¿Qué cambia, a partir de este viernes, si Argentina no le paga al Fondo el vencimiento de este día, según el calendario de cancelaciones que firmó Macri en junio de 2018? El gobierno argentino ya dejó expresado de todos los modos posible su voluntad de pago, pero no lo puede hacer en los términos rubricados en el Stand By de 2018, con elevado nivel de irresponsabilidad compartida por el gobierno de entonces y el Fondo Monetario. 

Si este viernes no se paga, el mensaje sería que Argentina no percibe la flexibilidad de parte del Fondo que expresó pocos días atrás su vicedirectora, Gita Gopinath, para alcanzar un acuerdo. En esas condiciones, pierde sentido cumplir con un compromiso en fecha, agotando las escasas reservas disponibles del Banco Central, cuando la perspectiva es que dentro de 45 días estaremos ante un nuevo vencimiento pero, esa vez, ya imposible de pagar si no hay un nuevo acuerdo que lo reprograme. 

Es una cuestión táctica en la negociación. Si el vencimiento de u$s 2850 millones en marzo funcionaba como deadline ("si no se acuerda para esa fecha, Argentina pasa a ser moroso"), la resolución del gobierno sería adelantarla a este viernes 28. Revierte la presión, porque el negociador argentino entiende que es el Fondo el que está obligado a modificar su intransigencia para que haya acuerdo. 

El gobierno apostó hasta acá a lograr "un buen acuerdo". Que no dejara atado de pies y manos al gobierno para intervenir activamente en el desarrollo económico y social. Que no impusiera reformas estructurales antisociales (laborales o previsionales). Que no impusiera un nuevo golpe inflacionario regresivo, como resultaría de una megadevaluación. Una a una, fue rechazando esas piezas de la receta tradicional del FMI. Pero el acuerdo aún no alumbra. 

Reducir la diferencia a unas décimas del ajuste fiscal es desmerecer todo lo que está en juego. La intransigencia del FMI es la intransigencia de Washington, del gobierno de Estados Unidos. Y no están todos los elementos sobre la mesa para explicar los por qué. En 2018, el FMI y la Casa Blanca apostaron en forma irracional a la continuidad de Macri, y fallaron. Hoy, el FMI y la Casa Blanca siguen apretando la soga que ató al cuello de Argentina ese stand by de 2018. 

El escenario de hoy, en América latina, no es el de 2018. Con países que abandonaron el alineamiento con el neoliberalismo y apuestan por otro camino. Y otros que se consolidan en su proyecto autónomo exitoso, como Bolivia. Diez ex presidentes iberoamericanos se involucraron en la negociación, y le reclamaron al FMI que "asuma la responsabilidad por el crédito récord" que hoy compromete a Argentina y que acepte condiciones para una reprogramación que no condenen al pueblo a pagar las consecuencias. 

¿Hay un cambio de estrategia? Quizás todavía no, pero no debería descartarse si las otras vías para "un buen acuerdo" no dan resultado.