Comprender no es descubrir los hechos, ni extraer inferencias lógicas, ni menos todavía construir teorías, es sólo adoptar el punto de vista adecuado para percibir la realidad.
                                                  Ricardo Piglia, “Blanco continuo”

La dupla Ro- Ro sigue cometiendo estragos. Los flamantes presidente y vice de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, urdieron una votación mezquina, intrigante con cero ejemplaridad y alto oportunismo. Salió tres a dos y no 38 a 38 como la histórica de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA)… como papelón no le fue en zaga.

El Poder Judicial vela por la defensa de la República y los Supremos son expertos en dar clases a funcionarios y legisladores, dedito en ristre. Volvieron a demostrar que son el peor de los tres poderes, por esencia y por desempeños. Los Ro-Ro se votaron a sí mismos: legal pero berreta. Elena Highton de Nolasco y Ricardo Lorenzetti rehusaron participar. Lorenzetti reprendió a sus pares mediante un e-mail que hizo público. Le asiste razón esta vez aunque su pasado no lo autoriza a erigirse en sommelier de ética pública.

Las notas de Irina Hauser publicadas en días anteriores y hoy mismo abordan con más detalle y finura el tema, se recomienda su lectura. A los fines de esta columna baste añadir que en estos comicios participaron el 60 por ciento de los inscriptos, menos que en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Y que los perdidosos impugnaron el resultado.

Las PASO, en cambio, transcurrieron con placidez cívica. El escrutinio fue veloz, prolijo. Nadie habló de fraude, lo que sucede cuando Juntos por el Cambio (JxC) es vencido, supone que puede serlo o empioja por si las moscas. Ahora mismo revolea denuncias sin ton ni son. La derecha global es experta en la materia: basta citar al ex presidente estadounidense Donald Trump o al presidente brasileño Jair Bolsonaro.

Quedan para el debate la pertinencia o necesidad de las PASO, el politólogo Andy Tow argumenta con firmeza en su contra. Los gobernadores habían pedido su anulación por una vez, para no realizarlas durante la pandemia. El Gobierno calculó que no podía conseguir los apoyos necesarios en el Congreso. Frente al hecho consumado se comprobó, otra vez, que el Frente de Todos (FDT) es menos hábil para manejar las PASO que JxC. Una de las fallas de su campaña en una competencia que perdió por razones de fondo, más densas. De todas maneras, la campaña mejora o agrava el resultado en parte. La del oficialismo volvió a restar.

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Corto y mediano plazo: Se sucedieron cambios de Gabinete en la Nación y Buenos Aires (entre otras provincias). La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner incidió en ambas . De modo más resonante y visible en la nacional. Con otros gestos pero parecida direccionalidad, aleccionó al gobernador Axel Kicillof cara a cara en El Calafate.
Las dos movidas tienen una matriz común, salvando distancias: se corporiza en las figuras de los respectivos Jefes de Gabinete entrantes. El gobernador Juan Manzur y el intendente lomense Martín Insaurralde. “Más territorialidad” describen-propugnan funcionarios, candidatos, militantes. La consigna se entiende pero queda incompleta a la espera de que se le dé contenido, traducción fáctica, tangible.

En el imaginario oficial y en la presente nota se llama “corto plazo” al lapso que culmina el 14 de noviembre, fecha de las elecciones generales. Las primeras medidas oficiales, en general, los trascienden. Entre ellas, el proyecto de jubilación anticipada en confección que abarcaría a trabajadores desocupados con 30 años de aportes. Y la creación del Fondo “Volvé a la escuela” para propiciar el retorno de pibas y pibes que dejaron de asistir desde marzo de 2020. Las dos acciones apuntan a consecuencias de la pandemia, en el mercado de trabajo y en la comunidad educativa. Son reparadoras, enfilan en buen sentido, deberán transcurrir muchos meses para que se sienta su impacto, si funcionan bien.

La eliminación de restricciones impuestas como consecuencia de la pandemia anunciada por Manzur y la ministra de Salud Carla Vizzotti, más allá de ciertas imprecisiones, modificará la vida cotidiana de los argentinos, posibilitará recobrar parte del buen vivir perdido. Develará una sociedad todavía más desigual que la de dos años atrás. El Gobierno se empeñó en atenuar las consecuencias de la crisis sanitaria, impedir un colapso hospitalario, garantizar comida primero y cobertura económica después a los más necesitados.

De cualquier manera la catástrofe acentuó disparidades preexistentes. La desdicha se propagó en casi toda la estructura social, de modo heterogéneo. El golpazo dañó más a los más vulnerables. Sobran los ejemplos, se simplifican al extremo aquí, se ampliarán en abordajes futuros. Quienes tenían ahorro, acceso más o menos amigable a las compus, medios de locomoción propios, laburos estables, dispusieron de airbags para amortiguar el golpazo. Reparar el bajón colectivo y mitigar las desigualdades crecientes constituye un reto para el gobierno nacional-popular.

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La economía en tensión: Manzur e Insaurralde entran para articular con sus colegas del territorio, dinamizar la gestión. Se espera que sean pilares en el corto plazo, en la campaña.

En la jura de nuevos funcionarios, el presidente Fernández pareció dar por cerrado el capítulo de los relevos, consumado con descuidos y mal trato en particular hacia el Canciller Felipe Solá, a quien se informó mientras volaba hacia México. Sin embargo mediaron nuevas renuncias y persisten recriminaciones internas en público o por línea privada. Misión acuciante para funcionarios y candidatos: reacomodarse, apagando las cenizas y los fuegos.

Los medios dominantes echan combustible sobre las llamas, se solazan con los desencuentros reales, los exageran o inventan otros. El tratamiento del Presupuesto suministra un ejemplo. Debatir el proyecto del Ejecutivo, proponer reformas es una sana y habitual práctica parlamentaria. Baqueanos del Congreso enseñan a quedarse hasta el último minuto de la discusión en recinto para rasguñar o colar algo. Las divergencias son funcionales al sistema democrático. Apuntarlo no equivale a negar que las necesarias mejoras al proyecto no bastarán para corregir las inequidades o carencias de la economía actual. Pero, de nuevo, las pulseadas entre oficialistas son imprescindibles.

Rescatemos un caso de buena dinámica de la coalición oficialista ahora que está tan de moda fumigarla en block: el Aporte Solidario a las Grandes Fortunas. No figuraba en la caja de herramientas del ministerio de Economía, lo impulsó el bloque de Diputados que preside Máximo Kirchner. Tardó, por ahí demasiado, pero la iniciativa se impuso bien defendida por el diputado Carlos Heller entre otros. Fue ley, la Agencia Federal de Ingresos Públicos (AFIP) la implementó bien.

Los medios y los abogados del establishment auguraron que “nadie” la pagaría, que lloverían amparos y demandas de inconstitucionalidad exitosos. La realidad refutó los presagios interesados. Con bronca o sinmigo, “se puso” una alta proporción de los contribuyentes alcanzados por el tributo. Los planteos en Tribunales no diluviaron; garuaron apenas y mojaron poco. En esta misma semana se rechazó alguno más.

El caso es específico, el impuesto rigió por única vez. Igualmente, la referencia sirve para pensar acciones perdurables y expansivas en el porvenir. Volvamos al eje.

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La derecha,  pausa y acción: Dos semanas pasaron desde las PASO, los principales dirigentes cambiemitas aminoraron sus internas, les cae bien que se enfríe el clima de campaña.

El Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta viaja a Estados Unidos disfrazado de estadista, se reúne con John Kerry, (sobre) actúa estar distanciado y por encima de la grieta,

El establishment piensa que el contexto lo favorece: avanza. La Unión Industrial Argentina (UIA) obra con dolosa esquizofrenia. Entusiasmada con la reactivación dispensa algún elogio tibio al Gobierno, manga medidas en ministerios. La prohibición de despidos, por lo visto, no impidió la reactivación, detalle que la UIA pasa por alto.

Al unísono la corporación patronal impulsa normas para desbaratar conquistas laborales. Hay, por lo menos, dos proyectos de ley para suprimir la indemnización por despidos. Uno lleva la firma del senador radical Martín Lousteau. Se propone suplirlo por un fondo similar al que rige para los trabajadores de la construcción. Desde hace medio siglo y solo para ellos. La construcción es una rama de actividad que contrata y descome laburantes; es su característica. Conchabo transitorio, renovable. El Fondo , quizá, solo sirvió en tiempos de intensa actividad y alto nivel de empleo. Proyectarlo a otros trabajadores los priva de un derecho, violando el artículo 14 bis de la Constitución nacional. Lousteau, un radical recién horneado, se desliga de esa norma que otros correligionarios enaltecen.

Opineitors y editorialistas variados insinúan desarticular al sindicalismo docente, aborrecido por el macrismo en general y el larretismo en especial. Vienen por todos, está en su naturaleza.

La Confederación General del Trabajo (CGT) se plantó contra la ofensiva en la reunión preparatoria para convocar al Comité Central Confederal. El comunicado respectivo fue parco para apoyar al Gobierno: lo había hecho la semana anterior.

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Comprender y representar: El 12 de septiembre el presidente dijo haber entendido el mensaje de los votantes y prometió cambiar, reparar errores.

La representación democrático-republicana anida una complejidad. El presidente expresa a un sector  que lo elegió por las urnas y a la vez representa a toda la sociedad. “Magia” de la representación para quienes la ensalzan, “mito” para quienes la controvierten.

En cualquier caso, el compromiso presidencial es doble; proteger derechos e intereses de la ciudadanía, cumplir con su programa y banderas.

Este cronista suele citar una frase del fallecido presidente francés Charles De Gaulle, dirigida a su pueblo. En una peculiar ocasión, expresó “Je vous ai compris”, Traducido libremente, daría “Franceses, los he comprendido”. Agregó “sé lo que pasó. Sé lo que ustedes quisieron hacer”. Sin engolosinarse con la analogía. uno quiere rescatar que De Gaulle le habló a un país dividido, interpelando a la totalidad. Luego, emprendió una acción política para nada ambigua ni tibia ligada a la autodeterminación de Argelia.

Ante un país dividido y compitiendo con una fuerza de derecha con la que cuesta establecer pactos de convivencia el Gobierno (el presidente que lo encabeza y encarna) tiene que retomar el programa propuesto en 2019 a la vez sensato y ambicioso. Comprendiendo el pronunciamiento colectivo, conservando la identidad.

Las circunstancias han cambiado, para peor. Las necesidades de las mayorías y la inequidad se multiplicaron.

Los objetivos de entonces se mantienen, en sustancia. Las herramientas que se imaginaron eficaces pasaron a (o mostraron) ser insuficientes.

El contundente veredicto de las PASO fortifica a la derecha real, los poderes fácticos que redoblan la ofensiva. Ellos entienden cuánto hay en juego.

El oficialismo carga con el deber y tiene el derecho de promover iniciativas audaces. Y aunque no esté de moda decirlo de reformular su relato. Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar, vale. Pero no hay modo de persuadir, de congregar y de conducir si no se hilvana en una narrativa qué se va a hacer. Decir y prometer qué se va a realizar.

Repetir lo expresado y concretado antes del tan aciago cuan didáctico 12 de septiembre arrastra el riesgo de repetir los resultados.

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