Las Abuelas de Plaza de Mayo también le devolvieron a Mariana Herrera una parte de su historia familiar. “Mi primer acercamiento a las Abuelas fue alrededor del 1993. Un médico del Garrahan me consultó porque Abuelas estaba buscando a alguien que pudiera ayudarlos a entender la parte genética. Yo nunca las había visto ni tenido contacto con ellas. Soy doctora en Biología. Cuando me doctoré, toda la gente que se doctoraba se iba del país. Yo no me quería ir, entonces con una amiga armé el primer laboratorio de diagnóstico molecular en el país. Cuando fui a la casa de las Abuelas, entré, me presenté y Estela se me quedó mirando… me preguntó si era algo de Matilde Herrera. Matilde era mi tía. Era prima hermanísima de mi papá. Pero yo no la había conocido, nunca había estado en contacto con ella. Estela me dijo, “Matilde Herrera fue mi mejor amiga, empezamos la búsqueda juntas”, y ahí me enteré que mis tres primos están desaparecidos. Yo no sabía nada”. Los tres hijos de Matilde Herrera, José, Valeria y Martín Beláustegui, están desaparecidos. Tanto Valeria, como Cristina, pareja de Martín, estaban embarazadas cuando las secuestraron. Matilde fue una dirigente muy activa de Abuelas de Plaza de Mayo hasta que falleció. “Estela -sigue Mariana Herrera– me contó de Matilde, de todos ellos, para mí fue empezar a caminar. Empecé a colaborar con ellas, fui perito en algunas causas y seguí formándome en genética forense”. Mariana Herrera fue presidenta de la Asociación Argentina de Genética Forense. En 2010 integró el consejo científico técnico para reglamentar la ley del Banco Nacional de Datos Genéticos. En 2014 se presentó y ganó el concurso para dirigir el organismo.