La reunión duró lo que un partido de fútbol sin contar el entretiempo: 90 minutos. Alberto Fernández y Kristalina Georgieva se vieron nuevamente en Roma, en la sede de la embajada argentina, para hablar de la deuda que el país tiene con el Fondo Monetario Internacional. El Presidente había sido muy claro a la mañana en su exposición en el G20: "no hay inocentes en esta historia. Son tan responsables los que se endeudaron sin atender las ruinosas consecuencias sobrevinientes como los que dieron los recursos para financiar la fuga de divisas en una economía desquiciada". La respuesta de ambas partes al encuentro fue que la reunión fue buena, pero que no se conversaron detalles. "Buen encuentro con la directora gerente del FMI para avanzar en negociaciones que nos permitan salir del lugar social y económicamente insostenible en donde el gobierno que me precedió dejó a nuestra amada Argentina. Negociar con firmeza es recuperar soberanía" tuiteó Fernández.
Por su parte, Georgieva dijo que “no se conversaron detalles” en el encuentro con el mandatario argentino, pero destacó que el intercambio fue “bueno”.
“Fue una reunión constructiva donde seguimos buscando construir entendimientos. Siempre seguimos trabajando, de hecho continúan las negociaciones y reuniones”, dijo el ministro de Economía, Martín Guzmán, que formó parte del encuentro. Las negociaciones entre la directora gerente del FMI y el primer mandatario argentino, queda claro, tendrán más capítulos.
Desde el Gobierno difundieron un comunicado que dice que "el presidente Alberto Fernández se reunió este sábado en Roma con la Directora Gerenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, para dar continuidad a las negociaciones que está llevando adelante la Argentina con el organismo".
Agregaron que durante el encuentro, en el que el Presidente estuvo acompañado por al ministro de Economía, Martín Guzmán, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, "se continuó dialogando para avanzar en la negociación del nuevo programa que reemplace al fallido Stand By acordado por el gobierno de Juntos por el Cambio".
El Presidente tiene una certeza: la plata que se le debería pagar al FMI el año próximo, Argentina no la tiene. Así de sencillo. Es por eso que se harán, juran desde el entorno del Presidente, todas las reuniones que sean necesarias hasta que haya un acuerdo ventajoso para ambas partes.
Pero no es fácil, claro. Se requiere el apoyo de Estados Unidos, que tiene casi el 17% de los votos porque sigue siendo el más poderoso del mundo y aunque en el G20 Joe Biden y Alberto Fernández se hayan sonreído y Biden le haya dicho que se reunió con un amigo en común (por el Papa Francisco), una cosa es la diplomacia y otra los intereses.
Cabe destacar que el mensaje de Fernández siempre fue el mismo. Como candidato a Presidente, en agosto de 2019, el hoy primer mandatario sostenía que el acuerdo estaba caído, que habría que renegociar plazos y que también había incumplido el organismo cuando envíó fondos que se fueron en con "la fuga de capitales".
La reunión más esperada
Roma, otoño, sol. La tarde italiana transcurría con la calma que le faltaba a la delegación de periodistas, ansiosos en la embajada argentina esperando la llegada del Presidente y de la directora gerente del FMI. Ella llegó unos minutos antes que el Presidente, que tuvo en el G20 una enfática exposición y muchas reuniones bilaterales. Las que Fernández tuvo con los líderes de países europeos apuntan a fortalecer el vínculo de la Argentina con cada Estado y algunas se prolongaron.
Cuando la reunión hubo terminado, una larga reunión de 90 minutos, se supo enseguida que había sido buena, pero que habría más capítulos.
Porque Fernández pretende que el FMI se haga cargo de su "error" que llevó al país a tener esta deuda: el préstamo más grande de la historia otorgado a un Gobierno incumpliendo normas propias del organismo para financiar la campaña del expresidente Mauricio Macri, a quien el expresidente de Estados Unidos Donald Trump quería otra vez al mando del destino de los argentinos.
El problema es que reconocer ese error otorgando más plazo y bajando la tasa, como pretende el Gobierno, no es algo que el FMI vaya a hacer tan fácilmente. Entre otras cosas porque generaría un precedente.
Pero la historia no está escrita: se está escribiendo,
Martín Guzmán cenó la noche del viernes con Kristalina Georgieva en un castillo porque las conversaciones siguen. Y seguirán porque si bien el Gobierno quiere acordar, ya son muchas las ocasiones en las que el Presidente dijo que no quiere hacerlo sobre el padecimiento del pueblo argentino.
Es cierto que la reunión con Georgieva podría haber ofrecido, al menos públicamente, declaraciones más optimistas. Pero no es menos cierto que en las negociaciones delicadas, el secretismo es premisa y un compromiso de las partes para que no se arruine lo que se viene conversando.
Cuando volvió de la reunión con Georgieva, Alberto Fernández se cambió en el hotel Regina Baglioni y partió raudo junto a la primera dama Fabiola Yáñez a una cena de gala.
Aún tiene por delante la exposición en dos paneles en el G20 en su último día en Italia.
El Presidente sabe que hay un mañana y es probable que conozca también el dicho: "cuando la deuda es chica, el problema es del deudor. Cuando es grande, es del acreedor".
Y vaya que la deuda que Mauricio Macri tomó con el FMI es grande. El problema es que no se puede aplicar el dicho,, también famoso, Dios se lo pague.
Aunque el Papa sea argentino.