Muchas veces se declara, actúa o gestiona en nombre o en representación de la "heterodoxia económica". A primera vista, este lugar parece grandilocuente, apacible y cargado de verdades. Pero cuanto más se profundiza en la discusión política, el terreno se torna rugoso y difuso.

Esta es una diferencia sustancial con respecto a su contraparte, la “ortodoxia económica”, que tiene más claro su radio de acción manteniendo un discurso unificado en el campo político: libre competencia, nula o escasa intervención del Estado (siempre y cuando no implique transferencias hacia el bloque dominante), religiosa confianza hacia el sector privado y poca empatía con el movimiento obrero, entre otros.

¿Qué es la heterodoxia? 

Por convención se la considera un espacio que se nutre de diversas fuentes cuyo nexo es una postura crítica hacia el liberalismo a ultranza. En este abanico variopinto anida desde un arco inabarcable de marxistas, keynesianos, postkeynesianos, keynesianos neoclásico, kaleckianos, regulacionistas (por caso, se subdividen en la escuela de Grenoble, CEPREMAP, CME, Amsterdam, nórdica, alemana y norteamericana), sraffianos, neorricardianos, analíticos, radicales, evolucionistas, neoevolucionistas, neoinstitucionalistas, estructuralistas, dependentistas y demás subproductos menores. Es decir, una constelación heterogénea de autores e ideas.

La heterodoxia intenta modificar los desvíos del liberalismo ortodoxo o de su versión más publicitada, el neoliberalismo. Por ejemplo, contempla redistribuir el ingreso hacia sectores desfavorecidos vía política tributaria, fiscal y demás herramientas del Estado o bien fundamentar que la crisis la genera el propio capitalismo. Según esta visión, los mercados no tienden a la autorregulación sincronizada y al equilibrio, como plantearon Say y Walras y también los actuales manuales de economía. 

Tampoco asimila que el dinero, sin previa explicación, aparezca mágicamente inserto en vida social, como propone la lógica ortodoxa. El abanico de la heterodoxia económica es más amplio que el de su contraparte. Este gran paraguas alberga diferentes sectores e intereses que incluso dentro de la heterodoxia pugnan por imponerse.

Definiciones

La economía ortodoxa no soluciona ni contempla problemas operativos de las mayorías, con lo cual es una "mala" e "improductiva" economía, aunque en sus "papers científicos" todas las variables conduzcan al equilibrio general.

Es un problema definir a la heterodoxia solo como una "no ortodoxia". El elemento especifico debe ser el político. Se debe "llenar" de política a la caja heterodoxa. En este sentido, la ortodoxia puede darse el lujo de eventualmente prescindir de ella. El punto es dilucidar si un programa de corte heterodoxo puede mejorar el bienestar general o no.

*Doctorando en Desarrollo Económico (UNQ). Miembro del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).