Eliana Sosa se sube al escenario con la Orquesta Típica Misteriosa Buenos Aires y es puro glamour de los años ‘50. Es difícil, sin conocerla, imaginarla rockera durante sus seis años iniciáticos con otra típica, La Vidú, ni con la sencillez del jean y remera que viste fuera de escena. Pero verla en esas facetas es entender también el espíritu de su reciente disco solista, De dónde vengo. Y sobre todo, entender por qué esta chica de Florencio Varela, que conserva el carisma de la esquina del barrio, decide componerle a sus calles de piba, dedicarle un vals a su hermana y explorar, finalmente, otros sonidos y otros formatos distintos a los de la orquesta típica. “En definitiva, este es un disco que tiene que ver más con mi historia personal, con mi barrio, mi gente, mi vida más allá de lo profesional, aunque también sea imposible salirse de la historia con La Vidú o la Misteriosa, que acompañaron mis procesos”, reflexiona la cantante. En el disco la flanquean el pianista Juan Pablo Gallardo, como arreglador, y Guido Iacopetti (del Sexteto Fantasma) como productor.

-Hay un terreno nuevo para vos, ¿por qué querías componer?

-Para mí es algo totalmente nuevo. No lo veía posible, pero la verdad es que a la hora de elegir repertorio para el disco me pasó que si bien había muchos tangos y compositores actuales que me gustaban, tenía ganas de contar, o contármelo a mí, quién era yo. No fue planificado, pero salió primero una milonga, que es la que habla de mi barrio, que le da título al disco. Después compuse un vals para mi hermana y así fueron saliendo las canciones y al grabar me encontré con cinco temas míos. Eso fue un despertar, no lo esperaba ni sabía que estaba en mí, pero me hacía muy bien al alma. Era lo que tenia ganas de contar después de haber sido intérprete de tantos enorme poetas. Pasar esa barrera y llegar a algo que es mucho más sencillo que lo de esos monstruos, pero que para mí es genuino y amoroso.

-¿Cómo fue el trabajo con Iacopetti como productor?

-Guido fue fundamental en lo que tiene que ver con la composición porque cuando hablábamos del repertorio, y cuando escuchó el primer tema me dijo “vamos por ahí”. Eso me incentivó mucho. Él me dijo “ya te cantaste todos los clásicos en las orquestas, viajaste por el mundo con eso, es hora de abrir otra puerta. Fue súper acertado, siento que él me dio un empujón grande para esta etapa, para esta Eliana más creativa, más genuina. Sin desprenderme del tango tradicional, porque también tiene clásicos el disco y lo amo profundamente.

Su paso por las orquestas, asegura, la nutrió "en esto de jugarse por un proyecto propio” y le enseñó a trabajar en un grupo. ¿Pero qué es eso propio? Sosa asegura que ve en estas canciones “una Eliana fresca, de barrio, que es hermana, hija, amiga, una Eliana que si bien viajó por todo el mundo, que hizo muchas cosas con orquestas, guitarras, distintas formaciones, igual está con ganas de volver a sus fuentes, su familia, su barrio. Es una Eliana más sensible, más descubierta en sus sentimientos, y al mismo tiempo aguerrida. Poder decir que hago mis temas para mí es algo para lo que hay que tener toda esa valentía, pero sobre todo siento que ahí está el barrio”.