“Un fenómeno de la naturaleza por su potencia y longevidad”, así definía el dramaturgo Osvaldo Dragún al Odin Teatret de Dinamarca, la agrupación teatral con sede en la ciudad de Holstebro que el italiano Eugenio Barba fundó en 1964, la misma que aún hoy mantiene activos a algunos de sus integrantes originarios. Dragún le profesaba tal admiración a este ensemble plurinacional, que con su visita abrió la primera temporada del teatro Cervantes, apenas asumió su dirección, allá por 1996. En estos días, el Odin vuelve a hacerse presente en Buenos Aires, al menos parcialmente: su director y la actriz Julia Varley presentarán desde el lunes 6 hasta el viernes 10, tres espectáculos y dos clases magistrales, entre otras actividades a desarrollarse en El extranjero (Valentín Gómez 3380) y en el Centro Cultural Recoleta, el Teatro Cervantes y el Centro Cultural Kirchner. (ver recuadro)

Desde su formación, el Odin se mantiene fiel a su modo de producción e intercambio bajo la atenta mirada de su director. Pero a fines de 2020, Barba anunció un cambio drástico: hizo pública la decisión de abocarse solamente a la dirección artística del grupo, delegando de este modo la dirección ejecutiva del Nordisk Teaterlaboratorium, institución que tiene a su cargo las actividades pedagógicas, la organización de festivales, la edición de libros y revistas y la producción de films de carácter didáctico.

Considerado uno de los últimos reformadores del teatro del S.XX, Barba tiene en su haber una extensa producción ensayística la cual, al igual que los espectáculos creados junto a su grupo, hace foco sobre las coincidencias y diferencias interculturales referidas a la actividad teatral de los cinco continentes. Pero fue después de1976, una vez que el Odin se puso en contacto con el teatro latinoamericano no institucional, cuando Barba comenzó a elaborar su singular concepción de la identidad profesional. Así, el director propone la noción de un territorio de pertenencia signado por la práctica del teatro, espacio virtual que da identidad a actores de todo el mundo, donde comparten cuestiones técnicas del oficio, además de estrategias de supervivencia y organización.

En sus charlas y entrevistas públicas, Barba suele transmitir su propia experiencia, analizando el sentido de un teatro entendido como laboratorio y escuela. Para el director, la dimensión ética que implica la actividad teatral es más importante que la discusión acerca de técnicas, tendencias estéticas o resultados artísticos. Es por esto que la vocación es otro de sus temas: la necesidad de hacer teatro proviene de “heridas y obsesiones que pertenecen a la biografía del actor”, por lo cual el teatro aparece como un territorio fértil y a la vez inestable –una isla flotante, dirá- espacio ideal para resistir y para preservar valores. En esos límites, el aprendizaje es entonces una tarea continua, ligada a la disciplina y al trabajo en común.

Desde 2019, el Odin se encuentra preparando un espectáculo que se llamará Tebas en el tiempo de la fiebre amarilla. Como sucede en todas sus producciones, son varios los temas que se entrecruzan en su particular dramaturgia hecha de palabras, movimientos, música y objetos. Uno de los ejes es la desaparición de las lenguas a lo largo de la civilización, otro es el despliegue de historias en las cuales el amor aparece como motor y sentido. El nuevo montaje será estrenado en Holstebro para luego presentarse en el Grotowski Institute, con sede en la ciudad polaca de Wroclaw. En la entrevista con Página/12, Barba resume la actualidad del Odin Teatret, además de adelantar detalles de esta visita.

-¿Cuáles serán las actividades que llevará a cabo en Buenos Aires?

-Julia Varley hará demostraciones de algunos principios técnicos en el proceso creativo del actor. Yo subrayaré algunos aspectos en la técnica y su impacto sobre la percepción del espectador: ritmo, discontinuidad, y sobre todo la densidad de los tres vehículos comunicativos de un actor: las palabras del texto, la musicalidad de la voz y la energía asociativa de las acciones físicas.

-¿Cómo viene atravesando el Odin las diversas instancias de reclusión impuestas por la pandemia?

-Las aplastantes condiciones de reclusión empujaron a los miembros del Odin Teatret a diferentes soluciones. Algunos continuaron en sus casas la preparación del nuevo espectáculo, Tebas en el tiempo de la fiebre amarilla. Y nos encontrábamos, cuando era posible. Así que vamos estrenar en 2022 este último espectáculo de nuestro grupo. Yo personalmente utilicé este período para desarrollar las actividades de la Fundación Barba Varley, la cual había creado en el 2019 junto a Julia Varley.

-¿Cuáles son los objetivos que se propone esta institución?

-La Fundación se dirige a la cultura sumergida de los "sin nombre" del teatro. Su propósito es apoyar focos de acción de personas desfavorecidas por género, etnia, geografía, edad, forma de pensar y actuar dentro y fuera del teatro. El teatro es política con otros medios: los de la belleza. La Fundación apoya iniciativas de mujeres en el teatro y está desarrollando un proyecto que se propone compartir saberes a través de una revista, The Journal of Theatre Anthropology, además de la realización de películas sobre antropología teatral, conversaciones mensuales con personas u agrupaciones anónimas que operan cultural y socialmente en las periferias, y organizando sesiones de la Escuela internacional de Antropología Teatral, la ISTA. Desafiando todas la dificultades de la pandemia la Fundación logró realizar una sesión de la ISTA en Italia, en octubre pasado.

-El Odin se encuentra ensayando un nuevo espectáculo, en parte inspirado en la declinación y muerte de ciertas lenguas, en el transcurso de la historia. ¿Traza un paralelismo con el teatro, que también consiste en un sistema de convenciones para la comunicación?

-El teatro ha sido un refugio en mi condición de emigrante. Para mí el teatro no es interpretar un texto, sino evocar un contexto con diferentes realidades, épocas y deducciones. Sin embargo, es la densidad de las acciones físicas y vocales de los actores la que sacude la memoria física y mental del espectador. La historia que cuento es sencilla y no intenta crear paralelismos. Una lengua, como un ser humano, muere. A veces es una desaparición física, a veces es la degradación de sus palabras o de los valores que éstas intentan describir. Todo esto acontece en la mítica ciudad de Edipo, el defensor y el destructor de Tebas, después de la guerra civil entre sus hijos, y el castigo de su hija Antígona que se rebeló contra la ley de la ciudad.

-Más allá de lo teatral, ¿se puede comparar el contexto sanitario mundial con lo padecido en otros momentos históricos?

-Yo recuerdo bastante la Segunda Guerra mundial, y toda la historia de Europa de los años ‘20 y ‘30 es parte de mi memoria histórica: fascismo, nazismo, antisemitismo, Auschwitz y el Gulag soviético. La pandemia no se puede comparar al horror que vivió el continente europeo durante 30 años hasta cuando dos bombas atómicas pusieron un final en 1945. Las consecuencias económicas y psicológicas de la pandemia son terribles pero nunca la humanidad tuvo, como ahora, la posibilidad de solucionar sus problemas. La esperanza puede vivir. En el tiempo del nazismo no existía el futuro.

En cuanto a Ave María, el espectáculo unipersonal que presentará Julia Varley, con dirección del mismo Barba, ya visto en Buenos Aires en 2012, allí la actriz volverá a encarnar al personaje de Mr. Peanuts, una suerte de marioneta humana emblemática del Odin Teatret, con la que participó en innumerables presentaciones callejeras y que también protagonizó espectáculos de sala, como El castillo de Holstebro, que también vino a Buenos Aires. Subida en zancos, vestida con un frac negro y guantes blancos, la actriz sostiene una calavera sobre su cabeza. Si bien este personaje nació con cualidades agresivas (tomó el nombre de El Sr, Maní en referencia al presidente norteamericano Jimmy Carter y sus plantaciones de maní) cuando Varley lo heredó de uno de sus compañeros, Mr. Peanuts se volvió afable y juguetón. Ave María está dedicado a la memoria de la actriz chilena María Cánepa, fallecida en 2006: “Conocí a María en 1988 cuando el Odin Teatret viajó a Chile por primera vez”, contaba Varley en una entrevista con Página/12, durante su visita anterior, “El país estaba todavía bajo dictadura, pero el teatro, que no molestaba mucho por las pocas personas en las que podía influir, se había vuelto una pequeña isla de libertad”.

–¿Cómo fue su relación con María Cánepa?

Julia Varley: –Durante esa gira viví en la casa de ella y de su esposo, el director Juan Cuevas, treinta años más joven que María. Me habló de cómo se acercó al teatro, me contó de su primer marido y maestro, de las ilusiones y esperanzas que representó el gobierno de la Unidad Popular y de la llegada de la dictadura. Del velatorio de Neruda en su casa de San Cristóbal, destruida por los militares. Con ella visité la tumba secreta de Salvador Allende, donde dejamos un clavel rojo.

–¿Qué rasgos de su personalidad le impactaron?

–Su voz me conmovía, tanto en el escenario como en la vida privada. María tenía una inocencia impresionante. Podía hablar del amor o de la confianza en el ser humano con una simplicidad que es difícil de aceptar en nuestro mundo escéptico y pragmático. La admiraba también por sus elecciones sencillas, pero eficaces. Por ejemplo, decidió enseñar dicción a mujeres de un pueblo y el resultado fue asombroso: ellas después tuvieron el coraje de hablar en las asambleas tomando el lugar de sus maridos encarcelados.

–¿Ave María es un espectáculo que habla del sentido de hacer teatro?

–Cuando María falleció, en 2006, quise hacer algo para mantener viva su memoria, para que otras jóvenes mujeres pudiesen inspirarse en ella, en su fuerza vulnerable, en su sencillez efectiva, en su rigor y fervor profesional. Muchos viven más allá de su muerte a través de las obras que realizan o los escritos que dejan, pero una actriz que vive en el presente de la representación, ¿cómo puede continuar existiendo más allá de la memoria de algunos espectadores? Entones sí, de alguna forma Ave María habla del sentido del teatro, como revuelta contra el olvido y como necesidad de perpetuar la vida.

–¿Por qué es la figura de la muerte la que oficia este ritual escénico?

–Que fuese la Muerte la que oficia una ceremonia para María Cánepa fue una elección de Eugenio. Tuve mucha dificultad para comprender esta elección, pero me doy cuenta ahora de que el espectáculo logra referirse al sentido que tiene una vida, en este caso, la de María. Es el deseo de ir más allá de la comprensión lógica, en una dimensión de emotividad y celebración.

–¿Se transforma Mr. Peanuts a lo largo de este homenaje?

–En este espectáculo Mr. Peanuts es un hombre vestido de negro, una mujer de rojo, una esposa de blanco, pero también aparece como mujer velada con un gran sombrero inspirado en la Catrina mexicana (imagen creada por el caricaturista José Guadalupe Posada y bautizada por Diego Rivera). Cuenta historias ambiguas y a la vez, muy claras, es solemne, juguetón, trágico, cómico, a veces asusta, a veces consuela. Demuestra afecto, pero también cumple su inexorable tarea. Es la madre de todos los vivientes y al final de sus vidas los pone en la cuna, de la cual nacerán flores.

La Ficha

Eugenio Barba nació en 1936 en Gallipoli, ciudad del sur Italia. Fundó el Odin Teatret en 1964 convocando a los aspirantes a ingresar a la escuela estatal de teatro de Noruega que no pasaron el examen de admisión. Dos años después, el grupo se trasladó a Holstebro, Dinamarca, donde el ayuntamiento le cedió una granja que fue transformando en uno de los centros de producción y pedagogía teatral más prestigioso de Europa. En esta oportunidad, Barba llega acompañado por Julia Varley, actriz inglesa que se sumó al Odin Teatret en 1976, con quien el director creó en 2019 la Fundación Barba Varley.

Para anotar en la agenda

6/12: a las 17.30 La alfombra voladora, espectáculo/demonstración de trabajo de Julia Varley. En El Extranjero (Valentín Gómez 3380).

7/12: De10:00 a13:00 masterclass con Eugenio Barba y Varley en el Teatro El Extranjero. De 19:30 a 21:30: charla de Eugenio Barba y Julia Varley con estudiantes en el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930).

8/12: a las 20:00 Ave María, espectáculo interpretado por Varley, con dirección de Barba en el Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151).

9/12: A las 16:30 entrevista con Barba en el Teatro Nacional Cervantes (Libertad 815). A las 18:30, masterclass con Barba y Varley en el Centro Cultural Lynch (Bragado 5701, Wilde).

10/12: De10:00 a 13:00, masterclass con Eugenio Barba y Julia Varley en El Extranjero. A las 19:00 El hermano muerto, espectáculo/demostración de trabajo con Julia Varley y charla con Barba y Varley en Teatro EL Baldío, Ciudad Jardín, El Palomar.