Durante el primer cuatrimestre del año el balance comercial anotó un déficit de 1217 millones de dólares. Una sostenida expansión en las importaciones que el leve incremento en las exportaciones no logró compensar es la dinámica detrás del rojo en el intercambio de bienes y servicios para el período de enero a abril de 2017. Como sucedió a lo largo del año pasado, la devaluación y quita de retenciones siguen sin mostrar el prometido boom exportador. Las ventas de productos agroindustriales anotaron mejoras entre 4,1 y 8,9 por ciento en sus precios pero contabilizaron caídas en las cantidades enviadas del orden del 6,8 al 8,9 por ciento. 

 La paulatina liberalización comercial, por su parte, explica que el incremento en las importaciones esté explicado por el fuerte aumento en el ingreso de bienes de consumo. En los primeros cuatro meses del año, las compras al resto del mundo de productos terminados registraron un salto del 16,1 por ciento, impulsada por el ingreso de alimentos, bebidas, muebles, textiles, calzado y electrodomésticos. Dentro de la estrategia oficial, esa liberalización apunta a colaborar con la política antiinflacionaria pero, aunque los precios a los que se adquieren esos productos no muestran aumentos significativos, los valores en las góndolas y vitrinas no dejan de subir. 

 En materia regional, las exportaciones hacia Brasil crecieron apenas 1 por ciento en lo que va del año mientras que las compras al país vecino registraron un salto de 23,4 por ciento. Así, el déficit comercial con el principal socio comercial de la Argentina alcanzó los 2358 millones de dólares entre enero y abril. El impacto cambiario que tuvo el último episodio de la crisis brasileña llevó a distintos analistas a presagiar un posible impacto positivo en la competitividad. Sin embargo, el último informe de la consultora PxQ que dirige el ex viceministro de Economía Emmanuel Alvarez Agis, advierte que “casi tres cuartos del intercambio comercial entre los dos países tiene un carácter ‘administrado’ (lo cual se explica principalmente por las dinámicas intra-firma presentes en el sector automotriz) y, por tanto, no son sensibles a variaciones en el tipo de cambio real entre el peso y el real.