El 29 de noviembre se cumplieron 15 años del asesinato de la dirigente trans Pelusa Liedro, quien fue la impulsora de la primera Marcha del Orgullo en la ciudad de Salta, junto a su compañera Rosario Sansone. Ambas trabajadoras sexuales, venían denunciando la sistemática violencia institucional ejercida por la Policía de Salta, y que era avalada, por el Código Contravencional salteño. 

No obstante, esas vejaciones siguen vigentes y son apañadas aún hoy por el artículo 114 de dicho código. Por eso, en las distintas manifestaciones que llevan adelante lxs representantxs de la comunidad LGBTIQ+ de la provincia, piden con insistencia por su derogación aunque el actual gobierno provincial haga oídos sordos a un reclamo que encabezó la entrañable Pelusa.

A pesar de ello, la lucha que sembró la activista trans, en una provincia catalogada por el conservadurismo extremo, tuvo sus frutos. No sólo por las leyes que surgieron al calor de la militancia travesti trans, sino por el reconocimiento público que se le realizó en la 18va. Marcha del Orgullo, que se vivió en la capital salteña. Es que en las inmediaciones del parque San Martín, se colocó una placa y se plantó un árbol en su homenaje.  

Salta/12 dialogó con su hermana Rosalina Liendro, quien agradeció que Nancy LunaFede "Chuky" Altamirano, les acercaran a su familia la invitación para dicho homenaje. "Fue algo que me gustó y desde un primer momento dije que quería ser parte de eso", expresó una de lxs siete hermanxs que tenía Pelusa Liendro. La marcha, que se vivió el lunes último, superó ampliamente las expectativas de la familia, porque convocó una multitud que completó nada menos que 18 cuadras de extensión.

Referantas trans junto a la placa en homenaje a Pelusa Liendro

Rosalina no pudo dejar de compararla con esa primera marcha de 2004, donde hubo unas 50 personas que apenas ocupaban una cuadra. En ese momento, la movilización era muy "dispersa". Tuvo como punto de partida, la zona conocida como "El Bajo", ubicado en las inmediaciones del barrio Hernando de Lerma; pasó por la comisaria Segunda y concluyó en la plazoleta IV Siglos, en pleno microcentro salteño. 

Por eso, aseguró que lo acontecido hace apenas unos días fue una clara decisión de "recuperar la historia". Pues afirmó que su hermana "fue la primera persona que empezó a luchar" por los derechos del colectivo travesti trans. 

Pelusa, en una de las últimas entrevistas que dio al programa local La Otra Campana, pedía de manera reiterada el cese de la violencia policial, y el traslado de la zona roja a un lugar más seguro para las trabajadoras sexuales. Incluso, manifestó que una de esas posibles reubicaciones era cerca del estadio Padre Ernesto Martearena, a unos 5 kilómetros del centro . 

Su hermana lamenta que Pelusa no pudo disfrutar de la conquista de varios derechos que logró la comunidad LGBTIQ+, a pesar de que la zona roja no haya sido reubicada donde quería. Aún así, sabe que su lucha fue "la punta del hilo para que sigan" sus otras compañeras. "Hoy pueden tener su identidad", por la Ley 26.743, de Identidad de Género, también "pueden casarse", a través de la Ley 26.618, de Matrimonio Igualitario. 

"Hay muchas cosas que sí se han cambiado aunque todavía exista la represión", cuestionó Rosalina, elevando el pedido para que la Legislatura provincial derogue el artículo 114 del Código de Contravenciones. 

Salta es una de las 18 provincias que aún mantiene este Código, cuyo artículo 114 penaliza hasta con 15 días de arresto a las personas que ejercen la prostitución en la vía pública. El Código se viene usando para perseguir sobre todo a mujeres trans; y no solo alcanza a las trabajadoras sexuales, sino que también hubo casos en que se labraron actas de infracción a mujeres trans que simplemente circulaban por la calle, especialmente durante los primeros meses del Aislamiento Social (ASPO). 

En ese sentido, dijo que  la ciudad necesita una zona roja controlada y "no que cada vez que viene la Policía, las chicas tengan que salir corriendo". "Faltan muchas cosas por lograr, pero lo cierto es que sí se han conseguido grandes cosas", manifestó. 

"Cansadas de la represión policial"

El viaje al pasado, a esos primeros años del 2000, es casi un paso obligado en todo el relato que Rosalina mantiene con este diario. Recuerda que Pelusa, previo a esa Primera Marcha del Orgullo, ya salía a la calle en protesta por el constante abuso policial. Para ese entonces, llevaba más de una década como trabajadora sexual.

"Antes de esa primera marcha, hacían otras que eran una o dos veces a la semana porque estaban cansadas de la represión policial, de tener que terminar siempre en los calabozos", rememoró. "Eran marchas de protestas donde tenían sus vestimentas comunes", aseguró, mientras sostuvo que esas décadas resultaron "tiempos difíciles" porque "era una mala palabra decir travesti", era un "pecado" y un "horror". 

Cada vez que las mujeres trans travesti eran detenidas eran atacadas, violadas y ultrajadas de todo derecho humano. "La segunda casa de las chicas era el calabozo donde las golpeaban y ya no sabían distinguir entre la vida y la muerte porque (los efectivos policiales) las dejaban con un sólo hilo de aliento", aseguró Rosalina. 

Familia Liendro pidiendo justicia por Pelusa

Para la Primera Marcha del Orgullo, Rosalina dijo que no tenían el apoyo de la Iglesia Católica pues "era los que las criticaban y discriminaban". Sin embargo, este año se reunieron con el monseñor Mario Antonio Cargnello, quien les manifestó su apoyo. Ese cambio, también lo traduce a la sociedad, donde sabe que la comunidad diversa recibe más apoyo. "Si bien la homofobia sigue, es muy poca la sociedad que se puede vincular con ese tipo de desprecio. Ya no lo tolera", asintió. 

Por eso consideró un orgullo que se la haya recordado a su hermana porque esa lucha, "le costó su vida". Fueron siete las puñaladas que recibió la activista trans en la madrugada del 29 de noviembre de 2006. Semanas antes de su asesinato, Pelusa junto a otras compañeras, denunció abiertamente los vejamenes a los que eran sometidas por parte de miembros de la Policía de Salta.

Recién tres años después, el 7 de diciembre de 2009, la Cámara Primera en lo Criminal condenó a Silvio Elías Soria y Sergio Alfredo Núñez a la pena de prisión perpetua por encontrarlos responsables del delito de homicidio calificado por alevosía en perjuicio de Liendro. 

No obstante, la familia manifestó en reiteradas oportunidades sus dudas sobre la responsabilidad de los condenados. "Yo creo, igual que Rosario, que a mi hermana la mató la policía salteña porque todo coincide, todo pasó en noviembre del 2006: el video contra la policía, la marcha por la zona roja, los aprietes. Así es que hoy todavía tengo serias dudas si son culpables o son unos perejiles”, dijo Rosalina en medios de comunicación.

A 15 años de su muerte, la familia aún afirma que no esperaban perder a Pelusa de esa forma. "Fue algo que nos partió en dos y nos dejaron muertos en vida porque hasta el día de hoy no lo logramos entender", manifestó. Lo que más anhela Rosalina, es que sus hijos y todas las personas puedan caminar tranquilos por las calles. "Que tengan oportunidades para trabajar y estudiar, más allá de su sexualidad", precisó. 

"Conozco historias de vida (a raíz de la muerte de Pelusa) de personas trans que se han recibido, pero cuando hicieron su transformación y quisieron cambiar su identidad, les cerraron las puertas y las condenaron a que ejerzan la prostitución y eso tiene que terminar", ultimó Rosalina.