El encuentro con Susy Shock fue como un juego de coincidencias, primero en un restaurant del centro de la capital riojana, se acordó entrevista, horario, lugar, pero en unas horas volvimos a coincidir en la Chaya del Bailarín.

La reunión pactada no se dio por la dinámica de la misma chaya, pero más tarde volvimos a coincidir en la tienda turística del Paseo Cultural Punto Cero. Fotos, intercambio rápido y la promesa de contestar estas preguntas que termina siendo la conversación que no se tuvo, pero que es un reflejo de lo que viene pasando a nivel social en cuanto a la cuestión de género: un diálogo en suspensión, a veces las mismas preguntas, pero como en este caso, lo que va cambiando son las respuestas.

El carnaval se relaciona con la liberación de los cuerpos. ¿Creés que hay una relación entre esa liberación y los cuerpos de las diversidades?

El carnaval visto desde la diversidad no tiene siempre la misma connotación. Nosotras generalmente, las comunidades trans, las personas travestis, somos bastante bien vistas y recibidas casi galantemente en todo tipo de carnaval. Vengo de Buenos Aires, donde en el corso el cierre glamoroso siempre es el desfile del travesti como enormes y poderosas vedettes que viajan junto con los niños y las niñas, y las señoras, y las doñas, y los amigos en los micros; después el resto del año es otro el cantar, es otra vinculación, nos persiguen, nos matan. Esa es la realidad.

Entonces digo, yo soy una artista, como artista soy invitada al carnaval, y como persona que estoy ligada al folklore siempre es un sentimiento hermoso como toda fiesta popular. Pero como trava, nosotras estamos ajenas a estas fiestas, porque son territorios donde nos encontramos con la misma gente que nos escupe el piso cuando nos ve pasar o se cruza de vereda.

Creo que el problema lo tiene la heterosexualidad que se libera esos días, se atreve machadito a hacer de día lo que nos pide de noche. El problema sigue siendo la heterosexualidad, ese régimen poderoso que tiene esclavizado a un montón de hombres y mujeres. Nosotras estamos bien, el único problema es que nos matan y nos persiguen. Entonces creo que el carnaval muestra cómo esa heterosexualidad se saca desenfrenada, porque todo el resto del año vive atrapada en cánones peligrosos y asfixiantes. Entonces una los ve y no puede más que sentir ternura, ternura por semejante desolación.

Hay una serie de leyes que han reivindicado a la comunidad trans y a las diversidades. ¿Creés que es suficiente, ha cambiado la realidad de las trans y las diversidades?

Diría Marlene Wayar, dejen de preguntar qué es una travesti, hace año que nos cogen, hace años que nos ocultan, hace años que se cruzan de vereda. Dejen de preguntar qué es una travesti, pregúntense cuál es el miedo que siguen teniendo cada vez que aparecemos nosotras y les ponemos un espejo en la cara.

Sería bueno convenir en esta charla que lo que termina faltando… yo no sé si tenemos planes, no sé cuánto tiempo, quizás seamos la última generación de este planeta, entonces no hay tiempo que perder, yo creo que la heterosexualidad tiene que dejar de preguntar lo obvio, como si no fuera responsable, sobre todo los que comunican. Ustedes no tienen que preguntar cuál es la realidad travesti-trans, porque ustedes nos consumen a escondidas en las zonas rojas. Diez años después de la ley, ley que peleamos, diseñamos, propusimos nosotras mismas, no se le ocurrió a la heterosexualidad tirar esa dádiva, es un trabajo de abajo hacia arriba. Diez años después el promedio de vida de una travesti y una persona trans sigue siendo de 35 a 40 años. Eso no se modificó, eso no mejoró, entonces se habla, yo me atrevo a decirlo a título personal, de un fracaso de la inclusión.

¿Creés que más allá de la cuestión de género y legal, hay una enseñanza en la práctica de la comunidad trans y las diversidades, que se traduce en una dimensión política en el modo de relacionarse, de hacer posibles otras formas de convivencia?

Es hora mirarlos a ustedes y que ustedes empiecen a hablar quién es el responsable de eso, cuál es tu amiga travesti, en tu proceso de trabajo de periodismo dónde hay otra travesti que no sea ir a contar la triste historia, como decía Lohana Berkins. Basta de contar desde el testimonio, ¿dónde está la travesti que se sienta a diseñar con vos Catamarca/12?, ¿está ahí o simplemente está en la sección de policiales? Eso es de lo que estamos cansadas.

Y ese es el diagnóstico que tenemos. Les miramos y siguen teniéndolo todo y nosotras somos parte y todo lo logrado tiene que ver claramente de nuestra garra, de nuestra furia travesti, de meternos en los lugares, de pelear los lugares, de pelear a los gritos, de interpelar, como estoy haciendo acá en este momento contigo.

¿Qué falta en cuanto a políticas para que se siga avanzando en esos derechos?

El diagnóstico general es de una pobreza absoluta en ese sentido. Nosotras quizás seamos las que hemos más avanzado en ese mismo estado de pobreza. Hemos sido la que más hemos avanzado en ese empoderamiento, pero el único problema es que nos matan. Dejen de matarnos, nosotras somos gloriosas. Es lo mejor que nos puede pasar, transitar lo que somos.

Poesía, canto, actuación: Susy Shock, ¿es una expresión colectiva o una voz que busca transitar una experiencia propia?

Soy una artista epocal me dijeron, y me gusta eso. Y eso significa un montón de cosas. Soy de la generación del Nunca Más, me miro desde los derechos humanos, me formé desde ahí. Soy sudaca, no sé cómo sería una artista, una trava en otra parte del mundo, acá soy todo esto. Soy mi propio testimonio, no me considero que ande representando a nadie, pero sí soy, claramente un colectivo.