Hay algo que Juku Ares aprendió tras la disolución de Nidos, la banda con la que grabó tres discos, y es a aceptarse como el artista cancionero que es. Después de indagar musicalmente en el trabajo colectivo, se hizo cargo de su deseo, abrazó el género y supo que ése era el carozo del asunto, la confirmación de su "yo" estético. Y se animó a jugar el rol de solista "estribillero popular".

"Si bien soy Julián Ares, le puse Juku porque es mi Instagram, es un poco mi personaje, y ahí nace este disco. Estamos arrancando a presentarme como solista pero con banda, una banda buenísima", dice el músico, que debuta solo con el flamante Nuestros y una apuesta fuerte en el vivo, en compañía de Juan Giménez Kuj (Nicki Nicole, Conociendo Rusia) en bajo, Federico Penzo (1915) en teclados, Manu Figuerero (Feli Colina, Santi Celli) en percusión, más Jazmín Esquivel, Marki Cancian, Tomás Amante y El Chacal en coros.

"Es una búsqueda constante pero de algún lado tenés que partir para que la gente te entienda, sepa de dónde vienen las canciones, cuál es tu personaje. Todo eso lleva tiempo encontrarlo", dice desde su casa en Buenos Aires, la ciudad a la que le dedicó una canción repleta de imágenes del microcentro, ergo, de oficina, y que acaso funciona como un abrazo colectivo a quienes conforman la historia citadina.

► La segunda fundación

Este álbum debut, dice, es la cúspide a la que siempre quiso llegar: "Es fundacional para mí, como un antes y un después". Los singles Lobo, Nuestros, Hablan (con feat de Ale Álvarez de Barco) y Buenos Aires, cuyos videos son creativamente pandémicos, antecedieron la salida del disco, compuesto en un contexto de separación. Y también de su ex banda, con la que vivió experiencias surrealistas como ir a grabar a Londres tras ganar el certamen Camino a Abbey Road en 2017.

"Fueron muchos años con Nidos, hicimos un montón de cosas, y cuando terminó fue algo bastante natural, como que se caía un poco de maduro que yo estaba en el momento de poder hacerme cargo de que era yo y eran mis canciones, y fundar definitivamente este proyecto como solista", cuenta.

Su historia musical data de 2013, año en que compuso un disco y, como no se animó a ponerse al frente del proyecto, convocó a los músicos que conformaron Nidos. Pero el romance con la canción viene de mucho antes, cuando de niño un primo le enseñaba a tocar la guitarra mientras en su casa no paraba de sonar puro rock nacional y bossa nova. Hijo del periodista y escritor Carlos Ares, Juku viene fortaleciendo la tradición cultural y musiquera desde la cuna.

► Canción y confusión

Las nuevas letras sobrevuelan el desamor y "esa cosa de extirpar una relación de bastante tiempo del cuerpo, exorcizar con canciones". Juku reconoce que ahí está la parte de querer despegarse un poco de la historia estética de Nidos. "Yo estaba recién separado, componiendo a full, y ahí cayó la pandemia y me hizo bajar novecientos necesarios cambios, porque venía en un tren a toda velocidad sin saber bien lo que estaba haciendo", dice.

Juku fue productor de Lea Lopatín (guitarrista de Turf y Poncho) y de Turf. Se habían conocido en el Castillo, la casa que Ares alquilaba en Palermo y donde había montado un estudio de grabación. Devenida en point, la casa era sede de fiestas que se hacían para pagar el alquiler. "Era un delirio. Vivíamos varios ahí, pre pandemia, y en una de esas vueltas cayó Leíta. Yo no lo conocía y de cara rota le dije que le quería producir un tema, medio para hacerme amigo de él". Lopatín accedió y así fueron surgiendo las canciones del disco Lea. El violero quedó "re cebado" con la forma trabajar de Juku, y lo invitó a producir algunas cosas con Turf.

"Cuando me mudé ya dije que no. Me llamaron inclusive para producir cosas enormes y dije no, no se confundan que yo hago canciones. No estaba para ser productor, me gusta cantar los temas, subirme arriba del escenario, otro flash", dice Juku, dejando en claro que el tren pasa sólo una vez, como canta en Nuestros, y que él está dispuesto a subirse y viajar su propio sueño.