Dicen en el campo que hay que seguir de cerca los movimientos de los cuervos. Prestar atención a sus comportamientos ayuda a predecir las lluvias que se avecinan. Andrés Larroque forma parte de esa especie en la política argentina. “Yo voy a ir a la plaza”, dijo cuando el Gobierno aún zigzagueaba sobre qué hacer con la celebración del 17 de octubre. “Todos somos prescindibles”, sentenció 24 horas antes de que “Wado” De Pedro pusiera a disposición su renuncia y se desatara la tormenta entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner por los cambios de gabinete. El ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense no sólo gestiona la situación social en la Provincia sino que es una voz autorizada para anticipar los movimientos del cristinismo. También se ofrece como articulador entre los diferentes sectores que componen la coalición gobernante y recorre los barrios con la esperanza de poder en noviembre dar vuelta el resultado de las PASO.
En diálogo con Página/12 durante una actividad en San Vicente, el secretario general de La Cámpora no esquivó definiciones. Explicó el origen de las tensiones en el oficialismo y pidió recordar “las proporciones” de poder que fundaron la coalición. Asimismo, destacó como señales positivas el congelamiento de precios y el refuerzo de la Asignación Familiar, marcó sus diferencias con los movimientos sociales por “la discrecionalidad” en la administración de los planes sociales y criticó el “pudor” con el que se actuó frente a la situación de los presos políticos. Como desafío a futuro remarcó: “Recuperamos el Gobierno, ahora tenemos que recuperar el peronismo”.
- En las recorridas por los barrios, ¿notás el distanciamiento de la sociedad con la política?
- En la previa a las PASO no había notado hostilidad. Después sí nos dimos cuenta que hay apatía. Los militantes te piden fotos pero una gran parte de la ciudadanía está desilusionada. Hay un fenómeno que no llega a ser el del 2001, pero el combo entre la crisis, la expectativa de reparación de 2019, luego la pandemia y ese delay, generó en algunos sectores cierta sensación de apatía.
- ¿Hubo un error de cálculo respecto a la valoración electoral del plan de vacunación y los cuidados sanitarios?
- Se encaró la elección en clave pandemia y hubo cierto optimismo desmesurado. Confiamos demasiado en lo que habíamos hecho. Entendíamos que eran logros muy reivindicables, pero en el combo que tuvo que enfrentar cada familia no alcanzaron. Hubo una idea de que lo sanitario tenía que ser la centralidad de la campaña. Nosotros hicimos advertencias públicas del caso en materia social y no se tuvieron de todo en cuenta. También es un momento muy complejo. El Estado que venía a sanar todo el dolor que había generado el macrismo terminó transformado en un gendarme sanitario y en una posición extremadamente hostil para muchos ciudadanos y ciudadanas.
- Cristina Kirchner habló de ajuste. Vos en su momento dijiste que en este contexto no se podía “amarretear”. ¿Cambió eso?
- Hay algunas señales positivas. Es muy alentador como Roberto Feletti está encarando el tema precios. También se tomaron medidas como la recomposición de la Asignación Familiar y la monetización de la Tarjeta Alimentar. Esas son muy buenas señales. Desde ya, no es lo único que hay que hacer.
- El planteo que Martín Guzmán hace frecuentemente es que hay que ser prudente en cuanto a la sostenibilidad fiscal. Que esa no es una lectura de derecha sino que por el contrario, si querés un Estado fuerte tenés que ser cuidadoso respecto de la emisión para no tener una moneda débil. ¿Vos cómo lo ves?
- Hay que mirar la cuestión fiscal, pero también hay que mirar a la gente. Si miramos solo uno de los aspectos vamos a estar en problemas. Más en un contexto absolutamente excepcional. Cuando nosotros observamos el comportamiento de otras administraciones de signos ideológicos diversos a nivel mundial, vemos un nivel de inversión y de actividades del Estado que fue mayor al que se realizó en Argentina. Se creía que con eso alcanzaba y no alcanzó. La teoría del derrame no funciona. El proceso hasta que la recomposición macro llega es muy lento. Ahí tiene que intervenir el Estado. Y no hay que tener miedo ni enojarse si se da esta discusión. La unidad no significa que no haya debate.
- ¿Cómo está la convivencia en la coalición? La unidad se sostiene, pero las diferencias internas son marcadas.
- La unidad no está puesta en discusión. Pero con la unidad sola no alcanza, tenemos que dotarla de mayor sentido. La dinámica del FdT se congeló porque se licuó mucho el debate político a partir de la pandemia. En marzo de 2020 pusimos en pausa el desarrollo de ese frente electoral que se transformó en una coalición de gobierno. Lo que necesitamos son ámbitos en donde poder resolver las distintas perspectivas. En algún momento fluyó más, en otro costó más y esas tensiones finalmente se expresaron públicamente que es lo que no nos sirve.
- ¿Y cómo se resuelven esos ritmos e identidades diferentes?
- Hay que volver a analizar la génesis del FdT. Quizás el resultado de 2019, la conformación del gabinete al inicio del gobierno o la subida de la imagen positiva de Alberto generó en algún sector una expectativa de tratar de invertir las proporciones que fueron fundacionales del Frente. En esa alteración se empezaron a generar los desencuentros y las tensiones. Desconocer que el Frente se conformó con la convocatoria de Cristina es una tontería.
- ¿No hay un problema de origen? Al haber un jefe de gobierno y una jefa política al mismo tiempo.
- Es difícil, pero eran las condiciones que teníamos. La relación entre Alberto y Cristina tiene que ser complementaria. Está mal que Alberto pretenda disputar el rol de Cristina y que Cristina pretenda disputar el rol de Alberto. Ella nunca pretendió eso. Incluso bajó mucho su perfil para que quede claro que él conduce el Ejecutivo. En el medio de toda esta película, aparecieron planteos tendientes a querer ponerlo a Alberto en el rol de liderazgo, yuxtaponiendose al rol de Cristina, y eso no fue útil.
- ¿Le faltó épica al Gobierno en estos primeros dos años?
- Recuperamos el Gobierno, ahora tenemos que recuperar el peronismo. Un peronismo de cara a la gente. Eso fue un poco de lo que faltó producto de las propias tensiones internas. Hay que ser más ejecutivos, más audaces. Clarificar la agenda. En función de este planteo peyorativo respecto al problema de las formas que tenía Cristina, o lo que ella representaba, el sector moderado es el que tomó mayor preponderancia y pareciera que era un pecado reivindicar las políticas de redistribución del ingreso, las que más identificaron a los 12 años de Néstor y Cristina. Hay que salir de esa trampa que nos construyeron los medios hegemónicos y en la que estuvimos atrapados hasta ahora.
- ¿Se puede dar vuelta el resultado electoral en noviembre?
- Hay condiciones objetivas. Matemática y políticamente hay forma de revertir o recomponer el resultado. Pero estamos en un momento muy especial. Nosotros no llegamos a dimensionar el shock emocional que atravesó la sociedad y no tengo tan claro cómo va a evolucionar eso de cara al 14 de noviembre. Hay signos alentadores como la recuperación de la normalidad y una recuperación económica que se consolida.
- ¿Ves posible un acuerdo con la oposición después de las PASO?
- Nosotros siempre vamos a tener la voluntad e iniciativa de hacerlo. Lo hizo CFK el día que planteó la candidatura de Alberto como mensaje de recomposición con un sector del sistema político que hacía mucho hincapié en "las formas del kirchnerismo". Alberto lo planteó durante toda la campaña y apenas asumió redobló esa convocatoria y lo va a seguir haciendo. Del otro lado, hay sectores que hacen poca política. En realidad remiten a factores del poder económico que son los que en definitiva están buscando tensar y generar una situación de crisis en Argentina porque a río revuelto ganancia de pescadores. Necesitamos un acuerdo para que exista un país sustentable. Un país que no tiene definido su perfil económico y productivo es difícil de prever cómo va ser su futuro. Y eso requiere una resolución en conjunto. Por lo menos que ciertos sectores o factores no entorpezcan una estrategia de recuperación del país.
- ¿Cómo calificás la actitud de los empresarios que no quisieron acordar el congelamiento de precios y hablaron de desabastecimiento?
- Espantosa. Alguien que se dedica a la actividad empresarial tiene una responsabilidad social. Por moral y pragmatismo tienen que ser más responsables. Si no lo son, el Estado tendrá que intervenir y el conjunto de la ciudadanía tendrá que expresarse.
- ¿Alcanza con pedirle sensibilidad al poder económico?
- Yo no renuncio a eso. Hay casos de empresarios que lo están haciendo. Nosotros no somos antiempresarios. No somos anticapitalistas. Creemos que el capitalismo tiene deficiencias que hay que corregir. Ahora, si el diálogo y el consenso no resuelven las tensiones, nosotros nos vamos a parar con los intereses de las mayorías.
- ¿Cuáles son las diferencias que planteás con las organizaciones sociales en relación a los planes?
- Hay dos cuestiones. Por un lado, tiene que haber una política de ingresos en la transición de una crisis social que va a tardar en reintroducir a un sector importante de la sociedad en el mercado formal de trabajo. No puede haber una persona que no cuente con algún nivel de asistencia para sobrevivir. Por el otro, están las políticas sociales de carácter focalizado, lo que la gente conoce como plan, que es una política específica para dinamizar emprendimientos productivos. Hoy tenemos una contradicción. Masificamos el Potenciar Trabajo, que tiene 1 millón 120 mil beneficiarios, y redujimos mucho una política de ingresos como el IFE. Hay que generar una política de ingreso más estable como la AUH para sectores que hoy no están contemplados. Otra cuestión es garantizar la universalidad. Nosotros no podemos ser discrecionales a la hora de resarcir los derechos. El Estado no puede tercerizar su función social. No puede ser que una tercera instancia defina quién come y quién no. Eso fue lo que pasó en la época de Macri.
- Decís que las organizaciones no deberían ser un intermediario con el Estado.
- Tienen que trabajar asociadamente. No pueden determinar con exclusividad quiénes son los beneficiarios sin que el Estado forme parte. Los sectores políticos que conducen a las organizaciones entienden que agrandando su volumen de beneficiarios van a tener más poder. Y eso es un error, los debilita. Nosotros tenemos que generar derechos de carácter universal.
Poder Judicial y presos políticos
- ¿Cómo tomaste el sobreseimiento en la causa Memorándum?
- Siempre es bueno que en una estructura como la del Poder Judicial haya signos de vitalidad. Eso es sano para la sociedad. Lamento que Hector Timerman no esté vivo para haber disfrutado de esa situación. También lamento aquellos compañeros y compañeras que estuvieron privados de la libertad. Todos de alguna manera padecimos la persecución, pero algunos de una manera más clara sobre su cuerpo.
- Hay dirigentes, como Milagro Sala, que están enojados con el Gobierno por lo que consideran una falta de acompañamiento respecto a la situación de los presos políticos. ¿Cómo lo evaluás?
- Creo que hubo pudor. Nosotros ganamos las elecciones con la agenda de la libertad a los presos políticos. Asumimos el Gobierno y nos dio pudor sostener esa centralidad. Fue un error. Lo expresamos desde el primer momento y de todas las maneras posibles. En privado, en público. Esto es poder. Hay que aprovechar los momentos y hay iniciativas en las que no se puede ceder. La historia es dinámica. En una primera instancia se desperdició una oportunidad de poder. Y no estamos hablando de avanzar sobre otro poder sino plantear de cara a la sociedad lo que ocurrió durante 4 años en materia de arbitrariedad y abusos a partir del manejo político que tenía el Gobierno de Macri sobre un sector del poder judicial.
La Cámpora, 15 años
- En diciembre se cumplen 15 años de la fundación de La Cámpora. ¿Qué aciertos y errores le marcás?
- Tuvimos muchísimos aciertos. En un tiempo tan líquido de la política a nivel mundial y en Argentina sobre todo, que una estructura se consolide durante 15 años es muchísimo. Errores hemos cometido, pero con los mecanismos correspondientes tratamos de corregirlos.
- ¿Cómo fue la evolución?
- Nosotros buscamos que el espacio no durara dos meses. En aquel tiempo ocurría muy a menudo que se presentaba una agrupación, el plotter, el acto, los afiches y eso se discontinuaba. Nosotros teníamos una vocación y experiencia militante con un método claro. Y en eso fuimos muy rígidos. La primera etapa con la muerte de Néstor (Kirchner) se precipitó. Requeríamos algún tiempo más, pero las circunstancias nos metieron de lleno en responsabilidades muy importantes de gestión. Y eso capaz nos sirvió. Hoy tenemos una inmensa experiencia. Quizás cometimos tropiezos y errores en el momento en que los teníamos que cometer y hoy hemos ganado mucho en solvencia, experiencia, templanza.
- ¿Hoy es más pragmática la agrupación?
- No. Son roles y momentos. La organización estaba ubicada en una parte del espectro del sistema político, del peronismo, del kirchnerismo, y al ir ganando volumen y responsabilidades nos fuimos corriendo a la centralidad del dispositivo. Y hoy tenemos un rol de aporte a la conducción del peronismo que compartimos con un conjunto de actores.
- ¿Apuntan a conducir el país?
- Sí, por supuesto. Que lo conduzca el peronismo, siempre.
- ¿Lo ves a Máximo Kirchner en un cargo ejecutivo?
- Sí, lo que él disponga. Supongo que lo va a ser. Nosotros no pensamos en “quiero ser tal cosa”. La realidad y las circunstancias lo van determinando. Somos militantes comprometidos con el país y lo que venga lo vamos a asumir.