Decenas, cientos de miles de mujeres recorrieron las calles de las principales ciudades del país en un nuevo reclamo, una exigencia y, por qué no, hasta una orden que se sintetiza en “Ni Una Menos”. En la ciudad de Buenos Aires, la Plaza de Mayo y sus calles adyacentes fueron, desde temprano, el principal escenario de esta nueva marcha, la tercera que se realiza el 3 de junio (3J), en defensa de la vida de las mujeres, en contra del machismo y patriarcado y exigiendo a los gobiernos políticas concretas y reales que le pongan un freno definitivo al femicidio.

Sobre la avenida de Mayo una serie interminable de organizaciones, coloridas y bulliciosas daban cuenta de sus consignas y el rechazo a la creciente ola de femicidios, la represión policial y la ausencia de políticas públicas por parte del Estado para frenar el flagelo.

Por la avenida, fue posible ver caminar absolutamente solo al ex diputado nacional, Luis Zamora, portando una pancarta que decía: “Porque soy antipatriarcal estoy con Ni Una Menos”. Algunas lo reconocieron y otras no pero muchas se acercaron a tomarse una foto con ese hombre solo que acompañaba el reclamo de las mujeres pero que también debe ser los hombres que deben desterrar el machismo y la violencia de género.

Más adelante, una perfomance desarrollaba su escena antipatriarcado. Un gigante con rostro sádico acosaba a una mujer que portaba un top de lentejuelas. Mientras las manifestantes observaban la situación, más común de lo imaginado, por el costado continuaban transitando las columnas. Muchas de las mujeres que llegaban hasta la plaza pertenecían a organizaciones del conurbano bonaerense que se mezclaban con aquellas de clase media profesional. La marcha es multiclasista porque el femicidio que no diferencia estratos sociales, nivel de educación, ni el barrio donde una mujer vive.

De repente, a la altura de avenida de Mayo y Perú un grupo de algo más de doscientas mujeres se acuclilla. Están así unos minutos, agigantando la expectativa de la marea humana que se detiene y las observa, para luego erguirse y al unísono lanzan un grito gutural que parece surgir de las entrañas para correr hacia la Plaza de Mayo como si fuera una azonada de guerra. La movilización se estremece, son las mujeres en lucha contra esas muertes que se producen cada 18 horas.

Liliana Furió está entre las miles de mujeres que dominan la plaza y los alrededores de la Casa Rosada. “Es una demostración de que el #NiUnaMenos cada vez somos más”, dice la documentalista al tiempo que levanta la voz para que la escuchen. Afirma que “vengo porque soy lesbiana feminista” y porque es integrante del colectivo Historias Desobedientes, ese que reúne a las hijas e hijos de represores a los que repudian. “Me da mucho orgullo que encontráramos un montón de hijas de genocidas porque pensábamos que estábamos solas. Ahora somos un montón. Estamos dando testimonio del horror y tomando distancia de la familia y del padre que nos tocó vivir”.

Jose Nico
Liliana del colectivo Historias Desobedientes

Los bombos, la música, los gritos compiten con la voz de Liliana quien no se amilana y sostiene que si bien lo más negativo de estos últimos dos años fue la llegada de “este gobierno de derecha, represor y colonizado por CEOs”, también hay costado positivo que se expresa en “un pueblo resistiendo y feminista que no va  permitir que este gobierno nos pare porque saldremos todas a la calle”, dijo y terminó con un gran grito: “La revolución será feminista o no será”. Las que la rodeaban aplaudieron y la vivaron.

Pía tiene 26 años, estudia sociología y, como muchos jóvenes, está desempleada. No es la primera vez que participa de estas marchas. Lo hace porque considera que “al machismo se lo destruye con estas acciones”. Le preocupa el cambio de paradigma que se está produciendo con el gobierno macrista donde, dice, se retoma la perspectiva penal y se deja de lado el sustrato estructural donde se genera el machismo. Asegura que las marchas y movilizaciones han provocado en su vida que la lucha feminista se incorpore a lo cotidiano: “Soy feminista en todo lo que hago”.

Jose Nico
Pía, estudiante

Sofía ha escrito en su pecho “Nos siguen matando”. Tiene 20 años y dice que está en la plaza para pedir justicia y también normalidad. Sorprende con eso de lo normal y por eso se apura a aclararlo: “Es anormal que tengamos que venir a pedir por nuestras vidas, para que no nos maten”. Luego señala que es preciso encontrar nuevas formas de interpelar a la sociedad porque las actuales no sirven.

--¿Por qué no sirven?, preguntó este diario.

--Porque el femicidio ha crecido. Hay como un apocalipsis. En estos años mi vida ha cambiado. Tengo mucha más conciencia pero también tengo mucho más miedo. Miedo a morir que se traduce en correr para llegar de noche a tu casa y sentir alivio cuando cierras la puerta detrás de uno. Esa no es la vida que merecemos—afirma Sofía.

Jose Nico
Sofía

La marcha continúa, los reclamos se gritan y exigen a voz en cuello. La Casa Rosada se mantiene iluminada, en silencio y ajena a toda esta multitud por ese muro de vallas. El ruido, la vida se escuchó de este lado de la plaza donde la referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Nora Cortiñas y la periodista feminista Liliana Daunes leyeron un documento conjunto.

En las diferentes plazas del país la misma escena se repite. Tal vez no en la misma magnitud pero en todos esos lugares el grito es el mismo: Ni Una Menos.  

 Testimonios: Flor Monfort