Es como una bendición terrenal que las semillas puestas por jóvenes de ayer santiagueños --Jacinto Piedra, Horacio Banegas, Peteco Carabajal-- sigan germinando en nuevos contextos. Es oxígeno puro no solo en nombre de hermosas, oníricas y voladas músicas autóctonas, sino también como resistencia a ese otro folklore meloso y altisonante, que se vende como “genuino”. En esa senda camina pues --y sin atajos-- Cristian “Mono” Banegas. Para corroborarlo se puede ir este jueves a las 21 al CAFF (Sánchez de Bustamante 772), sentarse, descorchar un vino, y dejarse llevar por ese sonido de hechizo místico, montaraz pero eléctrico, que porta Reminiscencia, el disco debut de este bajista, compositor, arreglador y productor santiagueño. “Seguramente será una fiesta de emociones y sentires”, promete él. “Es la primera vez que me voy a presentar solo con el público y con Reminiscencia, y verdaderamente es muy emocionante. Hay mucha ansiedad. Venimos trabajando hace meses en este espectáculo, donde apuntamos a crear un concierto multisensorial, un trabajo de conjunto entre iluminación y sonido minucioso para poder generar el viaje”, tienta Banegas, en sintonía con lo dicho.

Si bien el disco fue publicado en 2018 –ganó el Gardel en el rubro Mejor álbum artista masculino de folklore, incluso-- la pandemia hizo que los planes de presentación en vivo se retrasaran. “Por eso lo de la ansiedad”, insiste Banegas. “De todas formas –alienta—, el paso del tiempo no altera en ningún sentido el concepto fundamental del disco, que es el de la identidad en movimiento. Es más, lo intensifica, porque todo lo que atraviesa social y culturalmente a la humanidad ha quedado más remarcado con la pandemia”.

--¿En qué sentido específico aplicás el término Reminiscencia?

--Jugué con el concepto desde la perspectiva de lo filosófico, que era algo muy sugerente. Me refiero a eso que atravesamos emocionalmente en la reminiscencia. Pero también me parecía un juego sugestivo para poder contar una historia, dado el flujo de imágenes y emociones que uno atraviesa. Por eso el título… sentí que era el mejor medio para poder desarrollar eso de la identidad en movimiento.

--Concepto que trae tu padre Horacio, un músico clave para comprender las exploraciones dentro –y fuera-- de la chacarera ¿En qué sentido ha influido él en tu trabajo, en tu búsqueda personal?

--Bueno, él tuvo la generosidad de poner su música a disposición mía para experimentar, probar y descartar cosas en esta búsqueda de nuevos horizontes con nuestra música y con nuestras rítmicas. Diría que fue determinante. De hecho, me cedió toda la producción y me permitió poder desarrollar y crecer con nuevos conceptos.

El eslabón estético padre-hijo permite adentrarse en los ejes centrales de este disco formidable. La sinergia, en el caso del hijo, se expresa en búsquedas vinculadas a los orígenes africanos de la chacarera; a la alquimia ritual entre tradición y modernidad; al desarrollo de la base bajo-batería como corazón de un sonido que enaltece el género; y a una visión global que lleva a las músicas de raíz a un plano pleno de magia, introspección y creación de climas. “Siempre estoy buscando en las bases de bajo y batería nuevas formas, nuevas sensaciones. Lo que he logrado con este trabajo es que tales sean distintas dentro del lenguaje de la música. Hay temas como `Chacarera para mi vuelta` o `En silencio`, en los que queda bien planteado el camino que estoy transitando rítmicamente”, señala el “Mono”.

--“Trama” es otra pieza clave, dado que narra bien esas indagaciones, ese concepto.

--Es una sugerencia, sí. Una cita a ese entramado que se dio entre la llegada de la guitarra a Santiago y el mestizaje que se dio con las voces primitivas del aborigen, de la voz quichua, de las vidaleras, y de los cantos bien autóctonos. Con este tema quise graficar ese camino, ese mestizaje que se ha dado en la colonia, sobre todo en la zona de Salavina. Me basé en Viejos pueblos de Santiago del Estero, obra de Orestes Di Lullo que habla de la efervescencia de la tierra como concepto.

--¿De dónde viene la intención de indagar bastante más allá de la media, en la chacarera?

--A ver, en mi etapa de formación musical aprendí muchos estilos de música del mundo a través de métodos, y en agradecimiento a esos referentes que generaron libros de los que aprendí a tocar otros estilos, es que desarrollé mi libro sobre bajo y batería en la chacarera. Estar en contacto con esos libros y esos métodos en proceso de innovación me generó una admiración profunda por las distintas culturas que apuestan a la metodología del estudio tradicional y regional. Todo eso me lleva a no detenerme, porque este mundo sigue avanzando vertiginosamente, y creo que nuestra música no puede quedar detenida en el tiempo como si fuera una pieza de museo. Creo que con el mestizaje que ha sufrido, ésta tiene una riqueza abundante, y toda esa vertiente hace que me sumerja en ella.

--Ir hacia los orígenes africanos del género –incluso más allá de lo percusivo-- tiene que ver con esa inmersión, se intuye.

--Es que lo africano en la chacarera, o mejor dicho en el santiagueño, se puede ver. Yo soy muy observador de los comportamientos de las personas, y en esos análisis de comportamientos que tenemos, que considero innatos porque no tienen explicación, hay movimientos, ritmos y formas de bailar que son muy similares a las del África primitiva. Me llamó la atención esto, porque siempre ando investigando en esas culturas, analizando, aprendiendo y reiteradas veces encontré similitudes relacionadas con el mestizaje que hemos sufrido.

--Se nota que alguien más se detuvo en tu camino, te dieron un Gardel por tu primer disco solista. ¿Sumó?

--Tiene un valor muy importante, sí, porque es el reconocimiento al trabajo, al sacrificio y también un estímulo a seguir por el mismo camino, que no es otra cosa que el de ser consecuente con la música.