A principios de 2021, no imaginaron desde las filas de la esotérica editorial brit Fulgur Press que le iría tan pero tan bien a The Tarot of Leonora Carrington: agotó su primera edición en un abrir y cerrar de ojos, interesadas tropecientas personas en ver cómo la gran pintora surrealista había imaginado los arcanos mayores en esta serie poco conocida, que apenas había visto la luz de las galerías. Inspirándose en el mazo de Marsella y también en los naipes Rider-Waite, la artista -que gustaba tirar las cartas en la cocina de su hogar mexicano- plasmaba a su personalísimo modo el Diablo, la Sacerdotisa, la Templanza, por nombrar algunas figuras que, según su hijo Gabriel, estaban “dotadas de una iconografía subliminal, una ventana que se abre a la representación de lo maravilloso”. Ni la primera ni la única de la partida Leonora… Don Salvador Dalí también se ocupó de crear una baraja en sus días, alentado por su adorada esposa Gala. El catalán persistió durante una década en diseños místicos que acabarían en una guía para tarotistas noveles, Tarot Universal Dalí, con 78 cartas a toda página, editada en 1985, solo reeditada recientemente (por Taschen)… Una prueba (más) de cómo la herramienta adivinatoria despierta pasiones está en la subasta que Sotheby’s llevó a cabo pocos meses atrás, de objetos personales de la poeta Sylvia Plath. El ítem más codiciado de la jornada fue, precisamente, su baraja de tarot, adjudicándose en más de 175 mil euros, ¡25 veces más del precio que estaba previsto!, muy por encima de los montos que recabó su anillo de casamiento o las recetas de cocina que había heredado de su nana.

El Loco, por Alejandro Ros

Con este panorama, no hay que dominar las artes proféticas para vaticinarle un buen éxito a un novísimo mazo que está debutando en librerías de la Argentina, fusionando dos universos en apariencia disociados, aunque las apariencias -como se sabe- muchas veces resulten engañosas: el tarot y el tango. “En su relación con la belleza, ambos exigen códigos estéticos, culturales y rítmicos, numerológicos en el caso del tarot, que le ponen un límite al virtuosismo individual, cultivando cualidades de intimidad, presencia y escucha”, sugiere una primera conexión Ana Groch, licenciada en Historia del Arte, docente de la UBA, especialista en performances/muestras que aúnan arte y tarot (Arcanos Argentinos en el CC Recoleta, Psicomagia poética en la exESMA, Cabaret Místico en el MALBA, entre ellas). En charla con Las12, prosigue: “Existe una especie de hermandad secreta entre tango y tarot. Ambos contienen una dimensión profana y despiertan una devoción casi mística entre quienes los practican. Además, el tarot surge como un juego y recién en el siglo XIX adquiere su dignidad adivinatoria, al mismo tiempo que el tango está naciendo en Montevideo y Buenos Aires. Asimismo, siempre estuvieron conectados con la poesía de su tiempo: el tarot con los triunfos de Petrarca en el Renacimiento, y más tarde con el Simbolismo y el Surrealismo; el tango, a través de plumas imprescindibles como las de Manzi, Cadícamo, Le Pera…”.

La Templanza, por Nicola Constantino

Tarot del tango, como se llama su tentadora baraja, es una obra conjunta con otra experta total de la materia: la actriz, cantante y escritora francesa Marianne Costa, autora de la novela El infierno prometido, del flamante Tarot paso a paso, y en coautoría nada menos que con Alejandro Jodorowsky, de la quintaesencial La vía del Tarot. En tándem, Ana y Marianne pergeñaron la idea “de formar una suerte de constelación, tanto de tangueros/as y de poetas como de letras arquetípicas que representaran las energías de los 22 arcanos mayores”, desanda Groch, arrimando ejemplos: “el Mago está representado por Gardel, que cada día canta mejor; la Estrella es Malena, ‘la’ tanguera por excelencia; la Emperatriz es esa mujer ‘rara como encendida’ de Los mareados; el Mundo está ineludiblemente ligado a nuestro Cambalache; la Muerte al ‘sus ojos se cerraron’…”.

La Estrella, por María Pinto

Para traducir visualmente estas inspiraciones, convocaron a artistas de renombre, de distintas disciplinas, con estilos y técnicas diferentes, que ilustraron idealmente los 22 arcanos mayores, dándoles su toque; entre ellos, Alejandro Ros, Andy Cherniavsky, Luciana Rondolini, Max Rompo, Nicola Constantino, Marcos López, Laura Varsky. “En algunos casos se dieron sincronicidades. Claudia Melo, por ejemplo, además de artista plástica es una eximia tarotista y astróloga; Claudio Roncoli ya había trabajado con la simbología del tarot en una serie de murales…”, cuenta Ana. Por supuesto, completan el mazo de 78 naipes otras reinterpretaciones ribeteadas, donde el basto pasa a ser bandoneón; la espada, facón; el oro, farola… Y viene con libro-catálogo bilingüe, para facilitar que gente melómana debute con este oráculo milonguero, que antaño le habría venido de perlas a Ada Falcón para prever algunos dolores del cuore y, así, no habría terminado en un convento cordobés.

Si una busca llena de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias, ¿será que, con estas cartas, el mañana se manifieste más armonioso? “Si entre taróloga y consultante se forma un tercer cuerpo, de la lectura; entre bailarina y bailarín, se arma la danza del tango; entre orquesta y cantor/a, esta música característica del Río de la Plata, ¿por qué no pensar que arte y tarot arrojen una lectura posiblemente musical que, en una de esas, le abra el telón al corazón?”, concluye Ana. 

El Mundo, por Coco Cerrella