Policías que participaron de la represión del Centro Cultural San Martín, en la que tres personas fueron baleadas con proyectiles de plomo, confesaron que los tres agentes imputados eran los únicos que cargaban, aquella noche, con escopetas. La declaración se dio en una nueva audiencia del juicio oral contra Miguel Ledesma, Gabriel Pereira de la Rosa y Maximiliano Acosta, los tres efectivos de la extinta Policía Metropolitana, quienes dispararon “a matar” en el desalojo de la sala Alberdi, en marzo de 2013. 

“El juicio avanza y las pruebas contra los tres policías son evidentes, pese a que muchos agentes se olvidaron de tomar el memorino.” La frase le pertenece a María del Carmen Verdú, abogada de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), y se refiere a los distintos testigos presentados por la defensa de los tres policías –juzgados por “triple tentativa de homicidio”, con el agravante de ser miembros de una fuerza de seguridad– y al escaso y nulo recuerdo de lo ocurrido la madrugada del 13 de marzo de 2013, en la que uniformados de la Metropolitana balearon a Esteban Ruffa y Germán de los Santos, fotógrafos de la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA) y al militante Mario Fumaroni, durante la represión para desalojar la Sala Alberdi. 

Sin embargo, la falta de memoria por parte de los testigos llegó hasta un cierto límite en esta audiencia. Ante la consulta del fiscal Oscar Ciruzzi acerca de quienes cargaban con las escopetas utilizadas en el desalojo, aquellos policías que declararon –varios de los citados no aparecieron en la sala del Tribunal Oral en lo Criminal N°7– reconocieron lo mismo que aparece en el registro armamentístico de la Policía Metropolitana: esa noche, Pereira de la Rosa era el único oficial de la División de Intervenciones Complejas (DIC) que contaba con una escopeta Mossberg 12/70, mientras que Ledesma y Acosta, de otra brigada de la misma fuerza, también utilizaron el mismo tipo de arma, según figura en los expedientes policiales.

“En cuanto a la demostración que se utilizaron municiones de plomo, los testigos de la defensa continuaron con el ocultamiento corporativo. Igual, la estrategia no le funcionó demasiado: en la audiencia pasada el inspector (Diego Castillo) de la Metropolitana afirmó que cuando se acabaron los cartuchos de goma, salieron a buscar posta de guerra (balas de plomo). Luego, intentó corregirse”, aseguró a PáginaI12 Fernando Ruffa, integrante de la RNMA y hermano de Esteban, fotógrafo que aún conserva en su pierna un proyectil de los cientos que fueron gatillados por la extinta Policía Metropolitana, la madrugada del 13 de marzo de 2013, en plena avenida Corrientes.

Por otra parte, en el peritaje dispuesto por el Cuerpo Médico Forense se comprobó que ninguna bala de goma puede alojarse en el hueso de la pantorrilla de una persona. “Solo los proyectiles de plomo consiguen esa profundidad”, dijo Verdú a este diario. La próxima audiencia será mañana, cuando declaren los testigos restantes que fueron propuestos por la defensa de los acusados. Luego, el viernes próximo, será el tiempo para los alegatos. La fecha de la sentencia aún no está confirmada.

El 13 de marzo de 2013, efectivos de la Policía Metropolitana desalojaron violentamente la plaza ubicada en la entrada del Centro Cultural San Martín, en Sarmiento y Paraná, donde un grupo de estudiantes acampaban hacía setenta días para reclamar contra el cierre de la Sala Alberdi. Luego del desalojo, dos divisiones de la fuerza continuaron con la represión y dispararon, con balas de plomo, contra los manifestantes que se alejaban de la zona.