Final entre Argentina y Brasil en cancha de Vélez ante 40 mil personas. El arquero visitante, con su equipo arriba por 1-0, se excede en hacer tiempo y el árbitro cobra tiro libre indirecto en su propia área. Incrédulo, el uno pide explicaciones mientras la pelota ya está en poder de Lorenzo Frutos, juvenil de San Lorenzo, para sacar el tiro libre casi desde el punto penal. De inmediato, mientras defensores de camiseta amarela y atacantes albicelestes avanzan sobre el terreno, al del Ciclón le tocan la espalda. Es Hugo Maradona. Más despierto que todos, el "Turco" se abre un par de metros para recibir, Frutos se la pasa y el número 9 de aquella Selección Argentina Sub 16 la empuja para marcar el 1-1 parcial de la final del Sudamericano 1985.

Todavía le quedaban dos genialidades al hermano menor de Diego en el encuentro. A los 54 minutos, nuevamente con Brasil arriba, sacó un bombazo desde afuera del área que reventó el travesaño y fue capitalizado por Frutos de cabeza. Y, a los 67, coronó la gesta con una maniobra individual digna de su apellido. Apiló a un par de rivales de izquierda hacia derecha, se metió al área y sacó un derechazo rasante al primer palo del arquero para poner el 3-2 y salir a festejarlo, pecho inflado, al mejor estilo maradoniano.

En el Mundial de la categoría -el primero de la historia- que se realizó meses después en China, Argentina no pudo pasar de la primera fase, empatada en puntos con Alemania Federal pero con peor diferencia de gol (+2 contra +1). En ese torneo fue debut y derrota ante Australia (0-1), igualdad con los germanos (1-1) con gol de Fernando Cáceres (Argentinos) y victoria y despedida ante Congo (4-2) con un doblete de Hugo y tantos de Frutos y Diego Alvarez (Vélez). Con su par de gritos ante los africanos, al Maradona Jr. le alcanzó para ser goleador de los suyos en el certamen que se terminó quedando Nigeria.

Su precoz destape en las Juveniles con aquel equipo campeón e invicto (ocho partidos, ocho triunfos, seis por goleada) de Carlos Pachamé en el que también despuntaba Fernando Redondo (Argentinos) le valdría una y mil comparaciones con su hermano ocho años mayor, y un rápido inicio en Argentinos Juniors, donde jugó entre 1985 y 1987, siendo parte incluso de partidos de la Copa Libertadores 1986 y la Interamericana de ese mismo año que se quedó el Bicho tras superar como visitante al Defence Force, de Trinidad y Tobago, con gol del panameño Armando Dely Valdés. Al elenco de La Paternal le sobraban jugadores por aquellos tiempos: bicampeón nacional y ganador de la Libertadores entre 1984 y 1985.

Hugo llegó a disputar 19 partidos en el Bicho, marcando un gol. En 1987 le llegó la oportunidad de partir al Napoli de Italia, donde su hermano mayor ya era el mejor del mundo. Allí no tuvo chances y fue cedido al Ascoli, donde sumó 19 partidos, sin goles, aunque sí supo cruzarse en cancha con Diego, el sábado 19 de septiembre en un triunfo 2-1 de los napolitanos. Hugo ingresó al campo a los 58 minutos, mientras que Diego, quien brindó una asistencia aquel día, jugó todo el encuentro.

Quizá su mejor versión profesional se vio en España, en el Rayo Vallecano entre 1988 y 1990. Pelusas al viento, en el elenco madrileño consiguió el ascenso a Primera División en su temporada debut (35 partidos y 6 goles) y también sufrió la pérdida de categoría al año siguiente (29 encuentros y 3 tantos). Cuenta la leyenda que, al arribar al Rayo tras una millonada de pesetas, el "Turco", de apenas de 19 años e hincha de Boca como buen Maradona, se sorprendió por ver que la camiseta del equipo era idéntica a la de River.

Tan joven como experimentado, lo que siguió para Hugo fue un periplo por el mundo: Rapid Viena de Austria, Deportivo Italia de Venezuela y Progreso de Uruguay antes de arribar a Japón, donde pasó la mayor parte de su carrera. Cuatro camisetas en el fútbol nipón, donde consiguió dos ascensos a Primera, y 35 goles en 56 partidos en la máxima categoría. Tierras de estadísticas borrosas, el "Turco" totalizó 81 tantos en Japón en 153 juegos; es decir, un promedio mayor a un gol cada dos partidos.

Se retiró en 1999, con apenas 30 años, en Brown de Arrecifes, donde llegó a marcar cuatro veces. Años más tarde dio inicio a su carrera como entrenador en el Puerto Rico Islanders para retornar a Italia, pasando por clubes del ascenso profundo hasta 2018.