el marco de la jornada de alegatos de clausura del juicio que comenzó la semana pasada, donde la fiscal puntualizó que durante el debate surgieron nuevos elementos para modificar la calificación penal. Tanto la declaración de la psicóloga que viene acompañando a María Eugenia desde 2019, sobre las secuelas que persisten por los años de calvario; como el testimonio detallado de la víctima que dio cuenta de que el acusado uso armas para forzarla a tener relaciones sexuales, llevaron a que se agraven los delitos por los que se habían solicitado 18 años de prisión en la apertura del debate. El veredicto se conocerá mañana y el Comité Feminista ante la Emergencia Sanitaria convoca a acompañar, desde las 11, en el Centro de Justicia Penal de Sarmiento y Virasoro.

En un repaso desde el inicio de la relación de la víctima con Racco, que en los primeros meses estuvo atravesada por celos, persecuciones, amenazas y actos de violencia, la fiscal dio cuenta de lo que para María Eugenia fue el mismo "infierno", como lo describió ella días atrás. "Pudieron escucharla con detalle y largamente; y esta fiscalía fue corroborando cada una de sus declaraciones con datos objetivos y testimonios", aseguró sobre la violencia física, psíquica, económica, sexual y reproductiva que advirtió.

En su repaso por los hechos, la fiscal insistió con que María Eugenia tenía 19 años y un hijo de dos, cuando todo comenzó en 1996. Racco era 16 años mayor. "En el inicio, ella interpretaba gestos de cuidado, pero era un obsesivo control sobre sus movimientos y relaciones personales", planteó Vallarella.  

Y recordó el día clave, cuando Racco entró a golpes a María Eugenia hasta su casa. Para ese entonces ella quería terminar la relación, pero ya no pudo. "Ese 6 de mayo de 1996 la empezó a arrastrar, a los puñetazos la entró a su casa donde estaban sus familiares, que intentaron intervenir y sacar a Racco. Llamaron a la Policía y no se entendió por qué todos terminaron a la comisaría. La Policía no se metía en temas de pareja, mandó a todos a la casa y cubrió a Racco", quien salió con María Eugenia hacia su casa de calle Santiago al 3500. 

Allí comenzó el "horror", describió la fiscal sobre los primeros 4 o 5 años, cuando la víctima estuvo encadenada; y también aquellos en los que las cadenas fueron invisibles. "La encerró en una habitación sin picaporte del lado de adentro, la vistió con ropa de hombre y la llamó Lucía Puccio. Ella hacía pis en un balde. Si tenía otras necesidades golpeaba con un palo el piso, la madre de Racco la llevaba al baño y la volvía a subir y encadenar hasta que Racco volviera y ella pudiera bajar a cocinar para todos".

María Eugenia "comía si Racco se lo permitía, dormía si él se lo indicaba y se bañaba si él le decía. La hacía rezar de rodillas hasta que él lo dijera, para pedir perdón por ser tan puta. La violencia fue brutal y extrema: golpes, cintazos y latigazos, incluso debajo del tanque de agua, mientras caía agua. El dolor fue tan insoportable que un día ella se tiró de la terraza". 

Los vecinos la conocían como "Lucía, la que barre la vereda, habla poco y no se despega de él", recordó la fiscal, quien describió el temor del barrio por Racco. Y recordó que hubo testimonios que hablaron de armas y tiros al aire. 

Vallarella también mencionó el testimonio de una mujer que relató haber tenido una relación de meses con Racco y lo describió como un “desquiciado”. Según contó, "un día fue a su casa a tomar mate con la madre y con él, pero Racco tuvo que salir para hacer algo, cerró con llave la puerta y se la llevó, por lo que ella tuvo que esperar que volviera para poder salir". 

Sobre el delito de abusos, recordó la declaración de la víctima que dio cuenta que el acusado usó armas para forzarla a tener relaciones sexuales. También, que en dos oportunidades quedó embarazada y perdió los embarazos, que "la llevaron a un centro de salud a hacerse un raspaje y la volvió a encerrar". En mayo de 2019, el olvidó poner los candados por una descompostura y ella vio la oportunidad de huir y buscar ayuda.

El después

La fiscal remitió a las preguntas que se generaron en los últimos días acerca de "¿cómo no se escapó? ¿Cómo no pidió ayuda? ¿Cómo los padres no hicieron más?". Y recordó que María Eugenia intentó escapar, pero que el acusado siempre la volvió a buscar. "Le hacía notar que no tenía salida", dijo.

Durante 8397 días, Racco la retuvo. "En ese tiempo, vio a su hermana dos o tres veces. A su hijo lo vio solo el 28 de agosto de 2013, cuando él tenía 19 años y la conoció", recordó la fiscal. Y mencionó la carta en la que su padre le pedía que "se salve". "Su madre pasaba por la puerta para ver si estaba viva y llevaba registro de lo que hacía para recuperarla, en un anotador. Ella estaba amenazada con lo más importante: su hijo, de quien él le iba dando dando datos para que supiera que sabía sus movimientos". 

También repasó lo que declararon profesionales que ayudaron a la víctima --quien fue contenida por las áreas de género de la ciudad y de la provincia donde vive ahora-- sobre lo que generó el agresor en María Eugenia y los mecanismos que ella encontró para poder vivir o "ganar algo de sobrevida". Incuso, su amiga declaró que una vez que ella escapó y la pudo ver, era una persona "sin alma". También mencionó lo que dijeron psicólogos sobre la necesidad de un factor externo para animarla a salir de ese "estado de sujeción". En su caso fue un libro de autoayuda que una prima de Racco le regaló a él.

El alegato sumó que Racco "la subordinó a una cosa, la máxima expresión machista. Racco le anuló la voluntad, sus deseos, sus sueños y proyectos". Vallarella mencionó antecedentes de reducción a la servidumbre en relaciones de pareja: uno de 2014 en la Cámara Federal Casación Penal; y otro de Rafaela, de mayo de 2018.

La calificación legal por la que pide 26 años de prisión es "privación ilegítima de la libertad agravada, en concurso real con reducción a la servidumbre, en concurso real con abuso sexual agravado por el uso de arma de fuego, en contexto de violencia de género".

La defensa habló de un pedido de pena "desproporcionada". Racco quiso tener la última palabra para negar todo. "Me siento como un perejil. Me armaron todo", dijo al tribunal compuesto por Nicolás Vico Gimena, Rafael Coria y Nicolás Foppiani que deberá resolver.

La fiscal cerró con un planteo concreto: "La familia hizo todo lo que pudo. Tenemos que ubicarnos en el momento que pasa esto, en la década del 90, cuando recién se empieza a sancionar la normativa de violencia de género que hoy aplicamos. Fue necesaria para nombrar como delito a esa violencia y desnaturalizarla. Pasaron más años hasta que el estado tomó la responsabilidad para sancionar. No debe llamarnos la atención que cada vez que los padres recurrieron al Estado les dijeron que no se podía hacer más nada. Esa es la deuda del Estado que hoy tenemos posibilidad de saldar".