Teatro en estado puro como método, y un sueño colectivo como idea. Con esos dos ingredientes, Mauricio Dayub hace magia sobre el escenario. Luego de 25 años, repuso en cartel su clásico El amateur, mientras transita con éxito la cuarta temporada de El equilibrista y lidera la taquilla nacional con Inmaduros, donde dirige a Adrián Suar y Diego Peretti.

“Siento que mi mayor logro es representarme a mí mismo tanto en la vida como arriba del escenario”, apunta el dramaturgo, actor y director en diálogo con Página/12 para resumir el balance de su experiencia sobre tablas. Sus dichos se refrendan en su propia sala del Chacarerean, donde sale a escena para interpretar El amateur, segunda vuelta junto con Gustavo Luppi. Con dirección de Luis Romero, Dayub se convierte en El Pájaro, un hombre que sueña con ganar una competencia de ciclismo, y Luppi en Lopecito, su fiel amigo que añora sus tiempos de bailarín de tango y lo acompaña en su hazaña deportiva.

“Volver a esa obra era una necesidad personal. Quise volver a hacerla porque me parecía importante volver a contar esta historia en este tiempo en el que siento que hay una desesperanza general, una falta de encuentro y una imposibilidad de confiar en el otro”, revela acerca de la reposición de la pieza que se estrenó en 1997, se mantuvo en cartelera cuatro años y hasta tuvo su propia adaptación cinematográfica de la mano de Juan Bautista Stagnaro, en 1999.

Según cuenta, el derrotero de ese proyecto fue casi tan milagroso como la gesta del ciclista amateur nacido de su pluma. “Hicimos funciones durante un año y medio en el Teatro Payró con muy poco público. Yo había hecho una inversión muy grande, porque había construido una escenografía importante y le había pedido la música a Jaime Roos. Durante todo ese tiempo, lo sostuve a pérdida hasta que un grupo de actores, entre los que se encontraba Darío Grandinetti, me vinieron a buscar para llevar la puesta a un teatro que inauguraban en Mar del Plata y que se llamaba La Subasta. Ahí, el espectáculo se ganó todos los premios, y después Canal 13 compró la producción, y seguimos con mucho éxito en el Teatro Regina y en el Picadilly”.

-¿Cómo aparece la historia de El amateur?

-Yo nunca había escrito nada. Y un día, después de tanto pelear un poco por existir en Buenos Aires, me di cuenta de que el esfuerzo que tenía que hacer para desarrollarme en lo mío se parecía mucho al del ciclista que había visto batir el récord de permanencia a la vuelta de mi casa, en Paraná. Ese hombre había estado durante cinco días y cinco noches girando arriba de la bici para poder ser único en el mundo. Al principio no iba a verlo nadie, pero cuando en la radio y en los diarios se empezó a decir que en la ciudad había alguien que iba a batir un récord empezaron a aparecer músicos que le tocaban para que no se durmiera y boxeadores y futbolistas que trotaban y corrían alrededor de él y lo entretenían. Yo era chico y me escapaba para verlo. Y cuando crecí, lo recordé y sentía que me estaba faltando eso para poder subsistir y encontrarle sentido a esta vocación de la actuación que no podía cambiar. Entonces me puse a escribir una historia similar, haciendo una especie de alegoría con lo que me pasaba a mí.

-¿Y de qué forma dialogan estos personajes con la realidad actual?

-Yo dudaba en reponer la obra porque la hice hace 25 años, y porque los sueños de un tipo de 30 o 35 años ya no son los mismos que los de uno de 60, como tengo ahora. Tenía temor de que resultara un poco patético que un tipo a esa edad tuviera el objetivo de querer cambiar su vida y hacer lo que quiere, pero al final la edad de los personajes terminó jugando a favor. Y es que se demuestra que cuanto más difícil es la situación, y cuanto menos creemos que vamos a poder y que es el momento indicado, más se puede.

-En una escena suena el himno nacional, y conmueve ver que ahí mismo el público aplaude.

-Sí. El himno ya estaba en la primera versión, pero ahora también incluí la bandera. Quería que la obra tuviera un mensaje subliminal bastante directo a los argentinos, porque creo que se nos va la vida y es momento de parar, saber cuáles son las cosas que perseguimos y alcanzarlas. Personalmente estoy necesitando rescatar cuáles eran las cosas por las cuales valía la pena jugarse la vida. Yo no quiero seguir viendo lo que veo, y creo que podemos cambiar y creer en el otro, elegir un objetivo y lograrlo. ¿Por qué no vamos a poder hacerlo, si todos estamos incómodos con mucho de lo que vivimos y todos vemos las injusticias?

-La obra llegó al cine. ¿Cómo sucedió eso?

-Stagnaro vino a una función, porque yo había hecho varias películas con él. Y me dijo: “Hay una película dentro de esta obra”, y me pidió los derechos para escribir el guion. Y así fue. Originalmente, yo había empezado a escribir esta historia para el cine, pero un día me di cuenta de que nunca iba a hacer la película, y entonces fui a verlo a Mauricio Kartun y le dije que quería transformar ese guion en una obra teatral. Yo tenía la idea de achicar la obra a cuatro personajes, pero él me sugirió hacer una versión para dos actores. Finalmente, cuando la estrenamos, me ternaron con Roberto “Tito” Cossa y con Carlos Gorostiza para los Premios María Guerrero, y gané yo, algo que me pareció una falta de respeto (risas).

Teatrista todo terreno, Dayub se luce también en El equilibrista, unipersonal en el que comparte autoría con Patricio Abadi y Mariano Saba, y con el cual decidió rendir homenaje a sus raíces. Dirigido por César Brie, el actor encarna a cinco personajes diferentes a través de los cuales recrea parte de su árbol genealógico. Así, se pone en la piel de su abuelo, y evoca a su abuela, inmigrantes italianos, y también interpreta a su padre, un subastador de obras de arte, a un tío guardavidas, a otro tío árbitro de fútbol y hasta actúa de él mismo en su juventud, cuando ya daba sus primeros pasos en el oficio. “Quise decirle al público argentino que este es el tipo de teatro que a mí me gusta, un teatro que no le dice ni le muestra cosas al espectador sino que lo invita a imaginar. Por eso, para esta obra aprendí a subirme arriba de una cinta, a tocar el acordeón y a manejar más de treinta objetos, para mostrar sólo una parte y que el resto se imagine”.

El equilibrista (Foto: Marcos López)

-Pronto viajás a España con esta puesta…

-Sí, debuto el 2 de mayo en los Teatros del Canal, en Madrid. Y el 11 y el 12 vamos a Israel. Tengo mucha expectativa, sobre todo porque este era un proyecto que ya había tenido que suspender por la pandemia. También hay un interés de que vayamos a Italia, pero todavía no tenemos una fecha confirmada. La idea es empezar la gira en el pueblo de mi madre y de mi abuela, en Manfredonia, y hacer la obra en italiano. Si el espectáculo funciona en Madrid, eso va a favorecer que sea posible ir a otros lugares de Europa.

-¿Cómo atravesaste la pandemia, y sobre todo el 2020 que fue un año sin teatro?

-En todo ese tiempo, reemplacé la parte artística y creativa con un ciclo de cuentos que compartí con el público y que se llamó Alguien como vos. Fueron más de cuarenta relatos que ahora van a salir en un libro que edita Random House, y que se va a presentar en la próxima Feria del Libro. Pude hacer eso porque venía de hacer una temporada muy buena en Mar del Plata, y venía de trabajar mucho, pero tuve plena conciencia de que la situación era distinta para muchos otros artistas. Y me dolía mucho lo que se estaba viviendo, pero sabía que teníamos que resistir hasta que eso pasara. En esos meses, perdí dinero para pagar los costos fijos de la sala, a pesar de que el Estado nos dio una ayuda para pagar la mitad de los sueldos.

-¿Y qué evaluación hacés de esta temporada?

-Tengo la suerte de estar en propuestas que están funcionando, pero si observo el conjunto de la actividad todavía hay mucha gente que no pudo volver a trabajar, y quienes pudieron hacerlo aún no reciben la cantidad de público que les permita justificar los costos de producción.

-¿Te sorprende el reconocimiento del público que has tenido con El equilibrista?

-Me emociona profundamente la coincidencia con la gente, porque yo quise hacer El equilibrista para mí, para festejar cuarenta años de una vocación que no me ha abandonado nunca. Yo hablo de mi familia, pero el público piensa en la suya, y por eso viene, porque ve una historia que le es propia. Y coincidir en este aspecto es una de las sensaciones más lindas que he tenido en mi vida. Lo que pienso lo comparto con los demás en el teatro y en la calle, y la retroalimentación que se produce es extraordinaria.

El rol de director

El presente artístico de Mauricio Dayub parece inmejorable, y su éxito como actor se replica en su labor de director con Inmaduros, la comedia que encabeza el ranking de las obras más vistas a nivel nacional. Con los protagónicos de Adrián Suar y Diego Peretti, se cuenta el vínculo entre Alfi (Suar) y Fideo (Peretti) dos amigos cincuentones que se reencuentran luego de un largo tiempo. Alfi es un publicista, separado y con un hijo al que apenas ve. Negado a tener vínculos amorosos estables, vive el presente en la comodidad de una casa inteligente. Allí es donde una noche llega Fideo, un psiquiatra estructurado que no puede terminar de procesar el final de su matrimonio de 25 años. Juntos buscarán la manera de que Fideo supere la ruptura, aunque en el camino no coincidan en las formas. El elenco se completa con Patricia Echegoyen, Fernanda Metilli, Jessica Abouchain y Carla Pandolfi.

Para Dayub, quien asegura no ser un director consagrado, la propuesta de dirigir este proyecto era todo un desafío. “Yo estaba en el mejor momento con El equilibrista, y cuando me convocó el productor pensé que ponerme a dirigir, que no es una de las tareas que más he hecho, me podía generar más dificultades que beneficios. Y dudé porque era una responsabilidad enorme, pero mi representante me dijo: `Estas cosas no se piensan. Tenés que hacerlo, y tenés que hacer un éxito´. El proceso fue hermoso, e increíblemente se transformó en un éxito, porque es récord de público en todo el país, superando a las obras más vistas de Mar del Plata y Carlos Paz. La empatía que Diego y Adrián tienen con el público me sorprende. Y la experiencia fue muy buena porque me permitieron hacer el teatro que yo sé hacer. No tuve que ponerme en ningún lugar extraño, y todo lo que se me fue ocurriendo hacer con la obra lo hice. Pero fue un trabajo colectivo, porque nunca me gustó esa idea de que el director es el que más sabe”.

* El amateur: Chacarerean Teatre (Nicaragua 5565), los martes y miércoles a las 20.30.

* El equilibrista: Teatro Maipo (Esmeralda 443), viernes, sábados y domingos a las 20.

 

* Inmaduros: El Nacional (Corrientes 960), de jueves a domingos a las 20.30, y doble función los sábados a las 22.45.