Lucky Chan-sil                                 6 Puntos

Corea del Sur, 2019.

Dirección y guion: Kim Cho-hee.

Duración: 95 minutos.

Intérpretes: Kang Mal-geum, Youn Yuh-jung, Kim Young-min, Yoon Seung-ah, Bae Yoo-ram.

Estreno en Mubi.

Entre 2009 y 2015 la productora surcoreana Kim Cho-hee participó en diez largometrajes de su compatriota Hong Sang-soo –uno de los nombres más importantes del cine de la península–, entre otros Our Sunhi, Right Now, Wrong Then y la estrenada en Argentina En otro país. Producida de manera independiente, a la manera de los films de su “maestro”, la primera película de Kim como directora, estrenada en 2019 en el Festival de Busan, comienza con una escena que bien podría formar parte de cualquier relato de Hong: un director de cine, su fiel productora y varios asistentes conversan, ríen y juegan a piedra, papel o tijera mientras las botellas de soju vacías se acumulan sobre la mesa de un restaurant. De pronto, el veterano director comienza a sentirse mal y muere, ahí mismo y sin que nada pueda hacerse, de un paro cardíaco (ya desde la secuencia de títulos la marcha fúnebre de Chopin anticipa el hecho con ironía y, posiblemente, algo de sarcasmo). Chan-sil, productora de toda la vida del finado, se encuentra de pronto huérfana de liderazgo, de perspectivas, de un sentido que guíe sus días y noches. En definitiva, su existencia es ahora un sinónimo del vacío.

Es imposible no pensar en Chan-sil, la protagonista de Lucky Chan-sil, como un alter ego o espejo estilizado de la realizadora, aunque en la vida real, afortunadamente, el director Hong no haya muerto por exceso de farra. ¿Exorcismo, catarsis, deseos reprimidos por parte de Kim Cho-hee? Tal vez, aunque el evento que abre su ópera prima es apenas el punto de partida de una historia que va corriéndose lentamente de los tonos típicos del cine de Hong para buscar y encontrar formas propias, no siempre efectivas pero usualmente interesantes. Sin trabajo ni dinero y deprimida, Chan-sil (Kang Mal-geum) alquila el cuarto vacío de una casa habitada por una anciana –interpretada por la experimentada Youn Yuh-jung, ganadora este año del Oscar a Mejor Actriz de Reparto por su papel de abuela en Minari– y se pone a limpiar la casa de una amiga actriz como nueva profesión ¿temporaria? Allí conoce a un profesor de francés y eventual realizador de cortometrajes con el cual entablará una relación en principio amistosa, al tiempo que comienza a tener charlas habituales con… el fantasma de Leslie Cheung, famosa estrella del cine hongkonés que decidió quitarse la vida en 2003.

Comedia dramática y agridulce que coquetea, sin tocar base, con la posibilidad del romance fílmico, Lucky Chan-sil mantiene un espíritu indie de principio a fin, aunque los tintes reflexivos sobre las angustias existenciales de la mediana edad no siempre están a la altura de las ambiciones. Cine sobre el cine, pero también sobre la vida de este lado de la pantalla, la película de Kim ofrece dosis iguales de empatía y emoción (la protagonista ayuda a la anciana a aprender a leer y a escribir) y comentarios sobre la cinefilia, como en esa escena en la cual Chan-sil no logra comprender como su nuevo amigo prefiere el cine de Christopher Nolan al de Yasujiro Ozu. “Eres de esos”, le dice despectivamente, aunque la respuesta del muchacho no deja de tener todo el sentido del mundo: “Nunca juzgues a una persona por sus gustos cinematográficos”. En el fondo, la película es un retrato amable, nunca cruel, de una mujer que ingresa a su cuarta década de existencia sin saber muy bien en qué gastó las anteriores, el (re)descubrimiento y conquista de una vida.