Fernando Cabrera y Martín Buscaglia son dos piezas clave de la música popular uruguaya. Pertenecientes a distintas generaciones, sus caminos están atravesados por nombres en común, por acercamientos concretos (la presencia compartida en la Expo Zaragoza 2008; una colaboración conjunta en un disco de Jorge Drexler; la convocatoria de Cabrera, desde su rol de director musical, a Buscaglia para el homenaje a Alfredo Zitarrosa realizado en marzo de 2016 en el estadio Centenario) y por una similar visión de la música, de su rol como artistas. Visiones que, en enero de este año, finalmente pudieron afinar cuando fueron convocados al Festival Medio y Medio en Punta Ballena. A poco más de cuatro meses de aquellas dos funciones, esta noche (a las 21.30) el Teatro de Plataforma Lavardén será el punto de partida de un nuevo ciclo de presentaciones para la dupla, que mañana seguirá camino en la Usina del Arte de Buenos Aires y el domingo en el Teatro Municipal de Bahía Blanca.

Acompañados por guitarras eléctricas (elección que corre al concierto del frecuente despojo acústico de los cantautores), en su paso por Rosario Cabrera y Buscaglia compartirán canciones propias dentro de un repertorio que incluirá también algunos inéditos: entre sus tantas sintonías, ambos entienden que la maduración de sus obras sólo es posible poniéndolas en juego ante el público. Y, claro, a partir de su paso por el tamiz personal de dos artistas con identidades fuertes.

En ese sentido, es Buscaglia quien distingue la relevancia de este encuentro, al apuntar: "Parte de la gracia de seguir cualquier camino, el de ser músico, alfarero, no importa, es encontrar una esencia tuya. Pero una vez que la encontrás agradecés salirte un poco de vos. No es salir de un lugar de comodidad, porque hay una comodidad implícita en tocar con alguien (sino no tocaríamos con Fernando), sino que es lindo escaparte un poco de lo que sabés que sos. Además, al tocar con otro siempre se te pegan cosas".

"Tenemos básicamente un punto en común, que es la actitud frente a la música --remarca a su turno Cabrera--. Esto de ser los dos muy ciegos, muy de estar en un camino casi místico, brindarnos a la música, tratar de ser canales lo suficientemente fluidos para que por nosotros pase la música. En eso somos muy parecidos. También en el hecho de que ambos al mismo tiempo somos arriesgados, no nos importa nada, no estamos sujetos a un estilo, un género, una industria. No tenemos ningún tipo de especulación al respecto, sólo hacer música".

Esa visión es también compartida por Buscaglia, que entiende que la labor musical significa "trabajar para un fin superior, que excede al músico y a las canciones". "Vos trabajás para ser un canal, el hecho de dar un concierto es una cosa hasta ritualística. Con los años, si vas por el buen sendero, eso se tiene que acentuar. Todo lo otro, tocar la viola de un modo tuyo, componer una canción que esté buena, no son el fin en sí mismo, son parte de un vehículo que, cuando lo tenés armado, la gracia es que te lleve hacia algún lugar", remarca.

Reunidos en ese ritual, los compositores ya disfrutan de la posibilidad de compartir camino. "Me siento muy privilegiado de tener esta suerte de poder hacer algo con Buscaglia, por tratarse de un músico tan completo, tan talentoso, tan inquieto", afirma Cabrera, mientras que Buscaglia distingue: "Creo que Fernando es una referencia inevitable para cualquier compositor uruguayo post-Cabrera. Las cosas que me atraen de su obra, ahora que lo pienso, son también las que tenemos en común. Lo que te gusta del otro es que, con otras herramientas, se para ante el mundo y ante la música de un modo similar al tuyo".

Para Cabrera, sin embargo, una de las claves del goce tiene que ver ya no sólo con las afinidades sino, también, con las diferencias, ésas que se evidencian en resultados musicales "muy, muy distintos". "Somos músicos muy diferentes, lo cual enriquece, no sólo a mí sino también al espectáculo, se da una unión muy curiosa, muy interesante --asegura--. Después hay diferencias concretas, tenemos distintas influencias, distintas maneras de cantar y tocar la guitarra, de componer. Somos de generaciones distintas, entonces cada uno tuvo distintas cosas que lo marcaron. Martín es más moderno que yo en algunos sentidos, o quizás los dos lo seamos del mismo modo, pero él tiene una ventana más abierta a las músicas más recientes. Con lo cual, insisto, me beneficio, porque es una ventana de información nueva. Por otra parte, yo tengo una información que él no tiene, y se la brindo".

Todo ello entra en juego en estos conciertos a dúo, donde la ausencia de banda les permite además darle vuelo a sus roles guitarrísticos. "Hay un énfasis grande en el toque de las guitarras", anticipa Buscaglia que, una vez más, entiende a este encuentro como un nuevo lazo entre generaciones de grandes autores: "Fernando es parte de esa larga cadena de solistas uruguayos peculiares, que tienen una poética, un toque propios, una búsqueda singular. De la cual yo me siento parte, siendo posterior a él, y de la que formarán parte los que vendrán".