Esta semana en Intratables, el programa que conduce Alejandro Fantino por América TV, se conversó acerca de las familias ensambladas y lesbomarentales. Para eso se llamó a la psicóloga forense Alicia Crosa a que brinde su punto de vista profesional. Cuando le preguntaron si podía haber dos mamás, ella respondió sin pudor que “no”. 

Su respuesta fue acompañada de una celebración cómplice del conductor. Los dichos de Crosa son inquietantes, porque lejos de ser excepcionales, tienen plena vigencia en diferentes ámbitos de nuestras vidas. Aquí hacemos un recorrido sobre el lesboodio imperante. Lo que presenciamos fue un claro mensaje de promoción de la violencia hacia las lesbianas y las conformaciones familiares que no responden a la heterocisnormatividad. 

Este ejercicio de violencia mediática no es novedoso, quizá lo diferente es que existe una ley que establece límites a lo que se puede decir en los medios de comunicación. Según la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual en Argentina no se puede promover o incitar el trato discriminatorio por motivos de origen étnico o nacional, religión, sexo, género u orientación sexual, aspecto físico, nacimiento, presencia de discapacidades, idioma, opiniones políticas o de otro tipo. Tampoco se pueden transmitir mensajes que contengan violencia simbólica contra las mujeres, personas LGBTI+ o que promuevan un tratamiento basado en estereotipos que atentan contra la dignidad y la igualdad. Está prohibido. 

Carolina Cortalezzi y Florencia Grillo, las dos mamás de Olivia. Su historia se cuenta en esta nota de SOY. 


Maternidades lésbicas en el ojo del huracán

Lamentablemente las maternidades lésbicas no suelen tener mucha prensa. A este episodio nefasto que patologiza su existencia, se suma que gran parte de la cobertura periodística al respecto tiene muchas dificultades para nombrar lo lesbiano. Se hace hincapié en la maternidad, pero no en el hecho de que esas “dos mamás” sean lesbianas. En cuanto al intercambio entre Fantino y Crosa, no debería asombrarnos que más allá de la burbuja feminista y disidente estos discursos lesboodiantes aún tengan mucha pregnancia, ya que forman parte del instituido socio cultural. 

Tanto en el psicoanálisis clínico como en la academia, en los medios masivos de comunicación, el sistema judicial, el sistemaeducativo, etc. aún son minoritarias las voces realmente emancipatorias. Incluso dentro de las perspectivas que se dicen críticas, y hablan en nombre de la perspectiva de género, el esquizoanálisis o la escucha analítica, persiste de modo solapado la patologización y la violencia hacia las existencias LGBT. A grandes rasgos, el Edipo como premisa psicoanalítica cristaliza en las palabras de Crosa: “hay una mamá, un papá y hermanitos”, cualquier alteración de este esquema supone una desviación, un “desarreglo”, una lesión a la conformación psíquica de las infancias. 

En este“discurso científico” existe una sexualidad normal (deseable) y una sexualidad enferma. La operación psicoanalítica clásica consiste en reforzar como natural, única y verdadera, lo que solo es una realidad socio histórica determinada. A partir de allí prescribe UN modo de vincularnos socialmente aceptable: la heterosexualidad como régimen político. Desde hace décadas discursos feministas y disidentes han debatido estas premisas señalando su carácter heteronormado y cisexista. Sin embargo, lo que aquí nos preocupa es que ya no se trata únicamente del psicoanálisis tomando al edipo como mito estructurante, sino que la sociedad tiene esas categorías para pensarse a sí misma. El problema no es que el discurso psicoanalítico sea antiguo y que la profesional esté desactualizada, sino que sus bases epistemológicas (binarias y heteronormadas) son ampliamente compartidas dentro del campo psi y mucho más allá de él.

En este sentido, cabe señalar que la formación que se brinda en las universidades argentinas con una marcada orientación psicoanalítica, es mayoritariamente acorde a los dichos de la profesional. Las corrientes más críticas del psicoanálisis que tratan de desedipizarlo, ocupan un lugar marginal en el campo psi y en la academia. Por otro lado, el alcance de esas premisas tiene efectos normalizadores en diferentes instituciones: las relaciones sociales, el sistema judicial, el sistema educativo, el sistema de salud, etc. Las micro sanciones ocurren a diario en cualquier espacio de la vida cotidiana. 

Gabriela, María y Moise contra el lesboodio. Contaron su historia en 2017, en esta nota de SOY.


La mirada lesboodiante 

Se expresa de muchas maneras, por ejemplo cuando una mujer que es madre se separa y abandona la heterosexualidad, la reacción del entorno hétero suele centrarse en el bienestar de lxs niñxs y el peligro psíquico que conllevaría para ellxs la nueva sexualidad de la madre, replicando el supuesto que planteó la psicóloga Crosa en Intratables. Mientras que cuando una madre heterosexual se separa y tiene un nuevo novio la reacción de su entorno celebra que ya no se encuentre “sola”, y que esx niñx tendrá una figura paterna en su cotidiano. ¿Por qué en un caso habría peligro psíquico, alerta, drama,etc. y en el otro tranquilidad? ¿Será que los efectos del discurso psicoanalíticoheteronormado están profundamente arraigadxs en nosotrxs?

No solo son preocupantes las aseveraciones de Crosa en un medio masivo de comunicación, sino que muchxs son lxs colegas que en la clínica en nombre de la “protección del psiquismo”, lo destruyen y violentan. Y en este caso no contamos con un marco jurídico que nos resguarde del daño. Entre otras intervenciones patologizantes, en las entrevistas realizadas a madres lesbianas han señalado reiteradamente una intervención psicoanálitica negadora del deseo: “vos no sos lesbiana” alegando que se trata de una confusión circunstancial debido a hechos traumáticos del pasado (inmediato o remoto). A su vez, en esta violencia simbólica ejercida mediáticamente se configura una pedagogía de la crueldad. ¿Alguien pensó en lxs niñxs con dos mamás expuestxs a esa violencia simbólica? ¿Alguien pensó en las madres lesbianas que tienen que escuchar (acá también) que su deseo pone en riesgo a sus hijxs? ¿Alguien pensó en el dolor y la angustia que ocasionan estos discursos odiantes y cómo repercuten esas emociones en el cotidiano? ¿En los efectos disciplinantes? ¿Qué les estamos diciendo a esxs niñxs y a esas madres?

El mandato de la buena madre

Si las voces de las madres no fueron consultadas, mucho menos la de sus hijxs, se ha apelado a las voces de lxs especialistas para debatir con Crosa, sin embargo aquí nos interesa recuperar el testimonio de una niña de 11 años, hija de madre lesbiana: “Para mí que tener dos mamás no es un problema, tampoco creo que a la infancia le sea un problema que le haga mal a la cabeza. Sería un niño o niña como los y las demás. No es un bicho raro, es un niño o niña que va a la escuela, que tiene amigos o amigas”. Por último, y no menos importante, son los efectos de este modo de pensar que atraviesan al sistema judicial. Muchas son las maneras de examinar y sancionar a las madres que reclaman la regulación de cuotas alimentarias o el régimen de visitas, que denuncian violencia de género, abusos psicológicos, económicos, sexuales, etc. y esto involucra tanto a los fueros civil como penal. 

Esta narrativa heteronormada subjetiva a asistentxs sociales, psicólogxs, psiquiatras, abogadxs, juecxs, fiscales, defensorxs públicos, etc. Abundan las situaciones donde las lesbianas que maternan son asesoradas profesional y afectivamente para que oculten su sexualidad al sistema judicial para no privar de legitimidad a su reclamo: “tu denuncia es verdadera, pero no te conviene que se sepa que sos lesbiana porque podrías perder la custodia/la cuota alimentaria/el régimen de visitas/etc” y esto ocurre en la Argentina del matrimonio igualitario y, lamentablemente, no forma parte de la agenda del activismo LGTB.

El mandato de la buena madre recae sobre todas, pero sobre las madres lesbianas recrudece al punto de señalar que la propia sexualidad pone en peligro a sus hijxs: la buena madre es heterosexual. Si bien contar con marcos legales (ley de matrimonio igualitario, ley de fertilización asistida, ley de identidad de género y otras) que protejan nuestras existencias disidentes es fundamental, la devastación de estos discursos homolesbotransbiodiantes persiste en la organización social y en esos casos necesitamos una transformación más radical de la sociedad que el amparo jurídico.

Para denunciar a un medio, un programa o una persona que dé un mensaje que violente simbólicamente en los medios de comunicación hay que dirigirse ante la Defensoria del Público por internet en este link: https://defensadelpublico.gob.ar/reclamos-y-consultas/ opor Tel de 10 a 17hs al 0800-999-3333.