Todos los datos estan inspirados en un programa emitido por la cadena MSNBC en Estados Unidos. De todos los canales de cable de noticias que hay en Estados Unidos, el más progresista es, sin ninguna duda la cadena MSNBC. El canal es una rama más de los múltiples canales que la NBC tiene esparcido por el país, con alcance a los más de 330 millones de habitantes. Pero, sigue siendo un canal de cable, con todas las restricciones que esto implica. En la Argentina, durante el gobierno de Macri, solo un pequeño grupo de medios periodísticos tuvieron/tienen una visión crítica del exgobierno del PRO, pero la mayoría de las grandes concentraciones mediáticas, estuvieron siempre a favor y casi blindaron la información. Más aún: desinformaron. En EE.UU sin embargo, durante los cuatro años de Trump, la situación fue inversa: salvo la cadena Fox (con todos sus canales de cable) y el grupo Sinclair, la mayoría de los periodistas y los que decidían la línea editorial, reflejaron constantemente el peor gobierno que tuvieron los americanos en su historia. Y no me estoy refiriendo a su política internacional, sino a la que les importa a ellos, la nacional. Trump perdió con Hillary Clinton el voto popular, pero ganó en el Colegio Electoral. Eso sucedió en las elecciones del año 2016, pero en noviembre del 2020, ahora ya no le alcanzaron los electores: volvió a perder en el conteo de los votos, pero también en ese mismo Colegio Electoral que le había dado el triunfo cuatro años antes. Es por eso que cambiaron al presidente, y ahora conduce el ejecutivo un moderado hombre de centro (Joe Biden), con una vasta carrera política, primero como senador (demócrata) y fue elegido vicepresidente nada menos que por Obama. En algún sentido, Biden hizo de contrapeso a las propuestas del primer presidente negro que tuvo Estados Unidos. Pero ahora, después de esos ocho años de vicepresidencia, y con 78 años de edad, su propio partido tiene un ala más radical, más de izquierda, si me pudiera permitir ese término: es el que lidera quien fuera candidato presidencial también, Bernie Sanders, pero lo acompañan Elizabeth Warren (ambos son senadores) y la extremadamente popular Alexandria Ocasio-Cortés, una exmoza de restaurant que resultó electa diputada por el estado de New York, representando nada menos que a la propia ciudad de New York y sus muy conocidos barrios (o boroughs): Brooklyn, Manhattan, Bronx, Queens y Staten Island.

La periodista estrella de la cadena MSNBC es Rachel Maddow. Sobre ella escribí acá en Página 12 hace un poquito menos de cuatro años. Pero lo que me motiva a escribir sobre ella ahora es que, en su programa habitual de una hora, Maddow hizo una pregunta cuya respuesta me sorprendió: “Si a usted le preguntaran cuál es la compañía norteamericana que más dinero gana en el mundo, ¿qué contestaría? Muy posiblemente Coca-Cola, o Nike, o McDonalds o incluso la tarjeta de crédito VISA (por poner algunos ejemplos)”. Y es verdad: esas compañías ganan decenas de miles de millones de dólares anuales. Sin embargo, ¿sabe cuál es la compañía que más gana? No es ninguna de esas. No. Es la compañía Ford. La Ford vende una camioneta, la F-150 que genera más ganancia que cualquiera de las otras compañías que mencioné recién: ¡todas! Y continuó: no me refiero solamente a que la Ford, como empresa gana más dinero que todas las otras: no. Solamente le alcanza con las ventas de la F-150. Es el vehículo más vendido en el país … y por escándalo. El registro del año 2020 indica que la ganancia que produjo para la Ford la venta de las F-150 fue de … ¡42 mil millones de dólares! Un solo producto.

Hasta acá, parece una propaganda de la Ford. Créame que no es mi intención. Pero sígame y verá por qué quiero reproducir lo que dijo Rachel Maddow en su show. Hace unos meses, Ford invitó al presidente Biden a que probara el nuevo modelo. Naturalmente, la prensa se congregó para registrar el episodio, sobre todo poniendo énfasis en que la producción es norteamericana, la idea es norteamericana, que las partes se hacen en Estados Unidos, etc., etc…. Es decir, todo lo que diría un buen político que quiere mostrarle a su público que en lugar de tercerizar o importar, produce en el país. Estaría bien, pero yo seguiría sin escribir sobre el tema. En varias de las escenas del programa, se ve que la nueva F-150 es capaz de arrastrar más de 450.000 toneladas, y la comparación está hecha como si fuera una máquina que va adelante y que tira de un tren de carga, con diez vagones de doble altura. No solo eso: a esos mismos vagones, subieron después 42 pick-ups F-150. El número 42 es simbólico, porque esa es la cantidad de años que Ford lidera con este vehículo el mercado norteamericano.

Ahora bien: ¿por qué habría alguien (Ford) producir alguna modificación a un producto al que le va tan bien? Es que la nueva versión luce (desde afuera) virtualmente igual que la anterior). Lo que sucede es que el vehículo es … ¡eléctrico! La pregunta entonces es: si en la promoción del vehículo que sirvió durante 42 años se anunciaba que la F-150 podía arrastrar 75.000 toneladas, ¿es noticia ahora que puede arrastrar casi ocho veces más aún siendo eléctrico? No. La pregunta está mal formulada. En realidad voy a dar la respuesta: lo puede hacer porque -justamente- ¡es eléctrico!

Esto, obviamente, significa un cambio sustancial en la conservación del medio ambiente, la polución e inexorablemente impactará a toda la industria automotriz no solo en Estados Unidos sino también en el mundo. Pero aún así, tampoco habría alcanzado para que escribiera sobre el tema, al menos no dedicándole un artículo completo. Ni siquiera me importa tanto (a mí) que en el trayecto de estos últimos años la F-150 esté fabricada con aluminio en lugar de acero, que al tener un motor V8 tenga uno V6 (que requiere menos nafta), que sea mejor y más útil que las versiones anteriores… No, nada de todo eso. ¿Será que la versión eléctrica permite ser usada como un generador, como si uno tuviera acceso a una fuente de energía propia. No, tampoco. Lo que me impactó más, es que la persona que conduce la pick-up que tironea de los 10 vagones como si fuera la máquina de un tren de carga, es una mujer. ¿Y? Me imagino su cara: ¿en serio? ¿Es esto tan importante?

¿Sabe por qué sí lo es? Porque la mujer que está al volante, Linda Zhang, no solo es la conductora, sino que es ingeniera. Nació en China, pero viajó a Estados Unidos junto con sus padres y se radicaron en Indiana, donde el padre (también ingeniero) fue profesor en la Universidad de Purdue. Linda, igual que su madre, eligió una especialidad dentro de la ingeniería: se convirtió en ingeniera eléctrica. Pero también se graduó en ingeniería computacional y empezó a trabajar en la Ford cuando tenía 19 años. Ahora, recién cruzó la barrera de los 40 años. Pero ¿sabe qué más? Linda Zhang es la ingeniera en jefe que ideó, monitoreó, cooperó en el diseño y terminó siendo la pieza clave en la producción de esta nueva F-150. Ella fue el factótum de esta nueva camioneta.

¿Cuál es el mensaje que pretendo dejar con esto? Yo podría seguir contando su historia, que es verdaderamente fascinante, pero no, lo que quiero es mostrar que si bien la mujer en algún momento tenía vedada la entrada a la universidad, que algunas tuvieron que hacerse pasar por hombres (como Sophie Germain) para que las dejaran entrar. Hoy eso ya no pasa, pero todavía existe el enorme prejuicio que aún dentro de las universidades, las mujeres parecieran destinadas a estar ligadas a las ciencias sociales (cosa que -obviamente- no tiene nada de malo), pero hay muchas menos mujeres en lugares de decisión en carreras que involucran a las ciencias duras, como la ingeniería, la física y la matemática, por poner algunos ejemplos. En el país tenemos varios ejemplos de algunas que lograron superar esa barrera (Alicia Dickenstein, Teresa Krick, Andrea Gamarnik, Carmen Sessa y miles más). Pero no es suficiente, y no lo es porque en la base de la pirámide hay muchísimas más mujeres que hombres en estas carreras a las que hago referencia. Pero después, a medida que la pirámide se va angostando, cada vez hay menos que acceden a lugares de decisión. Todavía existe en la sociedad una distinción subliminal, intangible, que fuerza a pensar que las mujeres no están preparadas para llegar a los lugares más encumbrados si se trata de las ciencias duras, como si hubiera algo que falta, como si una mujer no puede o mejor dicho, no podría.

Eso, no solo es falso, sino que es una verdadera vergüenza que no seamos pro-activos para desactivar ese mecanismo interno, y no me refiero solamente a los hombres, sino también a las propias mujeres. Yo sé que fue solo un ejemplo, y a mí no me paga ni la Ford ni las compañías que venden electricidad, ni tengo ningún interés particular, salvo el de enfatizar que para hablar de igualdad de oportunidades, de igualdad de género, de retribuciones igualitarias, hay que poner el dinero donde uno pone la boca. Nada más que eso. Nada menos que eso también.

[1] https://www.pagina12.com.ar/64829-rachel-maddow

[2] https://www.youtube.com/watch?v=FXTxQzBWBZ8

[3] http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-64246-2006-03-14.html

[4] A quienes les pido ‘infinitas’ disculpas por no incluir sus nombres