La herencia de Marshall McLuhan goza de buena salud. Hace 60 años, en La galaxia Gutenberg, establecía su concepto de aldea global. La aldea que hoy se sacude a fuerza de algoritmos donde la realidad se tergiversa o aumenta el efecto de una noticia desde una red como Facebook. Los hechos que se difunden no tienen una geografía delimitada ni un patrón de conducta uniforme. Pueden definir una elección y la destitución de un presidente o presidenta en Latinoamérica o incentivar la toma del Capitolio en Estados Unidos. Las sospechas de que esto último había pasado en Washington el 6 de enero de 2021 acaban de confirmarse con bastante evidencia. 

La investigación la publicó el sitio digital ProPública– el primero en su tipo que ganó un Pulitzer en EEUU-, fundado por el periodista Paul Steiger, un veterano de la redacción del Wall Street Journal. El medio destacó que grupos constituidos en la red social de Mark Zuckerberg – hoy llamada Meta – llegaron a realizar 650 mil publicaciones que cuestionaron la elección en que Joe Biden derrotó a Donald Trump. Ese ataque a la legitimidad de los comicios dio pie a la invasión del Congreso por un ejército de zombis ultraderechistas que buscaban prolongar la estadía del magnate en la Casa Blanca por cuatro años más. No lo consiguieron, pero Facebook quedó expuesta. El medio fue el mensaje multiplicado por cientos de miles.

ProPública, que realizó el trabajo en asociación con The Washington Post, señaló: “El bombardeo, con un promedio de al menos 10.000 publicaciones por día, una escala que no se informó anteriormente, convirtió a los grupos en incubadoras de las afirmaciones infundadas que los partidarios del entonces presidente Donald Trump expresaron cuando irrumpieron en el Capitolio, exigiendo que obtenga un segundo mandato”.

Twitter y Google, también

La investigación apunta que los ejecutivos de la plataforma “le restaron importancia al papel de la compañía en el ataque del 6 de enero y se han resistido a las llamadas, incluso de su propia Junta de Supervisión, para una investigación interna integral. La compañía también tiene que entregar toda la información solicitada por el comité del Congreso que estudia el ataque del 6 de enero. Facebook dijo que continúa negociando con el comité”.

“Nosotros cumplimos con nuestro trabajo para garantizar la integridad de las elecciones. Y luego, el 6 de enero, el presidente Trump dio un discurso en el que rechazó los resultados y pidió a la gente que luchara”, dijo Zuckerberg en su defensa cuando compareció en marzo de 2021 ante la comisión de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. En aquel momento también fueron citados al Congreso los consejeros delegados de Twitter, Jack Dorsey, y de Google, Sundar Pichai.

El primero admitió que su plataforma ayudó a promover los mensajes conspirativos y plagados de odio. Apremiado por la pregunta del representante del partido Demócrata Mike Doyle, sobre si Twitter había contribuido a difundir información falsa que incentivó el ataque contra el Congreso, el CEO respondió que “sí”. Los tres tuvieron que hacer descargos sobre la presunta responsabilidad de sus compañías. La de Zuckerberg se defendió con el argumento de que había creado su propia “policía” virtual. Un equipo llamado Civic Integrity que se dedicó a vigilar la producción de fake news y su consecuente incitación a la violencia en vísperas de la votación de noviembre de 2020. Pero ese grupo que controlaba la red fue disuelto apenas finalizó la elección que ganó Biden y cuestionó Trump. Eso, presuntamente, volvió a convertir a Facebook en zona liberada para que las teorías conspirativas de grupos ultraderechistas se expresaran sin filtro hasta el día de la efectiva confirmación del nuevo presidente en el Congreso. La toma del Capitolio quedaba a la vuelta de la esquina. Sería la consumación del boicot al resultado electoral.

El trabajo titulado Facebook recibió una oleada de desinformación y amenazas de insurrección en los meses previos al ataque del 6 de enero, según muestran los registros, señala que “muchas publicaciones retrataron la elección de Biden como resultado de un fraude generalizado que requirió una acción extraordinaria, incluido el uso de la fuerza, para evitar que la nación caiga en manos de traidores”. En otro tramo de la investigación se menciona el uso dado a Facebook para retratar a Estados Unidos, pero como si el país todavía viviera en el siglo XIX: “Una publicación mostraba una imagen de la época de la Guerra Civil de una horca con más de dos docenas de sogas y figuras encapuchadas esperando ser ahorcadas. Otras publicaciones pidieron arrestos y ejecuciones de figuras públicas específicas, tanto demócratas como republicanos, descritas como traicionando a la nación al negarle a Trump un segundo mandato”.

Los mensajes y datos apocalípticos en la red social que se difundieron fueron obtenidos de más de 100 mil perfiles públicos de Facebook. El equipo de periodistas estadounidenses apeló a la información rastreada entre enero de 2020 y junio de 2021 por la compañía Counter Action. Además fueron analizadas “millones de publicaciones entre el día de las elecciones y el 6 de enero y el trabajo se basó en documentos internos de la empresa y entrevistas con ex empleados”. Para ProPública y el Washington Post “proporciona la evidencia más clara hasta el momento de que Facebook jugó un papel fundamental en la difusión de narrativas falsas que fomentaron la violencia del 6 de enero”.

Al final de la investigación, se describe la confiabilidad del resultado: “Tomamos muestras y verificamos las tasas de precisión en nuestro análisis con base en un margen de error del 5% y un nivel de confianza del 95%”.

La idea del fraude en las elecciones que estimuló Trump con su prédica – y que aún hoy mantiene como teoría – corrió como una mecha encendida de la costa este a la costa oeste de Estados Unidos. “Vamos a caminar hasta allá, y yo los acompañaré” declaró aquel 6 de enero el expresidente cuando incitó a la toma del Capitolio. “Tendremos guerra civil en las calles antes de que sea Biden presidente” le respondieron las redes sociales. Lo primero se cumplió a medias – Trump tiró la piedra y escondió la mano-; lo segundo todavía no ocurrió aunque el expresidente contribuyó a que fermentara la idea. Con la utilización de Facebook como facilitadora o sin ella. Pero esa es otra historia.

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