Spider-Man: sin camino a casa   7 puntos

Spider-Man: No Way Home; EE.UU., 2021.

Dirección: Jon Watts.

Guion: Chris McKenna y Erik Sommers.

Duración: 148 minutos.

Intérpretes: Tom Holland, Zendaya, Benedict Cumberbatch, Marisa Tomei, Jamie Foxx, J.K. Simmons, Alfred Molina y Willem Dafoe.

Estreno en salas exclusivamente.

Si no fuera por el aumento de los contagios diarios en las últimas semanas y la inminente llegada de la variante Ómicron, cualquier despistado podría pensar que con Spider-Man: Sin camino a casa se termina oficialmente la pandemia en la Argentina. Durante los próximos días, las ollas para hacer pochoclo se cargarán como no lo hacían desde marzo de 2020. Los números de taquilla son impresionantes incluso antes de estrenarse, con más 350 mil entradas vendidas durante la preventa que las principales cadenas de exhibición iniciaron unas semanas atrás. Una de esas cadenas, por ejemplo, programó ¡74! funciones diarias en su complejo de zona norte, según relevó el periodista Federico Poore. Es, sin embargo, un fenómeno que trasciende fronteras: en Estados Unidos ya dan por descontado que será la primera película en superar la barrera de los 100 millones de dólares desde el inicio de pandemia, y algunos analistas arriesgan que lo hará no mucho más allá de este domingo.

La película se hace cargo de su condición de objeto socio-cultural proponiendo un relato con aroma a clausura –aunque desde los estudios Sony ya adelantaron que hay más proyectos con este personaje en carpeta– en el que confluyen dos décadas de aventuras arácnidas en las salas. Porque no todo empezó con Tony Stark y el resto de la troupe del tándem Marvel-Disney: en 2002, con los ecos de los ataques a las Torres Gemelas todavía murmurando en los oídos de Hollywood, Spider-Man fue el primer superhéroe en desembarcar en los cines en este milenio, sentando gran parte de las bases del modelo narrativo que hoy impera en el universo de los encapotados. Sin camino a casa funciona a la manera de Endgame: como una suerte de tributo a sí misma, como la reunión de una banda de rock para una última gira en la que tiran toda la carne al asador, sumándole al habitual despliegue audiovisual de este tipo de producciones, un crecimiento dramático de Peter Parker –que aquí pasa, al fin, de la adolescencia a la adultez– y un humor metadiscursivo que funcionará en la medida que el espectador sea capaz de decodificar las innumerables referencias a películas anteriores.

Las referencias arrancan apenas después de los logos de los estudios. Allí se escucha en los noticieros que la identidad de Spider-Man salió a la luz luego de la trifulca con Mysterio en Londres de la entrega anterior. Nadie quiere saber nada con un Parker al que miran de reojo y putean en la calle. Nadie salvo su novia MJ (Zendaya) y su mejor amigo Ned (Jacob Batalon), con quienes aspira a ingresar a la misma universidad luego del secundario. Un objetivo difícil, dado que rechazan a los tres por el solo hecho de ser quienes son. Parker, consciente de eso de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, como le han repetido en todas sus películas, le propone Doctor Strange que haga una de las suyas para que todos olviden que él es Spider-Man. Todos menos quienes ya lo sabían desde antes, pide, una condición que sirve en bandeja la oportunidad para que vuelvan varios personajes de las franquicias anteriores, incluyendo a unos cuantos villanos, amparados por las posibilidades que ofrece la idea de multiverso, la misma que había explotado la animada Spider-Man: Un nuevo universo, basada en la línea de cómics Spider-Verse.

No conviene adelantar mucho más del desarrollo de la trama, porque implicaría una lapidación pública en esta era reinada por los spoilers. Sí puede decirse que Sin camino a casa está tironeada entre las situaciones y diálogos destinados a contentar a los fans –hay varios chistes que funcionan muy bien en esa línea– y un relato autónomo con sus propias leyes, entre la búsqueda del gran espectáculo y las contradicciones de un joven que no eligió ser quien es. Entraña también la posibilidad de ver un par de actores veteranos de enorme talento como el aquí desaprovechado Willem Dafoe –cuyo rostro puntiagudo está tallado para oficiar de villano– y Alfred Molina, a quienes hace bastante no se los veía por las pantallas grandes de la Argentina. Y queda también la incógnita de saber cómo será Parker en su vida adulta, otra vez bajo el anonimato que hermana al común de los mortales.