La jugada del Gobierno de armar una SuperOjota para multiplicar el poder del aparato de escuchas, puede resultar bastante peor que poner a un alcohólico al frente de un bar. Mirando a los protagonistas de la historia, la receta lógica hubiera sido reducir el poder de la Ojota, no agrandarlo, porque es un aparato que viene manipulando escuchas a lo que se suma la larga historia del macrismo en relación al espionaje ilegal. Sin remontarse al pasado, en las últimas semanas hasta Elisa Carrió denunció que la estaba espiando su propio gobierno. 

La historia reciente ya permite sacar conclusiones. Cristina Kirchner relevó –aunque tardíamente– a lo más tradicional del aparato de espionaje, con el despido del otrora jefe de los espías, Horacio Antonio Jaime Stiuso. No sólo dio ese paso, sino que pasó la estructura de escuchas a la Procuración, es decir que la sacó del mundo de los espías para pasarla al mundo de la justicia. Y, como medida decisiva, se levantó el secreto sobre los gastos de la ex SIDE: dejaron de ser una caja oculta. Al gobierno de la ex presidenta se le atribuyó el armado de un aparato de inteligencia, a cargo del general César Milani. A un año y medio de gobierno de Cambiemos, no se encontró ni un cablecito de lo que Patricia Bullrich y Laura Alonso denunciaron como estructura de espionaje. Los jueces allanaron un predio en Villa Martelli. No había nada. Se mencionó un edificio en la zona de San Juan y Entre Ríos. Tampoco se encontró nada. 

En cambio Macri exhibió desde el principio de su gobierno que la inteligencia y el espionaje son para él un tema dilecto. Por de pronto, volvió a imponer, por decreto, el secreto sobre los gastos de la AFI. De inmediato le pasó a la Corte las escuchas telefónicas, pero con el ingrediente de que los puestos operativos volvieron a ex integrantes de la SIDE. Ahora pretende crear la mega estructura, sin control alguno, en el marco de la ex Ojota.

Todas esas medidas no son episodios casuales, aislados. Tienen que ver con la historia pasada y reciente del macrismo. 

Escuchas I

En enero de este año se conoció el audio de una conversación privada entre Cristina y Oscar Parrilli, en el que ninguno de los dos se refería al objeto de la causa judicial que originó la escucha: la fuga del narco Ibar Pérez Corradi. La comunicación no incluía ningún delito pese a que se trataron de armar denuncias descabelladas respecto de la frase “hay que salir a matar a Stiuso”, obviamente queriendo decir que había que responder a los argumentos del ex espía en los medios. Todo lo que quedó de aquella charla fue el “soy yo pelotudo”, pronunciado por Cristina. La filtración exhibió el manejo político grosero de las escuchas telefónicas por parte del aparato a cargo de Irurzun y la ex SIDE de Gustavo Arribas.

Escuchas II

Pero aún más grave fue que se hizo trascender otro audio, esta vez en una pre-causa armada por la AFI. Es decir que quien decidió espiar a Parrilli –y obviamente a Cristina Kirchner– fue el Poder Ejecutivo, porque el puntapié inicial lo dio la AFI. El fiscal Guillermo Marijuán tomó esa escucha en la que Cristina dice “fijate las causas que le armamos a Stiuso, las que lo denunciamos” para impulsar una denuncia porque supuestamente la ex presidente “armaba”, es decir fomentaba expedientes judiciales ficticios. Lo que agrava las cosas todavía más es que la jueza María Romilda Servini de Cubría había ordenado destruir todo el material, porque no encontró ninguna prueba en ese expediente. La AFI y la Ojota no sólo no destruyeron los audios como ordenó la magistrada sino que los filtraron a la prensa para utilizarlo políticamente. 

Pasado

Ninguna de estas movidas representan una conducta distinta a la exhibida por Macri anteriormente. Como se recordará, en la administración porteña del ahora presidente, se armaron causas falsas de homicidios en Misiones para que, a través de la SIDE, se escucharan diálogos telefónicos de Jorge Burstein, que perdió su esposa en la AMIA; Daniel Leonardo, cuñado de Macri, que atravesaba un conflicto familiar con la hermana del presidente y empresarios y abogados del mundo del fútbol y los negocios. Los hombres clave en aquella estructura fueron el espía Ciro James y el policía preferido de Macri, Jorge El Fino Palacios. El juez Sebastián Casanello absolvió al presidente cuando recién asumió sosteniendo que ese aparato de espionaje se armó en su gobierno, pero que él no supo nada, y que la escucha de Leonardo se hizo –cuándo no– por pedido de Franco, el padre del mandatario. James estaba contratado en el Ministerio de Educación de la ciudad y Palacios fue designado jefe de la Metropolitana. 

Hay muchos rumores que indican que hoy Palacios y James tiene peso dentro de la AFI, porque Arribas llegó del mundo del fútbol sin experiencia y sin equipo. 

Ahora

Esta misma semana fue Elisa Carrió la que denunció que la espiaron en un viaje al Paraguay. La diputada se encontró ahí con un viejo  –y dudoso– militar vinculado a las empresas de seguridad y le sacaron fotos. El desmentido de la AFI fue más bien lacónico y en el gobierno quedaron en que la central de espías abrirá un sumario interno. Carrió aprovechó para agrandar la historia y, de golpe, se puso selectiva: le dio un salvoconducto a Arribas diciendo que no tuvo nada que ver y exigió el despido de su segunda, Silvia Majdalani.  

A primera vista, lo que sucede es que así como consideraron natural espiar a Parrilli y CFK –lo que se ve en la pre-causa armada por la AFI–, consideran natural espiar a todos, incluyendo a los propios aliados que manifiestan alguna diferencia. El aparato tomó nota de que Carrió viajaba a Paraguay y lo más probable es que le hayan ordenado a la estación de la AFI en Asunción que averiguara qué estaba haciendo. 

Pero también aquí en el conurbano, en Pilar, se produjo un hecho que sigue sin explicación. Un albañil denunció a Carrió por enriquecimiento ilícito y cuando el juez Daniel Rafecas lo citó, dijo que le habían pagado 1.500 pesos por hacer la denuncia. Tal vez sea una casualidad, pero la AFI –gestión Cambiemos– abrió estación en tres zonas del conurbano, Norte, Oeste y Sur. Quienes sostienen que la denuncia contra la diputada la armó la AFI afirman que fue la estación conurbano Norte. 

Como suele suceder cuando las papas quemas, el sorteo de la causa sobre el fraudulento armado de la denuncia del albañil, cayó justito en lo de Claudio Bonadio. 

El listado de casos es largo. Y eso demuestra que el uso ilegal de escuchas está en el ADN del macrismo. Darle más poder a la Ojota puede estar contra-indicado, pero parece entroncarse con la historia del presidente.