Los inconvenientes para River comenzaron antes del comienzo del partido, debido a la falta de varios jugadores que habitualmente suelen ser titulares en el equipo que conduce Marcelo Gallardo.

El técnico tuvo que improvisar al chico Peña y a Bruno Zuculini de marcadores centrales, cuando sus puestos naturales son en el mediocampo. Pero sin duda, la ausencia más notoria era la de Matías Suárez, que por problemas físicos no formó parte del plantel.

Los problemas continuaron en la generación de juego ofensivo. Palavecino y Carrascal no estaban precisos en la entrega de la pelota, y encima tampoco podían encontrarse entre ellos. Las acciones de ataque terminaban con algún remate de media distancia, o con un envío al área de parte de los laterales.

En el aspecto defensivo también padecía debido a que los volantes no asistían a los centrales, que estaban cumpliendo una tarea desconocida para ellos. De esa manera, Independiente aprovechaba esos desajustes para llegar por el medio y provocarle peligro al arquero Bologna.

El equipo de Avellaneda controlaba mejor la pelota, y con el manejo de Soñora, Roa y Velasco, se adueñaban de la iniciativa del juego. El equipo de Falcioni tiene bien claro su plan futbolístico, y lo lleva adelante con mucha seguridad. El plantel se adelanta para reducir los espacios entre sus líneas, y cuando recupera la pelota la distribuye con acierto y de manera vertical.

La jugada que terminó en gol de Bustos, a los 29 minutos, fue elaborada desde el área de Sosa, y por medio de toques cortos terminó habilitando al lateral derecho, que luego de enganchar hacia adentro definió con un remate cruzado.

La postura de River cambió en el segundo tiempo. El ingreso de Rollheiser le imprimió otra impronta al ataque, y el juvenil le contagió el entusiasmo a sus compañeros. De La Cruz estaba más movedizo y River comenzó a funcionar mejor. El uruguayo estuvo cerca de convertir con un tiro libre, pero la pelota salió cerca del palo.

Independiente se retrasó en el terreno, y el desarrollo se trasladó hacia ese lado. El temor para River era si el equipo visitante podía acertar un contrataque, con la referencia de Silvio Romero en la zona de definición.

La búsqueda de River tuvo su premio a los 20 minutos de la segunda parte, cuando Braian Romero convirtió el empate después de conectar la pelota enviada por Carrascal, que realizó una gran jugada personal llegando por la izquierda.

El final mostró a los dos con intención de ir en busca de algo más, pero ninguno tuvo la supremacía necesaria para quedarse con el éxito.