Laboratorio gastronómico

Desde que abrió hace más de dos años, Anchoita se convirtió en algo más que un restaurante. Es un centro de investigación y de recuperación de sabores, una planta de producción y un espacio creativo. Es, también, el gran sueño gastronómico de su dueño, Enrique Piñeyro, director de cine, piloto y millonario. 

Con la pandemia, el viaje de Anchoita se ralentizó pero no se detuvo: tan sólo se tomó un tiempo para redefinir de qué manera seguir con lo que venían trabajando. El restaurante está cerrado (con perspectivas de reabrirlo en breve) pero hace unas semanas sorprendieron con la panadería, como forma de canalizar lo que venían desarrollando. Allí encontraron lugar el helado de pistacho, uno de los favoritos de los comensales del restaurante; también los panes, los laminados, las kombuchas y otros productos que hoy están a disposición de quien se acerque hasta el local inaugurado en Chacarita. 

La carta es breve y potente: hay dos sabores de helado: el mencionado de pistacho y el intenso de chocolate que es una delicia ($200, el vasito). En la panadería de Anchoita el chocolate es cosa seria. Hay también pan al chocolate ($250) y un chocolate caliente ($250), y cada producto se elabora con distintos granos de cacao de origen peruano. El café es un Colombia Tolima Honey para los espressos (desde $180) y un México Chiapas y Guatemala para los que van con leche. Entre más propuestas dulces suman también opciones de sándwiches que van muy bien para un almuerzo rápido. Como crían sus propios cerdos alimentados a bellota, usan parte de su grasa para ensaimadas; y con la variedad de huevos que tienen en la granja propia pronto habrá helado de sambayón. Otros favoritos son los churros, más livianos que los tradicionales. Todos los panes son de masa madre, con distintos tipos y sabores para llevar. 

Más pensado como take away que como cafetería, hace dos semanas agregaron algunas mesas en la vereda y un pequeño espacio interior para hacer una parada estratégica antes de seguir viaje. Una nueva cara de un laboratorio en permanente construcción.

Anchoita queda en Aguirre 1562. Horario de atención: martes a domingos de 9 a 18.30. Instagram: @panaderiadeanchoita.

El tiempo del té

Desde hace ya unos años los hoteles se sacudieron esa pátina de pomposidad que parecía expulsar a la mayoría de los visitantes locales y se volvieron amigables y acogedores, lo cual –en estos tiempos de poco turismo se convirtió en una necesidad. Frente al Patio Bullrich, en lo que supo ser el Caesar Park y The Brick, se instaló el Sofitel Recoleta que decidió incluso abrir una patisserie con acceso propio desde la calle, a la izquierda de la entrada principal. 

La propuesta es bien francesa, moderna, variada y con varios destacados como la galette de manzana que, fiel a los orígenes galos de la cadena, no podía faltar. Lo mismo sucede con los adictivos canelés para comer sin pausa ni respiro. La chef patissier Erika Scaffino está detrás de cada detalle: “Nada llega al exhibidor hasta que sea perfecto, preparamos todo en el día y con productos de estación. Buscamos que haya variedad pero más que nada queremos que lo que está a la venta sea lo mejor que tenemos”, explica. Entre los mini gateaux hay clásicos como la tarte tatin; la bretona de frutillas con crema de vainilla o la de peras y caramelo. Hay también lingotes de chocolate y frambuesa y una mil hojas de pastelera que se deshace en la boca (desde $400).

El lugar es cómodo, permite sentarse a tomar algo y disfrutar del glamour de un hotel cinco estrellas a precios razonables y competitivos para el barrio, una gran opción en una zona donde no abundan las buenas propuestas. La pâtisserie también ofrece dos tipos de pan para llevar, ambos de masa madre, uno blanco y otro integral con semillas. Y cuenta con una selección de viennoiserie donde son indispensables los frangipane de pera ($250) y los muy nacionales alfajores de maicena ($290) que, hechos como deben hacerse, son perfectos en su sencillez. Hay también un pequeño surtido de helados caseros que, prometen, crecerá durante el verano con más sabores, pero la idea es que acompañen (no piensan convertirse en una heladería). 

Para beber lo mejor es ir por el té en hebras de Tehani, también hay café Nespresso y bienvenida copa de espumante.

La Patisserie del Sofitel Recoleta queda en Posadas 1232. Horario de atención: todos los días de 11 a 19. Instagram: @sofitelrecoleta.

Templo y refugio   

Cuando Mery Puntarrafo pensó en abrir una cafetería en su viejo barrio, sabía lo que quería: un lugar lindo y acogedor, con buen café y rica comida. Sumó otras dos pasiones: las plantas (es hija de un ingeniero agrónomo) y el tarot, así que quienes vayan a Altar y sean amigos de las cuestiones esotéricas pueden ir reservando un turno para ir tanteando el futuro cercano. Altar es así un poco templo y otro poco refugio: trabajan con productos de estación y elaboran una pastelería sencilla y sabrosa. Las tostadas de pan de masa madre se sirven con dulces caseros que hace su familia, queso mascarpone, palta y tomate. 

Como recién lleva abierto tres meses, la carta está en desarrollo, ampliándose de a poquito: cuando están contentos con un producto, se embarcan en desarrollar el siguiente. Lo que sí o sí hay que probar es el fosforito, gran combinación de salado, dulce y textura crujiente ($350). Hay clásicas palmeritas ($180), cookies veganas y un potente alfajor de nueces pecanas y dulce de leche ($250). Capítulo aparte merecen las tortas, tan lindas por fuera como ricas por dentro. La responsable de es Violeta Sigal que, pese a tener solo 22 años, sabe lo que está haciendo. Violeta pasó por varias cocinas, hizo temporada en el restaurante San Teresita de Punta del Este, estuvo en Le Moulin de la Fleur y en Cuadra, donde fue parte de la apertura. “La pastelería tiene más que ver con el arte que con la cocina, encontré ahí un lugar donde expresarme”, cuenta. 

En Altar las tortas van variando (desde $250), siempre hay dos, una un poco más poderosa y contundente, como la de banana rellena de dulce de leche y manteca de maní con toffee, y otra más frutal y fresca. Para acompañar, café de especialidad y ricos tés, ginger ale de Santa Quina y Chai latte. 

Altar es una propuesta pequeña y bien pensada, para hacer una pausa, disfrutar la comida y, ya que estamos, escuchar al cosmos.

Altar queda en Céspedes 3065. Horario de atención: martes a domingos de 9 a 19. Instagram: @___altar.