Bajo La Alumbrera, el primer proyecto megaminero que funcionó en Argentina, opera desde hace 25 años en territorio catamarqueño. La explotación dejó un paisaje de sequía y crisis hídrica en la zona y alteró la vida de los pueblos originarios”. El preámbulo pertenece al trabajo Megaminería en Catamarca: Extraer la vida, que la periodista expuso en la investigación federal de Chicas Poderosas.

Territorios y Resistencias es el nombre de esta investigación federal y colaborativa realizada por periodistas, fotoperiodistas y comunicadoras que viven en distintos puntos del país y que analiza el impacto de la crisis climática en la vida de mujeres, personas de la comunidad LGBTTIQ+ y pueblos originarios. El proyecto llevado adelante por la ONG Chicas Poderosas Argentina, seleccionó duplas periodísticas de las regiones Centro, Noroeste, Noreste, Patagonia y Cuyo, para llevar adelante un trabajo de investigación de cinco meses. El resultado fueron ocho crónicas que se presentaron de manera virtual el 26 de enero, Día Mundial de la Educación Ambiental.

“El objetivo de esta investigación es visibilizar que la crisis climática ya está ocurriendo, que en Argentina ya tiene impacto y que los riesgos van a seguir aumentando si no se toman medidas”, explicó Guadalupe Sánchez Granel, directora general de la investigación.

En el NOA, Catamarca quedó seleccionada con el trabajo que pertenece a la periodista de Catamarca/12 Yémina Castellino, con fotos de Marianela Gamboa. La dupla se instaló entre Belén y Santa María. El informe es un trabajo sobre la cuenca del Arenal, de casi 5000 metros cuadrados, y las montañas que lo rodean.

Un sello potente: Territorios y Resistencias. “El nombre de la investigación fue decidido de forma colectiva por todas las periodistas y fotoperiodistas que participaron del proyecto”, explica Yémina. “Nos parece que refleja toda la investigación, la riqueza y diversidad de territorios en Argentina, la resistencia de los grupos que se organizan para resistir y hacerles frente. Buscamos y esperamos que la lectura de las crónicas genere un entendimiento mayor sobre cuál es el impacto y los riesgos de la crisis climática en Argentina”, remarca Guadalupe. Y agrega: “El objetivo es visibilizar las problemáticas, mostrar que hay personas de carne y hueso afectadas, generar conciencia. Todas las historias en algún punto plantean una solución, comunidades organizadas que buscan resistir y que luchan por revertir estos impactos, ser escuchados por los gobiernos provinciales y por el gobierno nacional”.

Yémina remarca que “estamos muy conformes con el trabajo y sus resultado. La idea era que la nota fuera contada por las voces de mujeres, comunidad LGBTTIQ+ y pueblos originarios con datos científicos”.

“Cada dupla tenía que presentar una idea sobre lo que quería contar de su provincia. Esa síntesis, sobre lo que queríamos hablar la redactamos juntas con Marianela Gamboa, que fue quien sacó las fotos maravillosas que ilustran la nota”, cuenta.

Catamarca/12 charló con su periodista, Yémina Castellino, acerca del proyecto.

¿Cómo trabajaron Territorios y Resistencias?

Se trató de un equipo de 35 personas que fuimos capacitadas en cambio climático, perspectiva de género, investigación periodística, entre otros temas. Un trabajo colaborativo impresionante, en donde cada idea fue pulida y ayudada por las directoras del proyecto, editoras, y chequeadoras de datos. Para mí fue la primera vez que trabajé con chequeadoras, y es maravilloso, lo que nos permite decir que cada dato de la nota tiene un sustento bibliográfico, cuantitativo de fuentes comprobables y serias.

Mi lugar en esta cadena es mínimo, sólo reportera agradecida de haber sido convocada por las ideadoras de este enorme y profesional proyecto que se llama Territorios y Resistencias. Y también por haber compartido espacio con otras colegas de las diferentes regiones que tocaron otras aristas del cambio climático.

Campo Pozuelos (F. Marianela Gamboa).

¿Fue difícil acceder a la información o dar con los interlocutores justos para acceder a los datos?

Fue un trabajo investigativo profundo y comparativo. Horas y horas leyendo informes de más de 500 páginas, fallos judiciales, notas periodísticas. Después de eso fue seleccionar qué voces podían ayudar y así me contacté con varios investigadores, científicos que concretaron esos informes. Muchas de esas entrevistas sustentan la nota, aunque no hubo espacio para nombrar a todas.

Si hubo información a la que no pude acceder, y eso es un dato importantísimo, sobre todo por el tema. Interlocutores que no quisieron hablar, otros a los cuales resguardé. Recuerdo varios testimonios de fotógrafos que oficialmente visitaron la mina cuando operaba y a quienes se les negó fotografiar el dique de cola y se les revisó la cámara antes de irse.

¿En qué consiste concretamente?

Como trabajo investigativo fue segmentado y partimos de una hipótesis que fue que los pueblos indígenas asentados alrededor del Campo El Arenal, fueron afectados en sus lugares por la extracción de agua de la minera, y de los gases causantes del calentamiento global que emitió durante más de 20 años la mina. El objetivo era mirar esa información desde la perspectiva de género y vulnerabilidad.

Nos quedó el 90 por ciento de la información fuera de la nota. Esos datos tienen que ver con el cambio climático también, como que Alumbrera hasta su cierre gastaba casi el 40 por ciento de energía de toda la provincia, o la enorme cantidad de combustible que ocupaban sus máquinas trabajando las 24 horas del día.

¿Qué fue lo que más te impactó?

El algarrobo de Adela y ella misma. Me sentí profundamente identificada con esta mujer que tiene mi misma edad y que por las condiciones de vulnerabilidad en las que vive parecía muchos años mayor. Me impactó ver cómo a 20 kilómetros de su casa una bomba de agua con toda la tecnología, que funciona con energía traída por tendidos especialmente creados, succionaba en medio de un campo mientras ella, con un balde, debe agacharse cada vez más para poder sacar el agua de su manantial que es sólo un pozo en la tierra en su patio. Un manantial que cada vez se ve más bajo, mientras un mínimo panel fotovoltaico, colocado hace más de 20 años y con una batería desgastada, apenas les sirve para prender un foco.

El ingeniero agrónomo que me contó sobre por qué ese algarrobo no da las vainas, me dijo textualmente. “Es un acto que hacen para seguir viviendo”. Fue muy fuerte ser testigo de la naturaleza, y de esa mujer luchando de esa manera.

Otra cosa que me impactó mucho es que los pueblos indígenas conocen más del cambio climático que el resto.

¿Qué percepción te dejó el trabajo de campo en zona minera?

Me quedó una sensación de desolación ante esa inmensa sequía generada. Sentir que mi voz y la de esos pueblos era nada ante ese gigante capitalista. Frustración por la vulneración de derechos sistemática, y entender que el análisis para llegar a esa conclusión no debe ser muy exhaustivo, basta con saber que en Toro Yaco se secaron manantiales milenarios y la municipalidad les dio dos tanques para que suban agua desde el rio (que está más seco) y no tienen una bomba. Que otros pueblos les han dado una manguera solamente, sin estructura, y eso lo cuentan como responsabilidad empresarial. Que debieron dejar sus actividades productivas por los cambios que hubo en la zona que habitan.

Guillermina en la nota dice que el extractivismo minero es colonialismo, que necesita transformar la naturaleza en ganancias. Pero para poder hacerlo destruye las relaciones sociales, culturales para subsumirla en una lógica de individualismo. Ella misma sufre el dolor en su cuerpo de haber tenido un hijo trabajando en la minera y por un sueldo promedio.

¿Qué advertiste o percibiste en la sociedad en general con respecto al tema?

Una cosa es mirar desde la ciudad y otra muy diferente verlo desde cerca y escucharlo por ellos mismos.

Creo que la sociedad en general y lo dice el informe de expertos del año pasado, está desinformada. Hay información contradictoria, hay un discurso único y poderoso que no es claro ni transparente.

Son los medios alternativos los que publican las voces que dicen que la minería no es tan sustentable ni amigable con el ambiente.

Chicas Poderosas

Chicas Poderosas es una comunidad global presente en 16 países, que busca promover el cambio inspirando y fomentando el desarrollo de mujeres en medios de comunicación y creando oportunidades para que las mujeres sean escuchadas. En Argentina está presente desde 2015.

“El objetivo de Chicas Poderosas es promover el liderazgo femenino y la igualdad de género en los medios. Al interior de las empresas periodísticas, las mujeres están subrepresentadas en los puestos de liderazgo y en cargos intermedios. También lo están como fuentes informativas y como protagonistas de la noticia. Esto genera una agenda editorial con una perspectiva limitada, ya que excluye las voces y temáticas vinculadas a las mujeres y disidencias del debate público. Más aún, la subrepresentación de las mujeres en los medios perpetúa las desigualdades”, explica la organización en su sitio web.

Los informes que integran Territorios y Resistencias son:

En la región Centro, Carina Bazzoni y la fotoperiodista Celina Mutti Lovera investigaron la bajante histórica del río Paraná, sus vínculos con el cambio climático y el impacto en las mujeres pescadoras de la zona de Rosario.

Casandra Sandoval (periodista) y Lourdes Karen Antonella Sauch (fotoperiodista) escribieron desde Córdoba sobre el impacto de la crisis climática en comunidades campesinas e indígenas del valle de Punilla, zona golpeada por los recientes incendios forestales en la provincia.

En la región Patagónica, Tatiana Fernández Santos (periodista) y Julieta Distasio (fotoperiodista), investigaron desde Río Negro los incendios forestales en el sur y su vínculo con el cambio climático.

En la región Noroeste Yémina Castellino (periodista) y Marianela Gamboa (fotoperiodista) investigaron sobre el impacto minero en la cuenca del campo del Arenal. En la misma región, Marcela Alejandra Arce (periodista) y Florencia Navarro (fotoperiodista), contaron desde Santiago del Estero la historia de distintas mujeres de comunidades campesinas y de pueblos indígenas que luchan para subsistir ante el avance de la deforestación -principalmente derivada del negocio sojero-, que ha arrasado con los últimos bosques nativos.

En la región Noreste: María Elena Romero (periodista) y Ailin Daniela Gómez (fotoperiodista), contaron las historias de las mujeres de las naciones Qom y Wichí de Resistencia, Chaco; cercanas al Parque Caraguatá, un pulmón verde cercano a la ciudad capital chaqueña que buscan preservar.

Además, desde Entre Ríos, Florencia Luján (periodista) y Julieta Bugacoff (fotoperiodista) investigaron la relación entre la agroecología y el cambio climático a través de la historia de cuatro productoras mujeres con distintos emprendimientos agroecológicos, que van de la huerta a la apicultura.”

En la región de Cuyo, Anahí Roca (periodista) y Janet Pellissa (fotoperiodista) contaron historias sobre la escasez de agua en Mendoza y su impacto en las comunidades indígenas de la región. 

El informe completo Territorios y Resistencias:

http://territoriosyresistencias.com/