Cuando a Laura le avisaron que por reducción de costos tendría que hacer más tareas en su trabajo, nunca se le ocurrió pensar que eso era violencia laboral. Entendió que no le quedaba otra que cumplir, sobre todo porque sus jefes venían quejándose de la crisis desde hacía tiempo. La semana pasada, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), presentó en la Argentina la Guía Sindical Cómo prevenir y abordar la violencia y el acoso en el mundo del trabajo. Escrita por Daniela Angelone, Julia Campos, Mariana Campos y Jimena Frankel y editada por Juliana Ortiz, es una herramienta fundamental para saber cómo actuar frente a situaciones de violencia en el trabajo y poder conocer que situaciones como la de Laura también cuentan como abusos y se pueden denunciar.

En abril y dentro del marco de la ratificación del Convenio 190 por Argentina, bajo la Iniciativa Spotlight (campaña conjunta de la Unión Europea y las Naciones Unidas orientada a eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas), la OIT lanzó una convocatoria a investigadores e investigadoras para presentar una propuesta de guía para las organizaciones sindicales sobre cómo abordar la violencia y el acoso en el mundo del trabajo. “Presentamos una propuesta y fuimos seleccionadas para su realización, fue un importante desafío porque queríamos que el contenido de la guía incluyera además de la información sobre el Convenio, herramientas útiles para abordar la violencia y el acoso en el trabajo. Para eso, hicimos entrevistas a dirigentas de las tres centrales sindicales (CGT, CTA-A y CTA-T), de varios sectores y actividades, quienes nos contaron las distintas acciones que vienen llevando adelante, los obstáculos y los desafíos a partir de la ratificación del Convenio 190. La guía no es una lista de “pasos a seguir” para erradicar la violencia y el acoso, es un conjunto de herramientas que surgen como resultado de las experiencias de las organizaciones sindicales y que pueden ser útiles para dirigentes, delegades, trabajadoras y trabajadores”, cuentan las autoras a Las12.

El Convenio 190 de la OIT entiende que la violencia y el acoso dentro del “mundo del trabajo” comprenden cualquier situación laboral, sea dentro del plano formal o informal, público o privado, entre jefes y subordinades o entre pares, así como bajo cualquier modalidad contractual y en cualquier etapa empezando por los procesos de selección. “El Convenio no sólo considera hechos concretos como violencia, sino la amenaza de los mismos, que ocurran al menos una sola vez, rompiendo con la idea de que para considerar un hecho de violencia o acoso tiene que producirse de forma sistemática y reiterada”, explican las especialistas.

La violencia y el acoso en situación de trabajo pueden impactar de múltiples formas sobre la salud de las trabajadoras y los trabajadores. Efectivamente, la propia forma en que se organiza el trabajo puede constituirse en un espacio propicio para la violencia y el acoso así como generar en sí mismo formas de violencia, detallan. “La sobrecarga de tareas, la arbitrariedad en la selección y promoción dentro de un ámbito de trabajo, la precarización de las condiciones de trabajo, el hacinamiento, la intensificación de los ritmos, la falta de disponibilidad de recursos para llevar adelante las tareas encomendadas, son factores de riesgos psicosociales para trabajadores y trabajadoras. Se trata de aquellas condiciones que forman parte de la situación laboral y se relacionan con la organización, el contenido del trabajo y la realización de la tarea que por sus características pueden afectar tanto la calidad del trabajo como la salud (física, psíquica y social) de quien trabaja”, explican las autoras. Y no es un detalle: pensar la problemática de la violencia y el acoso desde los riesgos psicosociales, permite colectivizar la situación. No se trata de personas proclives al estrés o a enfermarse. Se trata de pensar ambientes que estresan o enferman y dirigir sobre ellos la acción gremial.

Tanto el 190, como la Guía sindical reconocen también los efectos que la violencia doméstica tiene sobre el trabajo. “Esto es clave, porque cualquiera puede ser víctima de violencia doméstica y es más que esperable que dicha situación afecte sus tareas laborales, así como su asistencia al espacio de trabajo. En este marco, el desempeño así como el presentismo de una persona víctima de violencia doméstica pueden verse alterados, y llegar incluso a afectar su continuidad en el empleo, de manera que el reconocimiento de licencias por motivos de violencia doméstica es una estrategia que puede contribuir desde los espacios de trabajo a que las personas puedan transitar de mejor manera esos procesos, sin temor a que las consecuencias de la violencia doméstica en el trabajo puedan nutrir antecedentes para despidos u otras medidas en su contra”, explican las autoras.

La guía recupera una serie de herramientas que utilizan las organizaciones sindicales para detectar, prevenir y abordar la violencia y el acoso. Una de ellas tiene que ver con los mapas de riesgo, que son una representación gráfica de los peligros y sus niveles de riesgo existentes en un área de trabajo. Se construyen a partir de identificar las formas en las que se manifiesta la violencia y el acoso, es decir, los peligros que hay, y estimar la importancia que presenta cada uno de ellos. Esto último implica determinar si el nivel de riesgo asociado a cada uno de los peligros identificados es bajo, moderado, importante o crítico. La tarea se corona una vez que se ubican los peligros y riesgos en el mapa o croquis del lugar de trabajo. “Este ejercicio de análisis y reflexión debe involucrar a les trabajadores implicades en el área, sector, equipo en estudio y, en este sentido, tiene la potencia de transformar un problema individual, que en general se sufre en silencio, en una acción colectiva ya que para construir el mapa, necesariamente hay que trabajar con otres”, dicen las redactoras.

Los protocolos para prevenir y erradicar la violencia fueron señalados por las dirigentas consultadas como imprescindibles para saber cómo actuar frente a hechos de violencia. En palabras de las autoras: “La guía, siguiendo al Convenio 190, contempla una amplia variedad de situaciones en las cuales pueden ocurrir hechos de violencia, desde la economía formal hasta la informal, el ámbito público o privado, de zonas urbanas o rurales; el desafío fue poder aportar instrumentos que también puedan llegar a ser útiles para cualquiera: desde una trabajadora de casas particulares o una vendedora ambulante hasta una trabajadora de una empresa privada o una dependencia pública”.