El Frente de Todos encara la recta final de la campaña electoral con todo el aparato apuntando a la Primera y Tercera Sección de la provincia de Buenos Aires. Sin tiempo ya para nuevas giras, el gobierno nacional concentrará los últimos esfuerzos en un megaoperativo de acciones cara a cara en el conurbano con el objetivo de ir a la caza de las 2 millones de personas que no fueron a votar en la última elección. "Vamos a hacer lo que el peronismo mejor sabe hacer: salir a ganar la calle", repiten desde Casa Rosada. El papel principal lo tendrá el presidente Alberto Fernández, cuya agenda le marca el paso de una recorrida por municipio por día, como hizo ayer en Quilmes. La frutilla del postre será el acto multitudinario del jueves en Merlo, para el que se espera que Cristina Fernández de Kirchner pueda participar luego de su intervención quirúrgica. Paralelamente, el resto de las provincias continuarán con su campaña descentralizada y algunas visitas de funcionarios nacionales. El optimismo en el oficialismo respecto a la posibilidad de dar vuelta la elección es moderado: la mayoría se inclina por la cautela, no aspirando a ganar más que algunos puntos en algunas jurisdicciones. El verdadero desafío, coinciden varios, comenzará el 15 de noviembre.

Con la consigna "el puerta a puerta más grande de Todos", el Frente de Todos se lanzó de lleno al sprint final de la campaña. El sábado al mediodía, después de casi una semana sin actividades proselitistas, Alberto Fernández realizó una recorrida por Quilmes junto a la intendenta Mayra Mendoza. Allí charló con vecinos, recorrió una fábrica de envases y botellas de vidrio, repartió boletas casa por casa, visitó comercios y obras públicas de la zona, y participó de una reunión por el operativo electoral en La Florida. Territorio, cercanía y cara a cara: esa es la estrategia del gobierno nacional para los últimos seis días de campaña. "Les pido que no bajemos los brazos, que salgamos a recorrer las calles y convoquemos a todos los vecinos y vecinas para que vayan a votar en defensa propia, para que tengan un futuro ellos y sus hijos. Para que nuestros abuelos no sigan siendo material de descarte como fueron en la época en que ellos gobernaron, donde no sólo hicieron caer un 20 por ciento los ingresos sino que además los dejaron sin medicamentos", sostuvo Alberto Fernández durante el recorrido.

En línea con la política de "microacciones" que había iniciado el presidente luego de la derrota de las PASO, la previa del 14 de noviembre se colmará de actividades en el territorio. Si bien intendentes, funcionarios nacionales y provinciales, candidatos y militantes se repartirán entre sí las jurisdicciones más importantes, el foco del gobierno estará puesto en el conurbano bonaerense. La clave está en las 2 millones de personas de la Primera y Tercera Sección que no fueron a votar y que el oficialismo identifica que podrían ayudar a dar vuelta la elección en la Provincia de Buenos Aires. O al menos permitirles subir dos o tres puntos. En efecto, Alberto Fernández no fue el único que recorrió la Provincia el sábado, sino que gran parte del gabinete nacional y provincial se lanzó en un megaoperativo por todos aquellos distritos en los que identifican que puedan recuperar algunos votos: Santiago Cafiero estuvo en San Isidro, Gabriel Katopodis en San Martín, Jorge Ferraresi en Avellaneda, Juan Zabaleta en Hurlingham, Alexis Guerrera en Junín, Horacio Pietragalla en Esteban Echeverría, y Cristina Álvarez Rodríguez en Escobar. El hashtag elegido para instalar la campaña en las redes fue "#VotoAVoto".

Todas estas actividades, que se repetirán hasta la veda, funcionan de antesala para el acto masivo de cierre en Merlo. Originalmente organizado para el sábado 6, el acto se pasó para el jueves 11 debido a que se buscaba darle más tiempo a la vicepresidenta para que se recuperara luego de su operación. En el equipo de campaña del FdT, sin embargo, destacaban que el corrimiento del acto permitiría también continuar hasta último momento con las microacciones de escucha en el territorio. Desde que se sumó a la campaña, el asesor catalán Antoni Gutiérrez Rubí insiste en priorizar las recorridas y bajadas al territorio por sobre los actos masivos. El gran final, de todos modos, será en el Parque Néstor Kirchner en el municipio de Merlo, el mismo lugar que en el que se presentó por primera vez la fórmula Fernández-Fernández allá por mayo del 2019.

Paralelamente, en la última semana, varios funcionarios nacionales aprovecharon para visitar diferentes provincias para apuntalar a les candidates del oficialismo, haciendo especial hincapié en aquellas que eligen senadores. El jefe de Gabinete, Juan Manzur, estuvo hasta ayer en Córdoba, figurita difícil para el FdT en donde apenas llegó a superar el 10 por ciento de los votos en las PASO. También los ministros de Interior, Eduardo "Wado" De Pedro, y de Turismo, Matías Lammens, estuvieron recorriendo el sur y se espera que el martes viajen a Chubut, una de las provincias claves para el oficialismo en esta elección. El FdT cree que puede mejorar el resultado de las PASO - en donde JxC ganó con el 58 por ciento de los votos - a pesar de que el gobernador Mariano Arcioni (aliado del gobierno) se negó a bajar su lista. La escalada de los conflictos por las demandas de tierras, sin embargo, empañó el panorama. La otra provincia clave que elige senadores es La Pampa, en donde el gobierno tiene expectativas más concretas de dar vuelta el resultado.

Expectativas y el día después

Con diferentes niveles de optimismo, en el oficialismo coinciden en que se podrá mejorar la performance electoral pero que es prácticamente imposible dar vuelta el resultado. "El desinterés y la falta de ánimo son mucho más profundos de lo que hubiésemos imaginado. A pesar de que la gente está mejor que hace cuatro meses todavía está muy golpeada. Se van a achicar las diferencias, pero está poco claro que la foto que terminemos teniendo en el Senado y Diputados sea positiva", analiza uno de los funcionarios que participan de la mesa chica de campaña. La mayor expectativa está puesta en la Provincia de Buenos Aires, que es en donde el oficialismo considera que tendrá más éxito para movilizar a las personas que los votaron en el 2019 pero que en las PASO no participaron. "Hay un reclamo muy fuerte por el precio de los alimentos y la gente está muy cansada, pero hubo una mejora objetiva en la actividad económica que va a llevar a que mucha gente vaya a votar esta vez. Vamos a mejorar", sostuvo un más optimista candidato a diputado nacional.

Más allá de la convocatoria a redoblar los esfuerzos en el último tramo de la campaña, una parte del gobierno nacional advierte que el verdadero desafío comenzará el 15 de noviembre. "Lo importante es que no haya un escenario de caos y de corrida cambiaria, que podamos controlar la situación y administrar el quilombo internamente con cierta razonabilidad", indica un funcionario de Casa Rosada, aludiendo a los días de furia post derrota de las PASO que pusieron en peligro la unidad del FdT. En el albertismo se muestran confiados respecto a que la escena no se repetirá y que, aunque se implementen nuevos cambios en el gabinete, los mismos se harán "en el marco normal de un gobierno en el que el presidente toma decisiones". La clave, insisten, es que el gobierno tenga la capacidad de imponer "una agenda potente de mucha iniciativa política" que encarrile los próximos dos años de gestión. El optimismo, en este caso, está más puesto en el futuro de la coalición que en el resultado de las elecciones. "Si tenés iniciativa política y cohesión interna las leyes las vas a ir sacando", afirma, casi zen, una de las principales figuras del gobierno.