“Las relaciones entre los hombres y los animales deberán cambiar”, dijo el filósofo francés Jacques Derrida. Dos noticias recientes podrían interpretarse bajo la perspectiva de este cambio: la Justicia de la Ciudad de Buenos Aires, a través del Ministerio Público Fiscal, en un fallo de primera instancia, inhabilitó para manejar por tres meses a un empresario de 80 años, que atropelló al paseador Martín Tonino y a su manada el pasado 31 de julio en el barrio de Belgrano y mató a tres de las perras: Mara, Greta y Berenjena. La justicia penal de La Plata elevó a juicio oral la causa en la que está procesado Arián González por el delito de “malos tratos y actos de crueldad contra los animales”. González pateó a Mía, la perra caniche toy de su exnovia. En el siglo XXI los animales empiezan a ser considerados sujetos de derecho.
La primera en patear el tablero fue la abogada y jueza argentina Elena Liberatori, cuando en 2015 se convirtió en la primera jueza en el mundo en declarar como persona no humana a la orangutana Sandra y ordenó al zoológico de Buenos Aires que la liberase. Sandra está en el Center of Great Apes (Centro para Grandes Simios) en Florida (Estados Unidos) desde septiembre de 2019. Liberatori, que ha creado el Equipo Judicial Sandra, especializado en derecho animal, junto a María José Fernández, Noelia Villarino y María Guaimas, plantea a Página/12 que detrás de la pregunta sobre por qué reconocer derechos a los animales no humanos (ANH) está “la cosmovisión antropocéntrica de les humanes blancos, capitalistas feudales como dice (Thomas) Piketty, los mismos que al decir del filósofo francés Montaigne en el siglo XVI se erigieron en el trono de la vida sin fundamentos científicos, aunque sí filosóficos, por ejemplo Descartes, para quien los animales no humanos eran máquinas”.
Liberatori advierte que las ciencias avanzan y que ahora “descubrimos” lo que siempre estuvo ahí. “En 2012, los científicos reunidos en Cambridge bajo el patrocinio de Stephen Hawking expresaron que existen evidencias de peso y convergentes que indican que los animales no humanos tienen sintiencia; nuestras alegrías y nuestras tristezas también son sentidas por los ANH porque las estructuras anatómicas son iguales o parecidas”, agrega la jueza, una de las magistradas precursoras en el uso del lenguaje inclusivo en sus fallos. “Al igual que (Eugenio) Zaffaroni, tal como lo dice en su libro La Pachamama y el Humano, nunca dudé de que los ANH no tuvieran ningún derecho solo por no ser como nosotres, aunque seamos tan animales como los 'demás animales', al decir de la senadora mexicana Jesusa Rodríguez. La naturalización de lo que creemos o pensamos, por ejemplo, que los ANH son 'cosas' a nuestro servicio, utilidad y provecho, ha sido la desgracia mayúscula de la Naturaleza en su conjunto no solo de los ANH, pensemos en las plantas y árboles, únicos seres vivientes que producen oxígeno”.
La filósofa Mónica Cragnolini, docente en la Universidad de Buenos Aires, investigadora del Conicet y autora de Extraños animales: filosofía y animalidad en el pensar contemporáneo, analiza la cuestión de los animales como seres sintientes. "En el siglo XXI nadie tiene la menor duda de que los animales, las plantas y otras formas de lo vital que existen en esta comunidad de lo viviente en la que estamos son seres sintientes. Ser sujeto de derecho es otra cuestión. En virtud de la extensión del Proyecto Gran Simio, se considera que aquellos que son semejantes a nosotros en una cercanía del 94 o 95 por ciento con respecto a lo genético, que son los que pertenecen al grupo de los homínidos (los bonobos, orangutanes, gorilas y chimpancé), tendrían los mismos derechos. La cuestión de la animalidad hay que pensarla no desde el criterio de semejanza de lo humano, sino desde el reconocimiento de la alteridad que el animal es. Lo que filosóficamente está en discusión es el concepto de persona no humana", aclara Cragnolini.
"Los animales deben ser considerados sujetos de derecho porque es el tiempo de reconocerlo y porque son seres sintientes y conscientes, como lo determina la Declaración de Consciencia de Cambridge", subraya la abogada Laura Velasco, criminóloga, directora del Instituto de Derecho Animal del Colegio Público de Abogados de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y directora del Instituto de Derecho Animal de Aidca (Asociación Iberoamericana de Derecho, Cultura y Ambiente). "Vivimos en un planeta con otras especies y merecen nuestro respeto y reconocimiento de su dignidad; nadie nos dijo que éramos la especie 'superior', esa mentada superioridad para explotar y utilizar a otras especies con afán de lucro y egoísmo, lo que se denomina especismo, tratar a otras especies como objetos o cosas. Jeremy Bentham sostuvo que la cuestión no es si pueden razonar, ni si pueden hablar. La cuestión es si pueden sufrir. Las mezquinas interpretaciones judiciales se han encargado de crear un inadmisible estado de desprotección al considerarlos aún como semovientes, objetos o cosas, en lugar de sujetos no humanos de derecho".
Velasco compara distintos momentos históricos. "Primero fueron los negros esclavos considerados 'propiedades' de sus 'amos', luego las mujeres casi como incapaces detrás de sus esposos, sin poder sufragar, y ahora es el tiempo de los animales. Desde hace unos años la dinámica internacional avanza en el sentido de una creciente consideración legal de los animales. Ya sea teniendo en cuenta su dignidad (Austria, Alemania, Suiza) o considerar que los animales son seres sensibles (Francia, Colombia, Portugal), se ha producido una evolución constatable. El próximo objetivo reside en otorgar la personalidad jurídica a los ANH". Liberatori comenta que la filósofa española Marta Tafalla dice que "nos creemos legitimados a destruirlo todo al punto de que estamos en una nueva era geológica a la que encima pretendemos denominar Antropoceno, en una muestra de narcisismo enfermizo". Para la jueza no se trata solo de los derechos de los animales no humanos sino de la Naturaleza toda, como lo han formulado las constituciones de Ecuador y Bolivia. O el tribunal colombiano, que reconoció como sujeto de derecho al Río Atrato en el Departamento del Chocó, la quinta biósfera más diversa del planeta.
Malena Blanco, cofundadora de Voicot, un movimiento artístico que lucha por la liberación animal, recuerda que para el derecho civil los animales tienen el estatus de "cosa mueble". "Esta clasificación está relacionada con un sistema que necesita un marco legal para explotar a los animales. No habría forma de criar a seres sintientes, reproducirlos, llevarlos al matadero, si este marco legal no estuviera reconocido. Para mí los animales son sujetos de derecho porque no solamente son seres sintientes. El jurista Hans Kelsen dice que no somos personas sino que tenemos persona en la medida en que las normas nos asignan derechos y obligaciones; entonces pensarlos a ellos como una cosa y como no personas permite explotarlos de manera sistemática. Los animales son sujetos de una vida y tienen un valor intrínseco en sí mismos: tienen memoria, percepción, autoconciencia, familia, amigos; la ciencia debería ser una base fundamental para las leyes. Si sacáramos a los animales del estatuto de cosa, deberíamos aceptar que estamos cometiendo un holocausto”, concluye Blanco.
Argentina tiene una legislación pionera, la ley 14.346 que establece penas para las personas que maltraten o hagan víctimas de actos de crueldad a los animales, sancionada en septiembre de 1954. Matías Tomsich, secretario general del Sindicato de Trabajadores Caninos, que reúne a paseadores, peluqueros y adiestradores, propone una ley “Berenjena”, en homenaje a una de las perras atropelladas, para actualizar y armonizar la legislación. “La política se tiene que hacer cargo de la vulnerabilidad en que se encuentran nuestros perros. La ley de maltrato animal se promulgó durante el mandato de Perón y para ese momento fue innovadora, hasta revolucionaría, pero ya cumplió más de setenta años --admite Tomsich--. Para el derecho civil los perros son cosas, los trata como objetos, y nosotros decimos que son parte de nuestra familia. Zaffaroni dice que ningún ser viviente debe ser tratado como una cosa. Y nosotros coincidimos ciento por ciento. Si una persona mata o lastima intencionalmente a un perro, debería ir preso”.