Al anunciar el plan para levantar las restricciones por la pandemia, el presidente de la Nación puso especial énfasis en señalar que "estamos plenamente en el camino de la recuperación económica". "Argentina se repone del daño producido por la pandemia y ya camina hacia la segunda recuperación, para revertir la anterior crisis", en referencia al lamentable saldo económico que dejó la gestión de Mauricio Macri en diciembre de 2019. 

Pero hay otra mirada prevaleciente entre los consultores económicos del establishment que ponen en duda la recuperación económica y exhiben datos que revelarían que el deterioro de la capacidad productiva no se detuvo. Conviene entonces analizar la evolución de la economía productiva, sobre todo, así como el resultado de las políticas de contención que se ejecutaron. 

El salto fenomenal que revelan las estadísticas de actividad en el sector industrial y en la construcción publicadas el jueves de esta semana por el Indec podría ser sólo una fotografía de esta realidad. Otros fijan el análisis en "cuánto se perdió" a lo largo de 2020 y cuánto se tardará en recuperarlo. Es otra fotografía desde un ángulo diferente.

Para ver la película completa, es necesario repasar y contar el estado de situación cuando se dio el cambio de gobierno a fines de 2019. Argentina ya atravesaba una situación crítica entonces, producto de políticas que llevaron a una profunda recesión. Entre diciembre de 2017 y diciembre de 2019, la actividad económica se contrajo 7,6%, se destruyeron 218 mil puestos de trabajo formales en el sector privado y cerraron más de 22 mil empresas, en su mayoría micro, pequeñas y medianas. 

Entre junio de 2018 y diciembre de 2019, el crédito productivo se contrajo 36% en términos reales. En línea con ello, la inversión registró una caída del 31% en dos años (2018 y 2019). Además, Macri dejó el país en virtual cesación de pagos, producto de una política endeudamiento insostenible. 

Sobre ese cuadro de situación sobrevino la pandemia, a 90 días de asumido el nuevo gobierno. En el primer trimestre completo a partir del inicio de la pandemia, el segundo de 2020, el producto bruto mostraba una contracción del 20 por ciento con respecto al cuarto trimestre de 2019, que ya mostraba los rasgos del desastre económico y social que nos legó la recesión macrista.

Las empresas que habían logrado sobrevivir a una política que golpeó al consumo interno, a los tarifazos energéticos, a las tasas de interés insólitamente elevadas y a la apertura importadora, se encontraron  con que la pandemia global les borraba el horizonte. 

El gobierno lanzó una agresiva política de contención, a través de la ayuda para el pago de salarios (ATP, Asistencia al Trabajo y a la Producción) y créditos a tasa subsidiada (bancarios y no bancarios) que intentó preservar las unidades productivas y el empleo. Hubo a quienes no les alcanzó. Varias consultoras y analistas económicos subrayaron el dato de que "en 2020 cerraron 20 mil pymes y se perdieron cien mil empleos". ¿Fracasaron, entonces, las políticas de contención del gobierno, como sugieren algunos de esos comentarios?

Un informe de la consultora Ecolatina, titulado "PyMEdemia: Argentina con menos empresas que hace diez años", publicado en la última semana de julio, a partir del dato de la cantidad de firmas aportantes al sistema previsional, afirma que "mientras que las firmas de hasta 25 empleados formales se redujeron en un 4,2%, las razones sociales de más de 500 empleados apenas cayeron 0,4% interanual (...). Parece haber una relación directa entre la performance durante los últimos meses y el tamaño de las firmas, evidenciando que las PyMEs fueron las que peor parte se llevaron". Argumento fuerte, casi lapidario para las políticas públicas en la materia.

Para verificarlo, requerimos información estadística de la AFIP y el Sistema Integrado Previsional (SIPA). Las empresas aportantes al sistema previsional, que es una medición aproximada pero no exacta de la cantidad de empresas existentes (una puede dejar de aportar durante meses, pero no desaparecer, ni se reabre en el mes que se pone al día o empieza a depositar), indica que entre diciembre de 2019 y diciembre de 2020 hubo, en efecto 22.860 empresas menos aportando. Segmentadas por cantidad de empleados en blanco, las empresas: a) Unipersonales, b) de 2 a 5 empleados; c) de 6 a 25 empleados; d) de 26 a 50 empleados; y e) de 51 a 500 empleados, tuvieron en promedio una baja del 4,2% en la cantidad de firmas aportantes. No hay grandes diferencias entre esas categorías, con un mínimo del 3,8% (las de 6 a 25) y un máximo del 4,4% (las unipersonales). En cuanto a las empresas de más de 500 empleados, se observa que la caída en cantidad en diciembre de 2020 con respecto a un año atrás es del 3,1%.

Es decir, no es tan marcada la diferencia como lo señala Ecolatina, y además es más que probable que en el fatídico año 2020, muchas empresas pequeñas hayan dejado de pagar sus aportes aunque no hayan dejado de existir. Una alternativa que difícilmente ocurra en una empresa de más de 500 empleados. La afirmación de que "las Pymes fueron las que peor parte se llevaron" queda cuestionada.

Ahora bien: si se observa lo que sucedió entre diciembre de 2015 y diciembre de 2019, el ciclo completo del macrismo, sin pandemia y en un lapso suficientemente largo como para descartar distorsiones por situaciones puntuales, resulta que en todas las categorías por nivel de empleados hubo descensos en la cantidad de empresas. Pero mientras que entre las empresas Unipersonales hubo una caída de firmas aportantes del 3,5%, y entre las de 2 a 5 empleados, la baja fue del 6,3%, entre las de más de 500 la caída es de sólo el 0,4%. Ahí sí se observan las consecuencias de una política persistente antipyme y muy favorable a las grandes empresas, característica saliente de la economía macrista. 

Por otra parte, si se profundiza el análisis con la evolución mensual del SIPA durante 2020, se observa que el descenso de la cantidad de empresas se verifica principalmente en los primeros cinco meses del año. En mayo de 2020, la cantidad de empresas aportantes al SIPA eran 520 mil, contra más de 543 mil en diciembre de 2019. Ahí está la baja de 23 mil empresas que señala Ecolatina, que se suman a las más de 20 mil que hizo desaparecer la política macrista en cuatro años. A partir de junio de 2020, cuando empiezan a ponerse en ejecución los beneficios del ATP y los créditos productivos, se frena la caída de empresas e incluso se observa una leve recuperación. 

La conclusión respecto de la eficacia de las políticas de contención al empleo y la producción es, entonces, exactamente opuesta a la que sugiere el mencionado informe privado. Más aun, un análisis de la secretaría para la pequeña y mediana empresa no publicado indica que "la causa de la caída de empresas se debe más a la falta de creación de nuevas empresas que a la destrucción de las existentes". La destrucción se habría mantenido en 2020 dentro de los niveles históricos, incluso por debajo de las cifras de 2019. En cambio, fue la falta de puesta en marcha de nuevos emprendimientos durante un año totalmente inusual lo que impactó en las cifras netas.

Es bastante usual que entre las empresas muy chicas haya un movimiento constante de entradas y salidas, en particular entre las unipersonales o con muy pocos empleados por el bajo costo estructural del cierre y reapertura. "Son las que más rápído se van a recuperar apenas se aflojen las restricciones", sugirió días atrás un funcionario con historia en el sector industrial. Precisamente, a eso se refirió este viernes Alberto Fernández: avanzar en el levantamiento de las restricciones "para que más sectores se incorporen a la recuperación".  

No se trata de buscar excusas o justificaciones, sino de valorar las buenas políticas. Y el fuerte apoyo del Estado a 306.700 empresas que recibieron el ATP y a las 248.500 que se beneficiaron de créditos subsidiados (a tasa cero o del 24%), lo son.