Luego de que pasaran 14 años de la desaparición de la niña británica Madeleine McCann, la Policía alemana halló nuevo material probatorio y advirtió que pudo ser atacada en un escondite en el domicilio del principal sospechoso. 

El lugar en cuestión es una mazmorra de tres metros de profundidad que se encuentra en la anterior casa de Christian Brueckner. La Policía alemana cree, en base a la evidencia descubierta, que en ese lugar habría estado secuestrada la niña y que el principal sospechoso además habría abusado allí sexualmente de ella.

La aparición de unas muñecas de madera un tanto deterioradas y unas lámparas con forma de hada abrieron la investigación sobre posibles hechos de violencia en aquel lugar encerrado. Las fuerzas policiales germanas tienen el convencimiento de que el agujero, ubicado en medio del domicilio, fue el escenario donde cometió los delitos.

Por su parte, el comisario portugués Gonçalo Amaral, quien se hizo cargo de las pesquisas y estuvo al mando durante los primeros años, volvió a apuntar contra los padres de Maddie, algo que precisamente le había costado la expulsión del caso. En esta oportunidad, arremetió contra los detectives alemanes que van en la dirección de probar la culpabilidad de Christian Brueckner.

Catorce años sin avances

Hace 14 años que la pequeña desapareció en el sur de Portugal, un caso que cada vez se complica más, con giros constantes y testimonios que aseguran haberla visto. A las investigaciones de la Policía lusa y de Scotland Yard, se le sumó el creciente protagonismo de los cuerpos de seguridad alemanes, toda vez que saltó al primer plano el sospechoso Christian Brueckner, que residía en la ciudad de Hannover.

El hombre germano se encontraba acampando en una autocaravana al lado de donde se alojaba la familia McCann en Praia da Luz, y de ahí que interviniera en los hechos, de acuerdo con los agentes de su país.

Otro dato que generó preocupación es que Brueckner le confesó a un amigo que le fascinaba el relato sobre el arquitecto austriaco Josef Fritzl, quien violó sistemáticamente a su hija en una mazmorra donde la tenía encerrada.

El sospechoso construyó un habitáculo en la parte trasera del inmueble de Seelze, aprovechando el espacio del jardín, y hoy los investigadores se concentran ahí, en vista de que pudo haberlo utilizado para mantener cautiva a Maddie. 

Se trata de una línea de investigación completamente distinta a la que preside los trabajos de sus colegas lusos e ingleses: que la menor fue, probablemente, asesinada. Desde Londres, no obstante, surgen algunos indicios que alientan la teoría de que está viva. 

Otras versiones ponen el foco en el rol de los padres, tanto es así que la Policía Judicial del Algarve lanzó en su día la suposición de que el matrimonio jugaba un papel 'demasiado' ambiguo, una hipótesis que inundó las páginas del libro alusivo publicado por el citado comisario Gonçalo Amaral.

Kate y Gerry McCann se esfuerzan en proteger la privacidad de sus otros dos hijos: los mellizos Sean y Amélie, cuyos nombres surgen a raíz de la película francesa del mismo nombre. Ellos tenían solo dos años cuando su hermana mayor desapareció.