Más de 15 mil personas marcharon ayer por el centro de Rosario para gritar una vez más "vivas y libres nos queremos". La marea fue de lo más colorida: desde el fucsia que estrenaron las integrantes del colectivo Ni Una Menos Rosario, en sus chalecos; pasando por el verde de los pañuelos de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto y el violeta, contra la violencia machista; hasta el multicolor de la enorme bandera que reclamó la libertad para Higui, presa por defenderse tras ser atacada por su elección sexual. El reclamo del Ni Una Menos también se trasladó al Gigante de Arroyito, antes del duelo Central ‑ Colón.

"Estamos hoy acá para decirle al presidente de la nación, Mauricio Macri, que la tarea del Estado no debe limitarse a recoger cadáveres e imponer penas. Que no basta con decir Ni Una Menos en un discurso políticamente correcto, mientras no se asignan los recursos necesarios", expresó el movimiento de mujeres, en un documento colectivo, en el que pidieron la jerarquización del Consejo Nacional de las Mujeres a través de la creación de un Ministerio de Género. También hubo reclamos a provincia y municipio.

Antes de las tres de la tarde de ayer la Plaza Montenegro fue ocupada por una marea que se desplegó en las calles por más de 13 cuadras. Banderas de agrupaciones políticas, sociales y barriales reclamaron por la implementación de la ley de Educación Sexual Integral (ESI), la libertad de Milagros Sala, el derecho a la interrupción legal del embarazo, el fin de la violencia machista, paridad y un cambio cultural para erradicar el patriarcado. "Cobramos un 27 por ciento menos que los varones en cualquier trabajo que realicemos", fue otra de las quejas plasmadas en el documento leído durante el festival que llenó las escalinatas del Parque España, donde hubo música en vivo, hasta las 19.30.

La caminata fue de lo más diversa y muchas de las que marcharon eran mujeres sin banderas políticas. "Hay que darse cuenta de que hay una problemática que es social. Marchamos porque ninguno de los derechos ganados cayó de arriba", dijeron Lucía y Danisa, amigas y estudiantes de la carrera de Comunicación Social. "Venimos porque entendemos que hay que defender los derechos. No solo por los femicidios, sino por las violencias más pequeñas", dijo Luz. "Creemos que es necesario marchar porque seguimos en una sociedad desigual, donde las mujeres no tenemos los mismos derechos de los varones; y para decir Ni Una Menos tenemos que estar en las calles. Venimos a cuestionar los privilegios del varón, no a atacarlos", dijo Micaela, estudiante de Ciencias de la Educación.

Desde la cabecera de la marcha, Majo Geréz, del colectivo Ni Una Menos, destacó: "Hoy, cada 18 horas hay un femicidio en el país. Las respuestas estatales, del orden de lo preventivo, siguen siendo insuficientes pese a la visibilización". También pidió "educación para que no se siga reproduciendo la violencia. Queremos políticas, no queremos más penas, ni cárceles, como se dijo desde el femicidio de Micaela García, porque se montó una demagogia punitivista que cree que con mano dura se resolverá la violencia. Esa no es nuestra agenda".

Liliana Leyes, secretaria de Género de la CTA, aseguró: "Es un momento muy particular en el que nos empoderamos las mujeres dentro de los sindicatos. Hoy movemos las estructuras, peleamos el 50 y 50 y queremos dar cambios en la sociedad y dentro de los espacios que ocupamos".

Nora Giacometto, de Ampliando Derechos, agregó: "No hay que abandonar la calle porque estamos en un momento en el que al patriarcado le molesta que estemos acá. Seguimos reclamando lo mismo porque por ejemplo no hay presupuesto para implementar la ley de patrocinio gratuito a las víctimas. Tenemos una larga lista de deudas pendientes por parte de la Justicia santafesina: los jueces civiles necesitan capacitación en género; y pedimos que la provincia y el municipio se hagan cargo de las mujeres de los barrios".

Itatí Schwartzman, escritora y miembro del colectivo Ni Una Menos, resumió la lucha: "Marchamos porque nos queremos vivas y libres en todos los andares".

Sobre el final de la lectura del documento, desde el escenario frente al río Paraná, también se reflejó el pedido de justicia por María de los Angeles Paris, la bibliotecaria que salió muerta de la seccional 10ª cuando fue a hacer una denuncia. Más allá, Alberto Perassi levantaba el cartel con la foto de Paula, su hija, desaparecida desde 2011.