Algo bueno en medio del caos pandémico de 2020 sucedió en el norte argentino, más precisamente en Catamarca y Tucumán, donde familiares y amigos del escritor Francisco Pancho Galíndez (1938- 2003) publicaron a través del gobierno catamarqueño su única novela inédita e inconclusa: Huella en el viento, a la que siguió la edición de la obra poética completa del escritor, tanto la publicada en vida como algunos textos que nunca habían visto la luz.

La novela, que transcurre a mediados de los años 70, aloja personajes que aman, filosofan y discuten el mundo en el Tucumán en llamas y sacudido de esa época. La presentación formal aconteció en la biblioteca del Senado de Catamarca, con la asistencia de familiares de Pancho y autoridades del área cultural catamarqueña.

Pancho Galíndez nació en la capital catamarqueña el 6 de junio de 1938 con una discapacidad motriz congénita y crónica que le difilcutó el habla y los movimientos, y que lo depositó por toda la vida en una silla de ruedas.

Jugador de ajadrez -lo hacía como habitué en los tableros del mítico y desaparecido bar El Buen Gusto, a metros de la plaza central tucumana-, gran lector, amante del cine y conversador profundo y alegre, fue un poeta consecuente que publicó en vida cuatro libros: Ajuste de cuentas (1974), Razón de ser (1992), La memoria y el deseo (1993) y El otro que yo soy (1998), y agunos poemas más.

Alternados con fotografías, pinturas, testimonios y anécdotas, la antología poética y la novela conforman el legado de este autor emblema de la vieja bohemia tucumana. En un pasaje de Huella en el Viento apunta: "Como si no bastara para escribir poemas. Como si los poemas fueran poco hoy en día, o más bien como si fueran el último orejón del tarro. Tal vez por eso en la actualidad la gente no lee mucha poesía. Quizá porque los poemas son una cosa muy pequeña, uno tiende a pensar que la poesía es accesoria, irrelevante, casi inexistente. Cuando es exactamente al revés. El vértigo, la vacuidad, la superficialidad, el aturdimiento y el carácter irrisorio de la vida moderna se deben precisamente a la ausencia de la poesía".

Pancho Galíndez, Gerardo Ramos Gucemas, Luis Vivas, Horacio Elsinger, Gerardo Rodríguez y Rubén Rosino, cantando la zamba Las Golondrinas, de Eduardo Falú.

A bordo de su silla de ruedas -empujada siempre por algún amigo o encargado de trasladarlo- fue protagonista de numerosas anécdotas, entre ellas las que evocan sus peripecias en las pendientes de los viejos cines del centro tucumano o de las calles de la zona tucumana de El Bajo, que lo hacían desplazarse a más velocidad que la aconsejada, entre gritos y risas.

Fue periodista gráfico especializado en la crítica cinematográfica y teatral, y en 1985 le tocó cubrir un rol como actor -secundario pero destacado- en la película El Rigor del Destino, de Gerardo Vallejo , protagonizada por Carlos Carella, Alberto Benegas y Víctor Laplace entre otras figuras.

Esa película se proyectó en el 14 Festival Internacional de Cine de Moscú, donde la figura enjuta y barbada de Galíndez llamó la atención del público y la crítica.

Desde los 70 en adelante Pancho Galíndez se recortaba en el paisaje urbano de la capital tucumana, tanto en las calles como entre las mesas de los tradicionales bares hoy desaparecidos, La Cosechera y El Buen Gusto, donde solían reunirse bohemios, artistas y periodistas trasnochados después del cierre de la edición de los diarios.

Uno de los compañeros de mesa de esas noches era Dardo Nofal, veterano periodista y también escritor ya fallecido, quien una vez señaló que Galíndez era "Un ejemplo del triunfo de la vida y una hermosa respuesta de la inteligencia a la estética". 

Era hijo de Jorge Galíndez, médico y psicoanalista, la entrega de su padre fue enorme, al punto de que se alejó de su profesión de oftalmólogo para estudiar psicología y adquirir las herramientas para poder educar mejor a su hijo mayor.

Por su parte, el actor Pepe Soriano, que trató a Pancho en sus viajes por Tucumán, recuerda que fue "Un poeta hermoso y un ser humano que ha dejado marca. Conocí a mucha gente en mi vida, porque he vivido muchos años. Pero no todas han sido marcas. En Tucumán, esa generación incluye a Pancho Galíndez , y la suya fue una marca porque estábamos unidos por el amor al teatro, con una fe inquebrantable que no ha cesado. Mi gran recuerdo de Pancho fue su participación en El Rigor del Destino , en especial una escena donde se él ve revolcado en el suelo en tiempos de la dictadura militar". 

Casi como una extensión de Pancho había un elemento fundamental: un tubito de goma mediante el cual el poeta bebía en los bares: "Esa gomita se la ponían entre el vaso lleno de vino y el borde de su boca, para que bebiera. Y uno veía entonces bajar el vino, bajar el vino, bajar el vino, hasta que no quedaba nada (Risas). Aunque era difícil de entender para quienes no estábamos habituados a tratarlo, era una persona fácil de ser amada", redondea Soriano.

En julio de 2019, la revista salteña El Pájaro Cultural reimprimió Ajuste de cuentas, a 45 años de la primera edición en Tucumán, la presentación se hizo ese año con la presencia del director de Letras del Ente Cultural de Tucumán, Horacio Elsinger y el editor de El Pájaro Cultural , Juan Ahuerma Salazar.

En esa ocasión señaló Elsinger que, "Ajuste de Cuentas es un libro que mezcla una poesía lírica, amorosa, con otra socialmente comprometida. Refleja mucho el espíritu de la época en que se escribió, porque no sólo ofrece el valor poético de Pancho, que a 45 años después aún atraiga lectores, sino que también transmite la intensa actividad cultural de la década del '70 ".

El día que a Pancho lo encontraron muerto en su cama, de su máquina de escribir Olivetti colgaba la última página de su novela, la 211, que decía: "¿en el mío, en el tuyo, en un lugar neutral...? ¿Dónde estamos en realidad... en el cielo o en el infierno...? ¿Qué importa eso ...? Un buen poeta diría: en tu corazón o en el mío. Pero desgraciadamente, los buenos poetas, no abundan hoy en día..."

Con el hermano de Pancho, Mello, nos dimos a la tarea de compaginar los textos, buscar testimonios, prologarlos y editarlos.

El Pájaro del Amanecer

Del libro El Otro que yo soy (A Rosita María Olmos).

todos los días

en la bruma del amanecer

viene un pájaro a golpear en mi ventana

no sé si es el mismo todas las veces

en realidad no sé si golpea

sólo es un murmullo de alas contra el vidrio

un susurro de silencio

en la comisura del alba

tal vez sea un mensaje que me trae

acaso quiere llamar mi atención de algún modo

quiźá sea indescifrable lo que dice

o simplemente no quiera decir nada

nunca sabré lo que esto significa

jamás se sabrá lo que es esta oscuridad iluminada

imppsible decir lo que quiere decir

eso no importa demasiado

en verdad no cuenta para nada

más allá de todo eso

más allá de toda la magia de este mundo

lo que sí interesa

lo que importa más que todo

es que ese pájaro viene todas las mañanas

a tocar en mi ventana

y de alguna manera

me despierta.