Arriba de la mesa hay cuatro cortes simétricos de tela roja y negra, un set de brochas de maquillaje, una máquina de coser y un mate frío. Entre retazos y manchas de pintura, se ven varias imágenes de Harley Quinn, una de las villanas a las que DC Comics le sacó el jugo en los últimos años. “Cuando era chica amaba la serie de Batman animada y me enamoré del personaje. De grande me di cuenta de que su relación con el Joker es bastante enfermiza, pero me siguió encantando su estética”, comenta Aida de Dios, fanática del manga, el animé, los cómics y, por sobre todo, del cosplay.

“¿Esos no son los que se creen que son dibujitos chinos?”, le preguntaron más de una vez. Aida reniega de la bizarra imagen que muchos medios de comunicación ilustraron acerca del hobby que la apasiona, y aclara que la comunidad cosplayer es un espacio de encuentro artístico: “Aprendí muchísimo gracias a esto. Tuve que saber cómo coser, maquillar y peinar, e implementar infinidad de técnicas plásticas. Muchos cosplayers encontraron su vocación gracias a este hobby y terminaron en carreras de diseño, escenografía o efectos especiales”.

Es difícil que la comunidad freak quiera comunicarse con el público general, especialmente después de una serie de desastrosas entrevistas en 2011, cuando el “fandom” (personas aficionadas a algún tipo de fanaticada) decidió cerrarse a cualquier acercamiento de la prensa. “La gente que no conoce sólo ve gente grande disfrazada y le parece raro, porque desde chiquito te enseñan que los disfraces son para niños. Pero la mayoría de los cosplayers son personas muy talentosas que estudian y trabajan e invierten su tiempo libre como quieren. Personas plenas que demuestran sus gustos felizmente, y a la sociedad le cuesta entender eso”, comenta la hobbista.

Son las cuatro de la mañana de un sábado y ella sigue aprovechando el tiempo que le queda porque en la semana tiene que trabajar. No es la primera vez que se somete a una maratón de costura: Aida comenzó con su hobby en el 2005 y desde entonces ganó más de 20 concursos, entre ellos dos competencias de la Asociación Internacional de Cosplay.

Esta vez, Aida Tonks (tal su alias en el fandom) tiene puesta la mirada en la competencia de la Comic-Con: “Es una convención tan grande que llega al público general y ayuda a que la movida tenga más aceptación, que la sociedad tenga más conocimiento de este mundo maravilloso”. La cosplayer se sirve un último mate antes de seguir trabajando hasta el amanecer. “Ojalá que gracias a estas movidas grandes la gente entienda que leer cómics, ver animé y hacer cosplay no tiene nada de malo”, filosofea gritando por encima del golpeteo de la máquina de coser.