A Rodrigo Arena le encantaría tener el super poder de acabar con la pobreza y la exclusión; y que lxs artistas no queden condenados a morirse de hambre. “Que todxs entiendan que ser cis es imposible y se dejen de romper la paz de la gente”, dice.
Llegaste a la danza a partir de una película de espías con Arnold Schwarzenegger...
-La pasaban en Canal13, yo estaba en mi cuarto de la infancia y escuché un sonido majestuoso que venía del cuarto de mi mamá. Se me elevó el alma y corrí a ver. Estaban bailando el tango “Por una cabeza”, versión orquesta. Dije “ok, si esto me hace sentir así, lo tengo que ir a buscar ya”. Entonces empecé clases de tango en un lugar de Adrogué. Otro día estaba en mi cuarto de la infancia y vi una publicidad de pintura de pisos, “Sinteplast” con Paloma Herrera que pegaba un tremendo salto (grand jetté) para no pisar lo mojado. Y dije: ¡yo quiero aprender a volar así!; esto habrá sucedido alrededor de los 14 años.
A Rodrigo le gustaría ser un gato para tener la impunidad de andar por lugares peligrosos, ver espíritus y estar conectado con el antiguo Egipto. Miguel Valdivieso es uno de sus bailarines favoritos. Le encanta la canción “Negro Tanguero” de Seadragon y uno de sus lugar preferidos son El Banderín, un café típico de Almagro.
¿Por qué no te considerás un artista contemporáneo?
-Porque no estoy a favor de apropiarme de lenguajes despojándolos de espíritu, tampoco me interesa pensar a la danza como un “estudio del movimiento”, porque las palabras intelectualoides me generan repulsión, porque estoy a favor de lo popular, quiero conmover a la gente. Me parece que lxs artistas tenemos que tener la generosidad de reconocer cuando algo está caduco y ya no está alineado con las necesidades sociales actuales y futuras.
El sábado 21 de agosto vas a hacer "Yéssica de Adrogué”…
-Lo que puedo adelantar es que se van a encontrar con “Yessica de toda la vida”, mi álter ego femenino. Es una performance que se desprende de lo que iba a ser antes “Testimonio Transmasculino”. De sinopsis para el Conti escribí: Yéssica de Adrogué es la puesta en vivo del proceso de ruptura, percepción y elección de una masculinidad disidente, poniendo a la danza en el centro de la discusión. Rodrigo, en primera persona, da testimonio de su proceso de transición, narrando los eventos que transformaron decisivamente el curso de su vida, en una adolescencia situada en el conurbano bonaerense. Va a ser algo así como que vuelvo a los 2000 para asistir a un baile de graduación en Adrogué (vuelvo como mujer, Yéssica), y me enamoro de una compañera, Sabrina. Ella me rechaza porque está con un chico, entonces decido dejar Adrogué y transicionar a Rodrigo. Luego pasan una serie de cosas bastante delirantes, es casi una comedia de enredos de temática género, pero narrado a través de la danza.
¿Para quién actuás o performateas?
-Mirá, hace poco descubrí que las escenas que hago me encantarían que le gusten a mi mamá. Creo que es el público que imagino, ella, o las chicas de las cuales me enamoré o me gustaron. Me gustaría mucho interpelar a las amas de casa, creo que les dedico todas mis danzas. Hay escenas que dedico a la comunidad LGBT, son las polémicas en relación a la corrección política, que es moneda corriente hoy en día. Sino, les hablo a las amas de casa…
¿Y qué cosas te gustarían que te pasaran?
-Me gustaría dirigir un teatro estatal y darle mucho presupuesto y lugar a la danza y a lxs artistas no consagrades. No estar enroscado con el poliamor. Me gustaría andar en tetas por todos lados y que no genere lo que pasa. Darle una lección a lxs dinosaurios de la danza que andan por ahí destruyendo psiquis y cuerpos de gente joven y vulnerable.
"Yéssica de Adrogué". Sábado 21 de agosto a las 19. En el CC Haroldo Conti.