“Los fondos marinos son un campo muy desconocido en todo el mundo, y nuestro país no escapa a esta incógnita”, afirma la investigadora del CONICET y docente de la Universidad Nacional del Sur (UNS) Ana Ronda. Doctora en bioquímica y miembro del Instituto Argentino de Oceanografía (IADO/UNS), fue la única argentina seleccionada para participar de la campaña oceanográfica organizada por la Autoridad Internacional de Fondos Marinos, entre abril y junio pasado.

-¿Cuáles eran tus expectativas en relación con la campaña oceanográfica y con qué te encontrare?

-Quería aprender las técnicas de muestreo de los fondos marinos con tecnología de primer nivel de los países desarrollados. Son campañas muy costosas y que requieren de un equipamiento muy complejo para la toma de muestras, además de todo el procesamiento a posteriori. Lo cierto, es que encontré muchos más “frutos” de los que imaginaba. Adquirí nuevas habilidades y conocimientos en cuanto a la obtención de muestras de sedimento del fondo marino y de cómo reprocesarlas de acuerdo a los análisis posteriores. También gané contactos con expertos de otros países, amigos y proyectos a corto y largo plazo. Además, y gracias a un proyecto que escribí a bordo con otros colegas, pude traerme muestras para procesar en el marco de mis líneas de investigación que se focalizan en analizar la presencia y distribución de microplásticos en diversas matrices. Este tipo de muestra no lo hubiera podido conseguir por otros medios.

-¿En qué consistieron tus tareas a bordo?

-Participé como asistente científico en el grupo de Geoquímica. Nuestro objetivo fue obtener muestras de sedimento del fondo marino y prepararlas para enviarlas a una universidad de Inglaterra para que le realicen numerosos análisis físicoquímicos, como metales pesados, nutrientes y compuestos orgánicos persistentes, entre otros. Las muestras eran obtenidas con equipamiento de alto nivel que podía sacar sedimentos del fondo marino a más de 4.500 metros de profundidad. Cada una tenía un preprocesamiento diferente y específico, de acuerdo a lo que se iba a determinar después. Además, a bordo se realizaron algunas determinaciones, como el perfil de oxígeno de los sedimentos obtenidos y la alcalinidad del agua intersticial.

- ¿Qué te aportó participar de la campaña?

- Me aportó muchas herramientas científico-académicas y un gran crecimiento personal. Como mujer y como madre, siempre quiero mostrarles a mis hijos, mi familia y la sociedad el rol que las mujeres pueden tener en la ciencia, especialmente en las ciencias marinas/oceanográficas. A pesar del gran avance en la igualdad de género en muchos ambientes, y aunque mujeres y hombres tienen las mismas oportunidades, no siempre las mujeres pueden aprovecharlas. Yo, por ejemplo, tuve que pensar primero en cómo iba a organizar a mi familia antes de estar ausente durante dos meses.

-¿Cuál es el potencial de los fondos marinos argentinos? ¿Contamos con nódulos polimetálicos?

- A partir de mi participación en la campaña empecé a indagar sobre la posibilidad de la existencia de estos nódulos polimetálicos en nuestros fondos. Hay muy pocos estudios realizados. Principalmente, se centran en el sur de nuestra plataforma marina, en el Banco Burwood y el pasaje Drake. Se cree que el fondo marino de estas zonas está pavimentado de estos nódulos y que se encuentran a menos de 200 metros de la superficie del mar, por lo que sería más fácil extraerlos. Estos nódulos tendrían el potencial para ser utilizados en la fabricación de baterías sustentables de celulares, paneles solares y smartphones. Sin embargo, primero se debería realizar un estudio para saber bien lo que hay y establecer zonas de reserva. Luego, se debería hacer una predicción del posible impacto ambiental, ya que no son un recurso renovable, dado que tardan millones de años en formarse y su extracción podría afectar a los ecosistemas.

“Unas 8 millones de toneladas de plásticos acaban en los mares y océanos anualmente, formando entre el 60 y 80 por ciento de la basura marina. Los microplásticos son pequeñas piezas menores de 5 milímetros de largo que pueden ingresar a la cadena trófica marina al ser ingeridos”.

- ¿Cómo impacta la presencia de microplásticos en los océanos?

- El plástico ha inundado nuestra vida diaria. En tan solo unas décadas pasó a estar en una infinidad de objetos y materiales gracias a sus características de flexibilidad, durabilidad, ligereza y, sobre todo, por el bajo precio de su producción. Al igual que su producción, el aumento de residuos de plástico se incrementó de forma dramática. Y, como consecuencia de una mala gestión de estos residuos o de su abandono, unos 8 millones de toneladas de plásticos acaban en los mares y océanos anualmente, formando entre el 60 y 80 por ciento de la basura marina. Los microplásticos son pequeñas piezas menores de 5 milímetros de largo que pueden ingresar a la cadena trófica marina al ser ingeridos. En los organismos marinos pueden ocasionar problemas por su presencia física dentro del intestino y también ser tóxicos por ellos mismos o por transportar otros contaminantes químicos, como los compuestos orgánicos persistentes y metales pesados. Por lo tanto, los microplásticos impactan no sólo a los organismos del ambiente, sino que también podrían afectar nuestra salud, al estar algunos de ellos en la dieta humana.

- ¿Cuáles son las zonas más afectadas de nuestro país?

- Un estudio que reunió todas las investigaciones realizadas en Argentina demostró que las microfibras son las partículas más comúnmente encontradas en los cursos de agua. Las concentraciones más bajas se obtuvieron en los lagos de la Patagonia, los ríos Paraná y La Plata, y las máximas concentraciones en algunos arroyos de La Pampa y zonas costeras. Además, se demostró la presencia de microplásticos en los tejidos de diferentes especies marinas con concentraciones más altas comparándolas con otros informes de América del Sur.

- ¿Cómo puede aminorarse el daño ambiental?

- Para aminorar esta problemática, primero, tenemos que generar conciencia no solo en un consumo responsable de este material, sino también en la manera que lo desechamos. Es necesaria una participación activa de todos los ciudadanos en la separación de residuos y en la promoción de su reciclado. Además, es fundamental exigirles a nuestros gobernantes que promuevan efectivas políticas de gestión de estos residuos, de reciclado y ciertas responsabilidades a los productores. La solución a este problema está en aplicar las “4R”: las tres primeras hacen referencia a “reciclar”, “reducir” y “reutilizar”, y la cuarta puede tomar muchas formas, como “recuperar” aquel material que puede ser reutilizado y, principalmente, nuestros ambientes; “reparar” los productos que consumimos para que no sean de un solo uso y el daño que estamos causando a la naturaleza; “rechazar” el consumo desmedido y el plástico de un solo uso, y “reeducar” nuestra cultura en la promoción del cuidado de nuestra única casa, el planeta Tierra.