El Museo Histórico Provincial Dr. Julio Marc (parque Independencia) acaba de recibir en donación documentos de alto valor, valga la redundancia, histórico: es la correspondencia que mantuvo el entonces teniente coronel Juan Perón, desde Roma, con su cuñada Fermina y sus sobrinas Susana y Dora Mercedes Tizón, quienes vivían en Rosario. Una parte del material se expone integrando la muestra Colección Futura. Son fotopostales donde posa con sus compañeros de armas en pintorescos lugares de Italia, fotos familiares y una carta fechada en Roma el 10 de abril de 1939, dirigida a las "Señoritas Susy y Gato Tizón". En ella hace gala de un típico humorismo castrense, entre escatológico y estoico.

En una conferencia de prensa celebrada el martes en el Museo (presentada por el subsecretario de Gestión Cultural, Javier Armentano), el director del Museo, Pablo Montini, destacó el aporte de la Fundación Amigos del Museo Julio Marc, que provee fondos para las adquisiciones y concreta el marco legal para las donaciones al Museo. La institución sólo las recibe según sus propias políticas de colección, actualmente centradas en documentos y objetos del siglo veinte.

Luego habló Gabriela Benetti Aprosio Tizón, hija de Dora Mercedes Tizón, en representación de las dos familias donantes. También participó su hermano Gustavo, presente entre otros familiares. Se compartió un tesoro de historia oral familiar que servirá para corregir inexactitudes y despejar sombras de la historiografía. Y que muestra a un Perón íntimo: el tío afectuoso, pródigo en humor. Los relatos son respaldados por la documentación que la familia confió al Marc tras decidirse a intentar su donación a alguna institución pública y consultar con sus expertos, luego del fallecimiento de ambas hermanas.

Confesó Gabriela Benetti Aprosio que el legado se demoró años por temor a que el apodo de Dora Mercedes (Gato, Gatito) causara malentendidos sobre una relación entre tío y sobrinas que fue tan inocente como el apelativo, cuyo origen conmovió al evocar. "Cuando mi mamá nació, su hermana, tres años mayor, era una bebota rozagante y mi mamá era larga y flacucha. El papá la alzó y dijo: 'Ay, es tan flacucha, parece un gatito'. Mi abuelo muere tres años después y lo único que le quedó a mi mamá de su papá fue un sobrenombre".

"Como tantos otros inmigrantes, nuestros bisabuelos, Cipriano Tizón y Tomasa Erostarbe, llegaron en la década de 1880. Se casaron en mayo de 1889 y tuvieron ocho hijos. La séptima era Aurelia, alias Potota o Pototita Tizón, quien luego fue la primera esposa de Juan Perón. El hijo mayor de Cipriano y Tomasa, Justo, era nuestro abuelo. Trabajaba en el ferrocarril y lo designaron jefe de estación en Coronel Bogado. Allí conoció a quien iba a ser su esposa, nuestra abuela Fermina Echauri, cuyo padre tenía en el pueblo un almacén de ramos generales", comenzó narrando Gabriela Benetti, cuyo abuelo Justo murió en marzo de 1929, de un infarto, a los 50 años, al poco tiempo de ser despedido en el contexto de las políticas de racionalización con que el presidente Hipólito Yrigoyen buscaba capear la incipiente crisis. "Mi abuela Fermina queda viuda muy joven con dos niñas muy pequeñas: Susana, de siete años, y nuestra mamá, de cuatro", relató la oradora. Y explicó que buena parte de esa historia oral le fue transmitida por su querida tía Bety, Beatriz Echauri, una prima de Susanita y de Dora Mercedes que vivió con ellas dos cuando eran chicas.

El apodo de Aurelia, tía de las dos niñas, viene de la pronunciación infantilizada de 'preciosa'. "Potota, Pototita, conoce a Juan en 1926. Tras un noviazgo de tres años, normal para la época, Perón pide en 1928 licencia para casarse al director de la Escuela Superior de Guerra donde enseñaba; le dan autorización para casarse en enero del '29 y nuestro abuelo muere en marzo de ese año", contó Gabriela, explicando cómo se estrechan lazos tras la concidencia entre esa unión y la viudez de Fermina. "A la usanza de la época, la familia Tizón tiene una actitud de cuidado con esta viuda. Aurelia y Juan fueron una pareja muy compañera, que no pudo tener hijos. Juan Perón se convierte en un tío muy presente, afectuoso, cómplice. A sus sobrinas les enseñaba a montar a caballo, a tirar con aire comprimido, cosas que a lo mejor no eran actividades muy femeninas de la época", comentó antes de compartir una jugosa anécdota que pinta a un Perón insospechado, lejos aún de su rol de figura pública y líder.

"Mi tía Bety cuenta que habían ido las tres (la tía Susy, mi mamá y la tía Bety) a visitarlos a Aurelia y a Juan, que tenían una casa con jardín. Entonces, en la pared de la casa, con un proyector (la tía incluso se acuerda cuál era la película) proyectaban la película. Pero había un farol en la esquina. Y la luz del farol obstaculizaba que la pared devenida pantalla se viera bien. Entonces Perón ofrecía una chocolatina al que le tirara el piedrazo más certero que pudiera romper el farol de la esquina", contó la sobrina nieta de Juan Domingo, a quien se refirió siempre como Juan, Perón o Juan Perón (sin el segundo nombre).

Como marido que nunca fue padre, aquel tío jovial guardaba un secreto oscuro. Siguió diciendo Benetti: "Aurelia tenía cinco hermanas mujeres. Cuando las mujeres se juntan, hablan. Porque cuando circula la palabra es en esas ruedas sanadoras en que las mujeres hablamos de todo. Y el hecho de que pasaba el tiempo y Aurelia no podía quedar embarazada, era un tema de charla. Aurelia se había sometido a distintos tratamientos pensando en que la que podía tener el inconveniente para concebir era ella, y el resultado fue que no, que ella estaba sana. Y en algún momento Aurelia habló con el médico de Perón y él le dio una explicación, que ella no transmitió totalmente a su círculo íntimo, pero dijo: 'Yo ya tengo una respuesta. De este tema no se habla más. Nosotros no vamos a poder tener hijos'. En el libro Perón íntimo, se reproduce una carta que Perón le escribe en el año '40 a su amigo el coronel Descalzo, quien le había comunicado su decisión de casarse. Perón le dice: 'Aguardo asimismo que puedan tener los hijos esperados pues, como usted sabe, ha pasado hace años un feo accidente, el cual me ha impedido tener hijos', en referencia a un accidente a caballo, que determinó la infertilidad de Juan".

"Aurelia muere de cáncer de útero el 10 de septiembre de 1938. Juan primero se refugia en el mundo íntimo de sus cuñados y sobrinos. Después inicia un viaje de muchos kilómetros solo manejando, porque la pérdida de su joven esposa lo dejó devastado. Viendo su situación algunos compañeros de armas, aceleraron las cosas para que se despejara, se fuera. Por intermediación del general Márquez, va a ir en misión como agregado militar en Italia en los años '39 y '40. Especializado en historia militar y estrategia, Perón va con una misión concreta que es observar de primera mano esos primeros momentos de la guerra. Le dan la opción de elegir entre Francia e Italia y él no duda. Primero por sus propias raíces, y otra por la afinidad del idioma, "la lengua del Dante" (como la llama en una carta). Y estando allá en Italia, sobre todo en el año '39, principios del '40, él le escribe a su cuñada, Fermina, mi abuela, y a sus sobrinas, y son esas cartas y postales las que están hoy exhibidas en el museo", explicó la sobrina nieta del presidente tres veces electo por los argentinos.

"Mi muy queridas pibas:

Recien llego a Roma y quiero enviarles éste mi primer saludo y mis mejores deseos de felicidad para todos ustedes.

El viaje ha sido macanudo a pesar del calor que hemos soportado desde Montevideo hasta Recife, cinco días que hemos sudado la gota gorda. Para mejor había que cenar de etiqueta. Hay que ver los ratitos que me ha hecho pasar la inquisitorial camisa de madera terciada del smocking [sic]. La noche del pasaje de línea me las desquité, domé la camisa, que casi ya me había domado a mí. Con el calor, la transpiración y el vino quedó blandita. Esa fue la mía. Me quedé con pantalones de smocking y me encajé un saco Laponia. El resto de la noche fue una papa. Esa fiesta debía hacerse al pasar el Círculo Polar y no el Ecuador. [...]

Me las imagino a ustedes en las incomparables y nunca bien poderadas tareas escolares. Las compadezco chicas..... pero deben meterle y no desmayar, solo así se llega a algo. En esta vida nada se consigue sin sacrificio y sin esfuerzo. (hasta los estreñidos dicen lo mismo). [...]

Les encargo le den a Fermina un gran abrazo en mi nombre y reciban ustedes muchos besos y abrazos míos. Hasta pronto.-"