Desde Lima

El maestro rural y sindicalista de izquierda que con un discurso de cambio abrió las esperanzas de los sectores populares y de una reivindicación de los históricamente marginados, tiene ahora un gabinete ministerial de sello conservador. Es el tercer gabinete de Pedro Castillo en seis meses de convulsionada presidencia. Su nuevo jefe de ministros, Héctor Valer, es un legislador ligado al Opus Dei, que llegó al Congreso elegido por la fascista Renovación Popular (RP), agrupación de la que luego se distanció. Reemplaza a la exparlamentaria de izquierda y reconocida abogada ligada a la defensa de los derechos humanos y las comunidades indígenas, Mirtha Vásquez. Castillo ha pasado de una jefa de gabinete progresista a uno conservador, de una feminista a un notorio machista acusado de agresión por su hija, de una reconocida exlegisladora a un oportunista de la política.

Con este claro giro a la derecha, Castillo se aleja de sus aliados progresistas, como la excandidata presidencial Verónika Mendoza, pero con esto no ha bajado el tono de los ataques de la oposición que busca su caída. Desde la derecha parlamentaria han vuelto a la ofensiva con ese objetivo. Este miércoles, la derecha anunció que presentará un segundo pedido de destitución del presidente, luego de fracasado en diciembre un primer intento de golpe parlamentario.

El nuevo presidente del Consejo de Ministros es un cuestionado personaje de sinuosa trayectoria política. Valer ha salido militante del Partido Aprista del dos veces presidente Alan García, quien se suicidó en 2019 cuando iba a ser detenido por cargos de corrupción, luego pasó por varios otros partidos, hasta que en las últimas elecciones postuló al Congreso por la ultraderechista RP. Su ex partido no ha respaldado su nombramiento, por el contrario, se ha puesto en primera fila para cuestionarlo. Después del triunfo electoral de Castillo, Valer buscó un acercamiento con el ganador de las elecciones y antes de asumir su banca en el Parlamento se distanció de RP y se sumó a la bancada del grupo de centro derecha Somos Perú, de la que también se apartaría en enero de este año para formar una nueva bancada parlamentaria, Perú Democrático, junto a otros seis legisladores, en su mayoría disidentes del oficialista PL. Sus intervenciones en el Congreso y declaraciones revelan a un personaje reaccionario y machista. Pero no se trata solo de palabras. Ha sido denunciado por su hija de haberla agredida físicamente. La denuncia se hizo ante la policía en 2016 cuando la hija del hoy jefe del equipo de ministros tenía 29 años. Valer tiene investigaciones abiertas por lesiones graves y peculado.

Valer no es el único personaje del nuevo gabinete con oscuros antecedentes. La crisis ministerial estalló cuando Mirtha Vásquez renunció ante la negativa de Castillo de respaldar al ahora exministro del Interior Avelino Guillén en su intento apartar al director de la policía, acusado de actos de corrupción. Ahora Castillo ha nombrado como nuevo titular de Interior a un coronel en retiro de la policía, Alfonso Chávarry, denunciado por narcotráfico y abuso de poder. Un nombramiento que entierra las posibilidades de enfrentar la corrupción policial.

Entre las designaciones más cuestionadas están las de la nueva ministra de la Mujer, la congresista de PL, Katy Ugarte, ligada a grupos ultraconservadores autodenominados “pro familia”, que, en un preocupante retroceso, reemplaza a una reconocida defensora de los derechos de las mujeres, Anahí Durand; y el ministro de Ambiente, Wilber Supo, sin ninguna experiencia conocida en el sector y que asume en medio de la grave crisis ambiental por el derrame de petróleo de Repsol.

Un cambio clave es el del ministro de Economía. El economista de izquierda Pedro Francke ha sido reemplazado por el economista Oscar Graham, con años en el sector público, parte de esa tecnocracia neoliberal que ha manejado la economía peruana desde hace más de tres décadas. En sus seis meses de gestión, Francke no tuvo tiempo para hacer grandes cambios, pero deja una reactivación con un crecimiento del PIB de 13 por ciento en 2021, y una propuesta de reforma tributaria para que grandes empresas mineras y las grandes fortunas paguen más impuestos, cuyo destino ahora queda en la incertidumbre. Graham representa el regreso de la tecnocracia que defiende ese modelo económico que Castillo prometió cambiar.

También se va el canciller, el diplomático de carrera Oscar Maúrtua, reemplazado por el jurista César Landa, un constitucionalista de prestigio, pero cuya especialidad no son las relaciones internacionales. En Cultura sale la reconocida activista de derechos humanos Gisela Ortiz, reemplazada por un desconocido personaje sin trayectoria en el sector. Los otros cambios se dieron en los portafolios de Defensa, Agricultura, y Energía y Minas.

Entre los ministros ratificados está el titular de Salud, el médico Hernando Cevallos, que encabeza un exitoso proceso de vacunación. También la ministra de Desarrollo e Inclusión Social, la vicepresidente Dina Boluarte. Una cuestionada ratificación ha sido la del titular de Transportes, Juan Silva, criticado por su oposición a una reforma del caótico transporte público y su defensa de un transporte informal controlado por mafias.

Al tiempo que juraba el nuevo gabinete conservador, en el Congreso la derecha y el oficialista PL se unían para sacar una ley en contra de la reforma universitaria que ha cerrado universidades de baja calidad que se habían convertido en lucrativos negocios. Vásquez había anunciado que el Ejecutivo observaría esa ley para defender la reforma que busca mejorar la calidad educativa, pero su reemplazante se ha estrenado en el cargo anunciando que el gobierno ya no observará esta ley.

“Este es un gabinete conservador, de derecha, que conforme pasan las horas y se tiene más información sobre sus miembros, va pasando de un gabinete gris a uno oscuro. Estamos ante una coalición de conservadores, e incluso hasta de mafias. Castillo y PL son de un pensamiento de izquierda tradicional y conservadora, ahora con este nuevo gabinete Castillo se muda de su conservadurismo de izquierda a un conservadurismo de derecha”, le señaló a PáginaI12 el politólogo de la Universidad Católica del Perú Fernando Tuesta.

“En el nuevo gabinete -indica Tuesta- hay mucho de malo y poco de bueno. Valer es una persona muy conservadora, que se acomoda, que ha tenido problemas con la justicia, algunos risibles, como haberse robado el examen sicológico para postular a un cargo. De los nuevos ministros, solo los de Exteriores, Economía, y Energía y Minas, muestran niveles de formación y desempeño profesional destacados. La designación del nuevo titular de Economía es un mensaje a la derecha y a los empresarios. El nombramiento del nuevo ministro del Interior es sumamente preocupante, las mafias de la policía deben estar de plácemes”.

En diálogo con este diario, el historiador y analista político Nelson Manrique, calificó el nuevo gabinete ministerial como “una alianza de fundamentalistas conservadores y defensores de las mafias de la educación y del transporte público”. “Es -precisa- un gabinete conservador, pero es complicado definirlo en términos de derecha e izquierda, porque hay un conservadurismo de ambos lados. Hay desde un primer ministro del Opus Dei hasta militantes de Perú Libre que se define como marxista leninista. El gabinete no es una alianza con tal o cual partido, sino una convergencia de conservadurismo y mafias. Si con este gabinete conservador Castillo ha buscado sobrevivir, ha sido una decisión errada. Ahora las posibilidades de una vacancia (destitución) del presidente se han elevado”.

Tuesta también observa que el futuro inmediato el gobierno es complicado. “Este es un gobierno inestable, precario, que cada vez está perdiendo más aliados, se van reduciendo sus posibilidades de coaliciones, hay un presidente que cada vez va mostrando más sus limitaciones. Pero la población rechaza al Congreso opositor igual o más que a Castillo”.

Sobre el rechazo de la derecha a un gabinete conservador, el politólogo precisa que “la oposición de derecha no va a recibir bien nada que venga del gobierno mientras Castillo esté en la presidencia”. El nuevo gabinete deberá pedir el voto de confianza al Congreso, sectores de la derecha ya han anunciado que se lo negarán. Pero Tuesta considera que el Congreso dará el voto de confianza porque los congresistas no están dispuestos a colocarse a un paso de su disolución, lo que podría darse si niegan dos votos de confianza.