El caso Wanda Nara-Mauro Icardi-La China Suárez fue el tema de la semana. Surgido en las redes sociales, y expuesto por los propios involucrados, escaló en el ecosistema digital, en cada red con sus propias reglas, y rápidamente trepó y se reprodujo en los medios tradicionales e incluso en la mesa familiar. El caso tiene al menos un componente que, leído con la lógica de la vieja escuela de periodismo, lo hace noticiable: lo que le pasa a las personas ricas y famosas siempre rinde --en rating, likes, followers--, sea cual sea la forma para medirlo. Sin embargo no alcanza ese análisis para entender lo que pasó. La cantidad de memes, chistes, gente sintiéndose autorizada a opinar y hasta agredir a una u otra protagonista, o también, aunque en menor medida, a Icardi --un protagonista borrado--, fue espeluznante. Y llamó la atención cómo la defensa de la familia tradicional, una institución que creíamos estaba enclenque, fue tan virulenta como para llevarse puesta a quien osara intentar correrse del eje de la discusión. Hubo feministas que lo hicieron y gente que reclamó que se dejara de justificar robar un marido ajeno con Simone de Beauvoir. Hubo quienes consideraron un tema exclusivo de la farándula, una pavada, que no valía la pena discutir y otros que se encarnizaron siguiendo en el show que minuto a minuto se fue armando. En esta nota hablamos con especialistas en medios y en género para entender el rol de los medios de comunicación en la exposición de la vida privada, la agenda que construyen las redes, y la visión conservadora de la familia, los vínculos y las mujeres que quedó en evidencia.

La dinámica de internet hace tiempo impone cambios en las prácticas periodísticas tradicionales: cambió la forma de titular, se reproduce lo que personajes públicos publican en sus redes, se dice más corto, más rápido, menos chequeado. En este caso quedó expuesto, además, que la agenda mediática que antes estaba impuesta por los diarios ahora la marcan las redes sociales, sobre todo personalidades que tienen en sus cuentas millones de seguidores/as, como es el caso. “Coincido en que la agenda mediática desde hace varios años tiene formatos y lógicas de organización impuestas por la digitalización y sobre todo por la expectativa de viralizar y mediar el impacto en visitas, tráficos. La consecuencia de este proceso hace que en la agenda periodística de los medios mainstream en todo el mundo, los temas livianos empiecen a desplazar a los temas de la agenda seria o más dura entre comillas. Casos de deporte o espectáculo desplazan temas de la agenda económica, social. Porque efectivamente tiene más click este escándalo que la negociación de la deuda con el FMI. Para el periodismo y los medios esto es también un proceso de metamorfosis de las rutinas productivas”, dijo a Página/12 Martín Becerra, investigador de Conicet y experto en medios.

La demagogia y los medios

Dicho esto, aclaró que no le parece que ese sea el motivo por el cual los medios de comunicación más grandes, los animadores y animadoras que conducen programas de diario y tv, cometan errores o directamente desinformen. ¿Por qué? “Porque hay desinformación en la tele, radio y los medios mucho antes de que surgiera Facebook…. Es una coartada echarles la culpa a las redes sociales de la falta de chequeo, de contraste con la realidad, de verificación narrativa, de búsqueda de archivo, de los procedimientos clásicos que caracterizaban históricamente al periodismo que le daban credibilidad… hace mucho que no se hace”, apuntó.

Decir “vamos tras los seguidores de Wanda, de La China” es lo mismo que recurrir a la vieja expresión “es lo que la gente quiere”. “Es una frase muy demagógica que los medios y conductores vienen repitiendo hace muchos años. Es lo que decía Bernardo Neustadt en la TV. Esa lógica de demagogia, de alentar a veces el morbo, a veces la radicalización en exceso de cuestiones importantes en la agenda pública, organiza el mundo de los medios mucho antes que las redes. Sí, concedo, las redes sociales aceleran y amplifican esa lógica que ya era inherente al mundo de los medios”, dijo. “Vivimos en una época que es transmedia, que obviamente tiene la coexistencia de distintos soportes medios dispositivos, no es que unos reemplazan a otros, cumplen distintas funciones en la sociedad y para los actores de las noticias”, agregó.

Para Becerra es un caso light, de agenda muy liviana, que descomprime la densidad de la agenda de desempleo, pandemia, muerte. Pero, aclara, la lógica de funcionamiento transmediático es válida también en casos pesados, por ejemplo, pandemia: “No es que la información, el debate los conflictos sobre la pandemia, vacunación, solo ocurren en TV. Una animadora llamó a tomar dióxido de cloro en la tv pero también pasa en Twitter cuando una líder de oposición comunica que presentó una denuncia penal contra el gobierno por lanzar una campaña de vacunación. Ocurre en Whatsapp, el medio elegido para comunicar la vacunación”.

Vidriera y privacidad (¿Qué privacidad?)

Lila Luchessi, directora del Instituto en Políticas Públicas y Gobierno de la Universidad Nacional de Rio Negro y profesora de Comunicación de la UBA, consideró que en términos mediáticos el caso “rinde porque la privacidad de los otros siempre es interesante”. Algo que no es necesariamente nuevo pero que tiene algunos condimentos particulares. “Cambia el criterio de privacidad. En la vieja Radiolandia había muchas veces un pacto entre periodistas de espectáculos y estrellas: no se podían ventilar este tipo de cosas. Y a la vez había una cosa bastante hipócrita en la sociedad, todo el barrio sabía que alguien tenía una relación paralela y no se decía. Las redes lo que hacen es exponer la privacidad de forma brutal, son los mismos protagonistas los que lo hacen, se da lugar a una especie de gran circo romano donde todo el mundo puede reírse, opinar, lapidar desde el teclado de una pantalla a quien se le ocurra”, apuntó.

También se mostró sorprendida sobre el hecho de que “las mujeres le caigan tan duro a La China Suárez, no porque nos gustaría que nos pase, el tema uno lo tiene con su pareja, no con alguien de afuera. Me llama la atención y sobre todo en el caso de Wanda que le caiga tan duro a La China porque ella se permitió enamorarse de un tercero en discordia. Está como aceptado socialmente que las mujeres que están en esa posición son busconas y que el que abre la puerta no tiene responsabilidad”.

Lo interesante es que si bien es un escándalo de “estrellas”, pasa también “con una piba que va al secundario en Villa Caraza”, como apuntó Luchessi. No es algo ajeno y que solo viven ricos y famosos, como dijeron algunes. En los colegios, en los barrios, en todos lados, ser mujer asegura una cuota extra de violencia. Como decía en otra nota: Las mujeres estamos siempre en el banquillo de los acusados. Si callamos, otorgamos. Si hablamos, somos unas boconas. Si sufrimos por sentirnos traicionadas, nos victimizamos. Si cogemos, somos putas o zorras (palabra tan dicha por estos días). En ese sentido, Valeria Fernández Hasan, investigadora de Conicet y experta en género y comunicación, llamó la atención sobre el rol en que son puestas las mujeres: “Tiene que ver con esta intolerancia por parte de la sociedad de no entender a las mujeres sexualmente activas, el no ser pasiva eróticamente resulta intolerable. Una mujer que toma sus propias decisiones resulta intolerable”.

Danza de estereotipos

Eso que Becerra llama “liviano”, desde el enfoque de género o para los feminismos no lo es. De todos modos también hubo feministas que se quejaron de darle entidad a este debate. Tal vez como expresión del hartazgo que implica volver sobre temas que consideraban superados. “Estábamos en otro punto. Volver a discutir en el espacio público en relación a una infidelidad, es como darle una entidad, darle lugar a una discusión que está fuera de época. Me parece que pasa por ahí la queja. Es alimentar un montón de discursos que van en contra de todo lo que desde el feminismo se estimula: por ejemplo, el enfrentamiento entre dos mujeres por un varón, donde el varón sale totalmente indemne. Incluso la figura de este varón está completamente desdibujada. Alguien lo lleva de las narices, y su esposa, muy patriarcal, que lo amenaza, lo trae y lo tendrá sometido. Es una danza de estereotipos del patriarcado muy fuerte y en realidad no sabemos mucho de lo que pasa en este vínculo. Esto es parte de una ficción que nos están contando. Pero no sabemos qué les pasa a Wanda, a La China y a Icardi. Es una narrativa que ellos y un poco los medios y la sociedad estamos armando”, dijo Fernández Hasan.

Es decir, en el marco del movimiento #Niunamenos y el impulso a ampliación de derechos que significó, sumado a que en los últimos años se repensar las relaciones sexuales y afectivas, se habló de poliamor, de parejas abiertas, de pactos distintos a los del matrimonio tradicional, “aparece una reacción pública tan exacerbada en relación a un tipo de relaciones, que es de otra época. Criticar fuertemente a quien rompe una familia, la robamarido, la fuerte defensa de la familia tradicional... Me llama la atención qué identificaciones y representaciones están en juego, qué fantasmas hay acá dando vueltas que socialmente reaccionan de esta forma. A lo mejor los discursos conservadores que vemos en otros temas también se ven en un retorno a la familia, la pareja… es una reacción muy conservadora”, agregó Fernández Hasan. Los medios, dijo, “hacen un show mediático, el morbo, el espectáculo, pero no están reproduciendo nada que no esté afuera, en la sociedad”.

La idea de reacción conservadora o backlash, de ofensiva contra el avance de los derechos de mujeres y niños y niñas no es nueva. Se vio en Argentina la década pasada en los casos de abuso sexual de niñas, niños y adolescentes. También se podría pensar que esas reacciones son coletazos de una estructura que se está desmoronando. En ese sentido, la experta dijo que hay dos categorías que permiten pensarlo: Lo emergente y lo arcaico. En este caso lo emergente serían los nuevos vínculos sexo-afectivos, y este escándalo sería lo arcaico, “que no termina de retirarse, de disolverse, cada tanto vuelve”, explicó.

Por otro lado, coincidió con Becerra en que “lo noticiable está en las redes y los medios van detrás de eso. Es como si el espacio público estuviera en las redes hoy y los medios buscan allí. Con sus cosas buenas y sus riesgos. Porque el nivel de discursos de odio que circula en las redes es enorme, de fake news, la exacerbación, difamación”.

Revisar el rol de los medios de comunicación en este asunto, como en tantos, siempre es tema pendiente. El hecho de los medios se parezcan cada vez más a las redes tiene sus problemas. “Los medios buscando la noticia en las redes, y buscando sin chequear para construir la noticia, cada vez se alejan más de informar de manera responsable”, finalizó Fernández Hasan.