Una proeza. El pianista, compositor, cantante y productor Darío Jalfin no podría haber encontrado un mejor nombre para su nuevo disco. En pleno confinamiento, el músico tuvo que adaptarse al nuevo contexto y logró reunir, a distancia, a un elenco de artistas notables que potenciaron las siete canciones del disco: Litto Nebbia, Kevin Johansen, Hilda Lizarazu, Martín Buscaglia, Loli Molina, Juliana Gattas, Pablo Grinjot y Zelito, entre otros. “Fue un poco tomar lo positivo de lo que pasó. Porque pasaba que muchos artistas estaban con un poco más de tiempo”, resalta Jalfin. “Más allá de lo horrible de cortar con los shows en vivo por el aislamiento, se generó algo diferente. Y muchos que quizás no tenían tanta tradición de grabarse en su casa terminaron haciéndolo”, cuenta sobre el proceso que le permitió construir un disco coral.

“El disco fue creciendo en la medida de las posibilidades de los que participaron y eso fue una cosa totalmente colectiva. Todo eso abrió el juego y la libertad del aporte de cada uno”, explica Jalfin y dice que el trabajo a distancia le permitió sacar su costado más “experimental”. Además de las colaboraciones en cada canción, Una proeza (Los Años Luz, 2021) cuenta con dos coautorías: “Luz primera”, con letra de Sandra Corizzo; y “Pierde el hilo”, con letra de Loli Molina; ambas con música de Jalfin. Son, tal vez, las canciones más intimistas y profundas del disco. “En ‘Luz primera’, que está dedicada a mi hija Vera, sentía que Sandra podía aportarle lucidez y perspectiva. Y el tema con Loli habla del encierro, del afuera y del adentro”, precisa el compositor y cantante.

En contraste, el disco presenta momentos con un pulso más arriba y hacia fuera. Un ejemplo es la luminosa “Valiente forastera”, con la participación del maestro Litto Nebbia. “Siento que Litto fue mi padrino musical de alguna manera, porque en 2006 gané el premio Octubre, del que él era presidente del jurado”, cuenta Jalfin. “Y se dio una situación especial, porque se adentró en mi música, me conoció y me dio el primer empujón. El disco salió por Melopea y a partir de ahí me empecé a hacer un lugar en el mundo de la canción de Buenos Aires”, destaca. En esta sintonía, el músico invitó a Buscaglia para entregar una versión pop y bailable de “Gato egipcio”, del uruguayo El Príncipe. “Las versiones que había escuchado siempre eran muy acústicas, con guitarra sola. Y para mí el tema tenía mucha fuerza. Entonces, la empecé a encarar desde ese lado, porque esa intro que tiene me disparaba hacia un lado disco-funk, algo muy rítmico y para adelante”, dice.

-La canción “Una proeza”, con Kevin Johansen, parece una foto del momento actual, ¿Puede ser?

-Sí, traté de reflejar la pandemia desde la letra y la música, que es disruptiva, porque tiene un compás irregular y dos acordes disonantes. Pero también puede reflejar bastante lo que pasó previo a la pandemia con las redes sociales; lo que pasa con los supuestos avances tecnológicos que tienen las cosas y que en muchos casos nos alejan de otras que son fundamentales para los seres humanos, que necesitan ese complemento de otras conexiones. La canción en un momento dice "veo un sentimiento disfrazado de un emoticón"; y me refiero a ese traspaso que fuimos haciendo donde las emociones pasaron a estar un poco enlatadas, como que un meme o un emoji tienen que representar nuestras emociones. Y ahí hay una pérdida enorme como humanidad, porque también eso empieza a ser el código de convivencia y afectivo de pibes más jóvenes que no conocen tanto del mundo emocional de generaciones anteriores.