La amenazan las Aguilas Negras, uno de los tantos grupos paramilitares que hay en la sangrante Colombia, un país en el que los activistas afrodescendientes o ambientales luchan exponiéndolo todo, porque activar allí equivale a jugarse la vida literalmente. En lo que va del año asesinaron a 52.

La marcaron, a principios de este mes, como “objetivo militar”, ahora que Francia Márquez es vicepresidenta junto a Gustavo Petro, que la eligió para ocupar ese lugar que, dejó en claro al presentar la fórmula, no es el de “número uno y número dos” como suelen entenderse las presidencias y vicepresidencias en la política tradicional, sino “como uno y una”, dirigido claramente a la sinergia de fuerzas que se requiere vencer a la ultraderecha uribista.

La amenazan también desde los grandes medios, desde los que “denuncian” que uno de sus hijos “estudió en Cuba”. Eso la hizo reaccionar pidiendo protección legal a la Fiscalía General, haciendo al periodista que también habla de sus vínculos con la “dictadura narcochavista” responsable de lo que pueda ocurrirles a sus hijos, porque allí es donde pega el fascismo regional sobre todo a las mujeres que desafían la verdadera amenaza que pende sobre ellas: no ya en su propia carne, que está ofrecida al devenir de la violencia, sino en la vida de los hijos. La Fiscalía General guarda silencio hasta hoy.

No obstante, esta mujer de 40 años que no viene de ninguna estructura política sino de la resistencia ambiental y feminista de la región del Cauca, la que más asesinatos registró, está sorprendiendo con su campaña, diseñada por ella misma y con elementos renovadores que encajan con su discurso. Ética y estética confluyen en ella, y ésa parece ser la llave para abrirse camino entre las campañas en su contra que llegan de todos lados. Imagen y contenido, fondo y forma se corresponden.

“Tomarse la imagen, ocupar lo visual: la apuesta estética de Francia Márquez” es un trabajo profundo y lleno de información y de conceptos que realizó Isabel Ramírez Botero, curadora, investigadora y profesora en la Facultad de Artes de Barranquilla. Allí analiza el camino elegido por Francia para darle potencia a su imagen, un camino que no se parece en nada al estilo clásico del asesor o el couch, sino que abreva en el universo de representación al que ella aspira.

No hay nombres en ese equipo que no provengan de los ámbitos en los que Francia se mueve, y esta campaña los ha hecho reconocidos en su país y más allá. Visibilizarse es el objetivo de todo candidato, pero Francia eligió hacerlo a través de los códigos de las barriadas populares: los muralistas que trabajan sobre las paredes de edificios descascarados en los lugares menos privilegiados de Colombia. El equipo es de Guache Street Art, cuya cabeza es Oscar González, que trabajó desde el año pasado y dio a conocer el pasado septiembre la primera pieza: “Soy porque somos” es el lema. Y ella aparece en un semiperfil desafiante, poderosa, el puño cerrado y adornado con pulseras tribales, el pelo negro recogido, mucho trabajo de luz sobre su cara.

Esa y otras piezas de su campaña Francia las ha presentado en público una por una, siempre dándole el crédito al muralista. Guache es un artista de vasta trayectoria y de clara consistencia política. Trabaja lo feminista, lo afro y lo indígena, a lo que suma casi siempre alusiones a la tierra y el maíz, con mensajes descoloniales. No lo llamó ella, él se acercó. Y el resultado es una campaña visual llena de color y fuerza, que vincula la imagen de Francia con el universo en el que él ya es reconocido: el que la vicepresidenta quiere representar.

El vestuario de Francia también concuerda con esa estrategia. Esteban Sinesterra Paz, de apenas 23 años, es quien le ha diseñado sus vestidos de colores muy fuertes, muy afro, que la destacan en cualquier fotografía grupal y también remiten al mundo afrodescendiente. Amarillos chillones y rojos fulgurantes son los colores que más se repiten, tal como en el vestuario personal de Francia, pero en diseños más llamativos. Muy lejos de los colores neutros y los trajecitos de candidatas del establishment, Francia refuerza su identidad haciendo estallar cada foto y opacando los trajes y los tailleurs que tiene al lado. Así como cita a sus ancestros para devolver un abrazo sanador a quien la agrede en apariciones o debates públicos, también anda con sus ancestros sobre su cuerpo, también muy lejos de las mujeres negras que en situaciones de colonialismo han buscado mimetizarse con el colonizador. Aquí hay orgullo y está quién es y de dónde viene.

Mientras la atacan y la persiguen, ella es un ejemplo de potencia y coherencia, que además utiliza las marcas de la segregación a su favor. Y es también una muestra de que la voluntad de poder es acompañada por una inteligencia que no ignora la contundencia de la imagen, pero se resiste a que la imagen comunique lo que es “clásico” en una vicepresidenta: se ha animado a tanto en su vida, que cómo no se le iba a animar al rojo más fuerte posible.